El 'impuestazo' de Sánchez y Díaz: embrollo descomunal y riesgo de desinversiones
¿Puede creer alguien sensato que «un autónomo o una pequeña empresaria tributa el 17,5 % mientras que una gran multinacional lo hace al 3,8 %», como sostiene la líder de Sumar?
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Cuesta trabajo discernir si las medidas económicas de Pedro Sánchez y sus socios de Gobierno responden a la ignorancia o a la vileza. Probablemente sea la combinación de ambas la que les ha llevado a proponer un tipo mínimo 15 % en el Impuesto de Sociedades para grandes empresas, que se aplicará sobre el resultado contable y no sobre la base imponible. Y ahí han dejado servidos en bandeja, no sólo la inseguridad jurídica que acostumbran a ocasionar sus anuncios, sino un embrollo legal descomunal y el riesgo cierto de desincentivar la inversión e internacionalización de las compañías.
El Impuesto de Sociedades se calcula actualmente sobre la base imponible desde la consideración de que las empresas ya pagan en otros países por los beneficios que obtienen allí. Gravar las ganancias o los dividendos que proceden de fuera de nuestras fronteras, choca de pleno con los Convenios de Doble Imposición que mantiene España con más de un centenar de países. Y en el caso de Europa colisiona con la libertad de establecimiento en la UE determinada por el propio Tratado de Funcionamiento de la Unión. Pero de esto no hablaron ni Pedro Sánchez ni Yolanda Díaz durante la almibarada presentación de su acuerdo de Gobierno en el Reina Sofía. Como tampoco explicaron que su ocurrencia limita la compensación de bases imponibles negativas generadas en ejercicios anteriores, lo que actuará como un desincentivo para las compañías que generan estructuras en España desde las que invertir, por ejemplo, en Portugal o Latinoamérica.
Bill Clinton le ganó las elecciones a George Bush padre con una frase efectista a todas luces, que acuñó uno de sus asesores, James Carville: «Es la economía, estúpido». Para la vicepresidenta segunda en funciones, siempre «es la ideología, estúpido». Así, avanzó que el endurecimiento del Impuesto de Sociedades elevará la recaudación en 10.000 millones de euros; un tercio de los 32.000 millones que aportó a las arcas públicas en 2022. El Ministerio de Hacienda se ha negado a confirmar la cifra, que es lo mismo que decir que no está por la labor de respaldar el impacto de una medida que parece adolecer de la menor solvencia técnica. De todas formas, no sería la primera vez que el Gobierno de Sánchez promete recaudar un montante y luego se queda a años luz del objetivo. Por citar sólo un caso, con la tasa Google calculó una recaudación de más de 1.000 millones de euros anuales, que se convirtieron en apenas 166 millones en 2021 y en 278 en 2022, para que la tasa a las tecnológicas encima acabara desapareciendo.
Respecto a la falacia de la que parte la reforma del Impuesto de Sociedades, ¿puede creer alguien sensato que «un autónomo o una pequeña empresaria tributa el 17,5 % mientras que una gran multinacional lo hace al 3,8 %», como sostiene la líder de Sumar? Tiene gracia que la Agencia Tributaria haya difundido justo ahora que las 224 mayores empresas de España pagaron en 2021 un tipo efectivo sobre la base imponible del 19,02 %, mientras que tributaron el 5,73 % sobre el beneficio contable. Si en nuestro país se aplicase realmente una fiscalidad tan favorable a los beneficios empresariales, seríamos el maná para las inversiones extranjeras y tristemente no sucede así.
Lo más probable, con todo, es que el tipo mínimo del 15 % en el Impuesto de Sociedades para grandes empresas tarde tiempo en aplicarse si finalmente se acaba haciendo. Primero, por su complejidad, ya que habrá que llevar a cabo un sinfín de ajustes para evitar una litigiosidad imposible de abordar. Y también porque la norma deberá ser aprobada por un Congreso de los Diputados muy fragmentado en el que el Ejecutivo podría toparse con reticencias insalvables por parte de formaciones como Junts per Catalunya o el PNV. Pero de eso no han dicho ni mu Pedro Sánchez y Yolanda Díaz. Al fin y al cabo, es la ideología, estúpido.
- Susana Burgos es periodista especializada en economía y empresas, consultora de comunicación corporativa e institucional y formadora de portavoces desde 2004.