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La ministra de Asuntos Económicos y el presidente del Gobierno, al frente de una economía que puede encallar.Lu Tolstova

La semana económica

Calviño y Sánchez, felices en el Titanic de la economía española

Ante la más que posible reedición del llamado 'Gobierno Frankenstein', analizamos lo que nos espera

Algunos españoles, fundamentalmente quienes les han votado, se han entusiasmado con el gran amor que se han mostrado en las últimas semanas Yolanda Díaz y Pedro Sánchez, como antes lo habían hecho, aunque claramente con un estilo menos pegajoso, la ministra de Asuntos Económicos, Nadia Calviño, y el presidente del Gobierno. Sería todo muy emotivo si no fuera porque la economía española muestra elementos preocupantes que hacen pensar en un hundimiento como el del Titanic. Solo falta que alguien se ponga a tocar el violín mientras el barco se sumerge en el agua.

Los datos del paro aparecidos ayer son solo los más recientes. Seguimos a la cabeza del desempleo en Europa, con casi el doble de parados que la media de los países de la eurozona (12 % vs 6,5 %), y somos líderes destacados de los Veintisiete en paro juvenil. El 27,8 % de los menores de 25 años está sin empleo en nuestro país, muy por delante de los siguientes en el ranking: Italia y Suecia, con el 21,9 %.

La comparativa con Europa no es buena, y la evolución en nuestro país, tampoco. El mes de octubre ha sido el peor en términos de afiliación a la Seguridad Social desde el año 2015, y además el paro ha subido por tercer mes consecutivo. Eso si nos quedamos con los datos que se trasladan a la opinión pública como paro oficial: los datos de paro registrado. Según este registro, en España habría 2,76 millones de personas paradas en octubre. Si se tiene en cuenta el total de demandantes de empleo, como hacen especialistas como Randstad, la cifra asciende a 4,35 millones.

Pensar en el empleo es clave, porque es la base para que se puedan mantener las pensiones, la sanidad o la educación, entre otras cuestiones, y porque los españoles necesitan un sueldo para mantener a su familia. Por mucho que el Gobierno en funciones celebre que la inflación crece menos, la realidad es que lo ha hecho en un 16,5 % desde que llegó Sánchez, y las familias se están empobreciendo. Cada vez cuesta más pagar la cesta de la compra y llegar a final de mes.

Para que suban los salarios debe crecer la productividad, que en España lleva años estancada, y eso solo se consigue con trabajos de mayor valor añadido y dejando trabajar a los empresarios, que son quienes saben crear empleo de calidad. La solución que se le ocurre a Yolanda Díaz y a Sánchez es reducir la jornada laboral porque así los ciudadanos estarán más felices y producirán más, un planteamiento tan infantil como irreal, pero que lamentablemente cala entre sus votantes.

Es una de las ideas que probablemente prosperará si finalmente se constituye el Gobierno de Sánchez, junto con las que el Gobierno en funciones incluyó en el plan presupuestario que envió a Bruselas a mitad de este mes. Este plan incluye, entre otras medidas, catorce subidas de impuestos que afectarán básicamente a la clase media, que, como siempre, es quien paga la fiesta (aunque se hable mucho de los impuestos a los ricos), y retrasos en la edad de jubilación; lo que haga falta y pida Bruselas para poder pagar el gasto de 700.000 millones que prevé tener el Gobierno.

Esta patada a seguir que pretenden dar Sánchez y Calviño para contentar a todos los suyos se contempla más grave si se ponen sobre la mesa los datos que acumula ya el actual Gobierno en funciones. La deuda pública crece mes tras mes en volumen total. En agosto, último dato disponible, alcanzó los 1,56 billones de euros, 400.000 millones más que cuando llegó Sánchez al poder en 2018, y está significativamente por encima de los 384.661 millones que teníamos en 2007, antes de la crisis. El economista Daniel Lacalle explica que la economía española produce seis euros de deuda por cada euro que genera. Suena insostenible. Ese dinero hay que devolverlo.

Tampoco es mejor la situación de la Seguridad Social. Su deuda se ha triplicado con Sánchez, rebasa los 100.000 millones de euros y solo se sostiene por las transferencias que le hace el Estado.

La reforma que necesita la Seguridad Social para ser viable no es la que planteó el ministro José Luis Escrivá el mes pasado. Los economistas serios la vieron como de ciencia ficción, basada en números irreales como una explosión de la productividad que hace mucho tiempo que no se ve en España o en la proyección de un paro estructural del 5,5 %, casi dos puntos y medio por debajo de la mínima registrada en España. También el plan económico que el Gobierno en funciones envió a Bruselas es de ciencia ficción, como explicaban en este podcast los economistas José María Rotellar y Lorenzo Bernaldo de Quirós, y el que planean PSOE y Sumar contiene medidas «de país rico», como nos contaban en este otro podcast Rafael Pampillón y José Ramón Pin Arboledas.

Medidas basadas en datos o proyecciones irreales, reformas que no funcionan, como la de contención del precio de los alquileres, o que previsiblemente no van a funcionar, como la de pensiones, todo ello mezclado con subidas de impuestos a empresas que ahuyentan a quienes pueden salvar la inversión en nuestro país y la creación de empleo. Así es el mar en el que se mueve el Titanic de la economía española, y habrá que ver qué pasa cuando tropiece con una roca. Si a Nadia Calviño le sale bien el plan, con un poco de suerte se habrá ido antes al Banco Europeo de Inversiones, y quien le suceda en el cargo, tendrá que lidiar con lo que le deja.