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José María Rotellar

La inflación incrementa su ritmo

Estamos en un escenario de deterioro económico que ya ha comenzado en este segundo semestre, sin haber logrado que la economía se recupere firmemente, más allá del rebote ocurrido al no haberse implantado las reformas estructurales

La inflación sube, sí, sube, y recobrando bríos, por mucho que el Gobierno trate de hacernos ver que lo blanco es negro. El INE ha publicado los datos del septiembre, que confirman los del indicador adelantado, y el IPC general recobra un ritmo más acelerado en su subida, al hacerlo un 3,5 % interanual, nueve décimas más que en agosto, a partir de una subida mensual del 0,2 %.

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Ahora, una vez que se va disipando el espejismo estadístico que el efecto base provocaba sobre el dato interanual y que van acabándose los soportes subvencionadores, como el del combustible, que, en términos generales expiró el pasado enero, vemos cómo los precios vuelven a cobrar ímpetu.

Especialmente grave es el dato de la inflación subyacente, que muestra una gran resistencia a su desaceleración en tasa interanual pese a venir de datos muy altos en los mismos meses del año pasado. Creció en julio un 6,2 % interanual, de manera que aumentó tres décimas más que el mes previo, con lo que, en este caso, el incremento de precios de la subyacente es muy fuerte sobre los ya muy elevados niveles de los que viene. En agosto, ese crecimiento interanual apenas se moderó, situándose en el 6,1 %, y en septiembre el indicador adelantado se sitúa en el 5,8 %, sin apenas moderación en su crecimiento, ya que mensualmente no llega a descender ni siquiera un 0,1 %.

Eso hace que durante muchos meses los alimentos estén aumentando a doble dígito interanual y a que el crecimiento acumulado de la inflación sea tremendamente alto. Así, el IPC ha aumentado alrededor de un 16,82 % desde que gobierna Sánchez, mientras que la subyacente, en ese período, ha aumentado un 14,30 %.

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Por tanto, la inflación sigue siendo un grave problema, con fuerte resistencia a la baja en la subyacente en tasa interanual y con mantenimiento de una alta inflación en el IPC general en dicha comparación anual, pese a venir de niveles muy elevados.

El Gobierno del presidente Sánchez –ahora, en funciones– hace mucho que ha entrado en una especie de economía de ciencia ficción, donde los menores incrementos de los precios son consideradas bajadas; la deuda es considerada prosperidad; el crecimiento anestesiado por el gasto es considerado pujanza económica; el rebote lo consideran crecimiento; el reparto del empleo es considerado crecimiento del mismo; la pérdida de poder adquisitivo de las familias es considerada bonanza; la dificultad de las empresas para financiarse es considerada oportunidad; y las personas de empleo temporal son consideradas indefinidos.

El Gobierno del presidente Sánchez hace mucho que ha entrado en una especie de economía de ciencia ficción

Viven en una realidad paralela que está causando un daño importante a la estructura económica española por sus decisiones equivocadas, con una deuda que se acerca a los 1,6 billones de euros, un déficit estructural camino del 5 % y un derroche añadido, sobre ello, de gasto público, intensificado en el pasado período electoral. Pueden atacar a quien no acate el pensamiento económico único dictado por el Gobierno, pero la realidad es la que es, les guste o no a las huestes cercanas a los socialistas: ni se crece con fuerza, sino que, pese a la revisión de la contabilidad nacional, seguimos en la parte trasera de la recuperación; ni se crea empleo, sino que se reparte; ni se vive en la prosperidad, sino que cada día cuesta más hacer la compra y pagar la hipoteca; ni se paga holgadamente el alquiler, sino que muchas personas no saben cómo afrontarlo, al no llegar a fin de mes; ni los precios bajan, sino que suben.

El Gobierno dificulta que se transmita adecuadamente la política monetaria del BCE

El Gobierno, con esa política de gasto desmedido, además, dificulta, presionando artificialmente los precios al alza, que se transmita adecuadamente la política monetaria del BCE y hace que vaya a tener que mantenerla durante más tiempo y con mayor intensidad. Ralentización del crecimiento, reparto –que no creación– de empleo, gasto, déficit y deuda desmedidos, impuestos altos, inseguridad jurídica e incertidumbre, que ahuyentan inversiones, e inflación que sube.

Todo ello, además, empeorado ahora con la inestabilidad política que introduce Sánchez al negarse a dejar gobernar al PP, que ganó las elecciones o a llegar a acuerdos con dicho partido, básicos para España. Su interés personal por mantenerse en el poder, anteponiendo sus intereses a los de España, perjudica también a la economía, en un escenario de deterioro económico que ya ha comenzado en este segundo semestre, sin haber logrado que la economía se recupere firmemente, más allá del rebote ocurrido, al no haberse implantado las reformas estructurales que precisa la economía. Ésa es la triste realidad que Sánchez ha provocado, de la que la subida de precios es sólo una parte.

  • José María Rotellar es profesor de Economía. Director del Observatorio Económico de la Universidad Francisco de Vitoria