Casi 400 años: el bono de deuda más antiguo del mundo que todavía paga intereses

Los Países Bajos siempre han estado muy por delante del resto de Europa en cuestiones financieras. Muchas ciudades emitían bonos para financiar su construcción y reparación.

Para mantener los diques y las barreras contra el agua necesarios para evitar inundaciones constantes, potentados locales, agricultores, clérigos y comerciantes crearon una serie de consejos regionales de aguas llamados Hoogheemraadschap o «autoridad de aguas altas».

En 1648 el Hoogheemraadschap Lekdijk Bovendams, responsable de un tramo de 20 millas del río Lek, afluente del Rin, pidió prestados 1.000 florines Carolus a un empresario local llamado Niclaes de Meijer.

A cambio del dinero para construir algunos rompeolas, el portador del bono de piel de cabra recibía una tasa de interés anual del 5 % en dos pagos semestrales de 50 florines Carolus el 15 de noviembre y el 15 de mayo, hasta el fin de los tiempos.

Incluso la moneda de emisión ha desaparecido. Los florines Carolus se convirtieron en simples florines y luego en euros en 2002. La mayoría de los bonos de esta antigüedad son ahora solo piezas coleccionadas por aficionados a la historia financiera.

Obligación legal

Este bono sigue siendo una obligación legal aunque siglos de inflación, cambios de moneda y reestructuraciones hacen que ahora solo pague 11,35 euros al año al propietario actual, la biblioteca Beinecke de la Universidad de Yale.

Cada cierto tiempo, Yale envia un emisario para recoger los intereses acumulados y mantener el bono vivo porque es un bono al portador físico.

Cada pago se registra por escrito en el propio bono, pero en 1943 se quedaron sin espacio, por lo que cada pago se registra en un papel separado.