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Molinos de energía eólicaGTRES

Crisis energética

La Unión Europea se propone como objetivo duplicar la energía eólica para 2030

La Comisión busca un «incremento masivo» del despliegue de infraestructuras que permitan su producción por todo el territorio

La Comisión Europea ha presentado un plan para expandir masivamente la infraestructura eólica en la Unión Europea, un movimiento que, si bien se presenta como una respuesta a la lucha contra el cambio climático, plantea serias interrogantes y preocupaciones.

«Este paquete ayudará al sector eólico europeo a crecer internamente y competir globalmente, reduciendo así la dependencia de proveedores externos y crear empleos verdes para los trabajadores», dijo en rueda de prensa el vicepresidente de la Comisión Europea encargado del Pacto Verde, Maros Sefcovic.

Este plan tiene como objetivo aumentar la capacidad instalada de energía eólica en la UE de 204 GW a 500 GW para 2030, con un enfoque particular en la generación marina.

La ministra española para la Transición Ecológica en funciones, Teresa Ribera, de paso en Bruselas para presentar ante el Parlamento Europeo las prioridades de la Presidencia española del Consejo de la UE, celebró la iniciativa comunitaria para «evitar que nos ocurra con la industria eólica, lo que ocurrió hace 15 años con la industria fotovoltaica» porque «la eólica europea lo está pasando mal frente a China».

«No se trata de crear uno, dos, tres campeones nacionales, sino el conjunto de la cadena de valor que nos permite seguir desarrollando el potencial de la de energía eólica», concluyó.

Mientras que la ambición de aumentar la energía eólica puede parecer positiva a primera vista, hay razones para cuestionar su viabilidad y eficacia. Hace menos de un mes que el Tribunal de Cuentas cuestionaba la viabilidad de los parques eólicos marinos, por ejemplo.

En primer lugar, el Plan de acción europeo sobre energía eólica no implica ninguna modificación legislativa, lo que significa que las políticas existentes no se adaptarán necesariamente a esta expansión masiva. Esto podría llevar a una serie de problemas logísticos y regulatorios que obstaculizarán la implementación efectiva del plan.

Además, el objetivo de que el viento proporcione el 34 % de la electricidad de la UE para 2030, en comparación con el 16 % actual, serían más un deseo que una realidad. Las demandas de energía en constante aumento y las limitaciones técnicas podrían hacer que este objetivo sea difícil de alcanzar, lo que complicaría en el suministro de energía en el futuro.

El plan también busca proteger a la industria europea de la competencia externa, en particular de China, dentro del marco de independencia estratégica que la Comisión está llevando a cabo como resultado del choque con Rusia y el cese de numerosas relaciones comerciales.

Por otro lado, el énfasis en la formación de tecnologías verdes supone un alto costo según los estándares actuales y no garantiza que se genere el número de ‘empleos verdes’ que se prometen.

Las voces críticas con las metas ambientales -y los tiempos que se plantean por parte de la Comisión Europea para alcanzarlas- aumentan entre los sectores profesionales afectados al considerar que podrían acarrear consecuencias indeseadas en la economía. En especial si se tiene en cuenta que los principales competidores no están por la labor de seguir el mismo camino que marca Bruselas.