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Nadia Calviño, desde el Consejo Europeo en Bruselas

Nadia Calviño, desde el Consejo Europeo en BruselasEFE

El Consejo Europeo se debate entre las dudas y el optimismo para cerrar la reforma fiscal antes de fin de año

La presión recae sobre España, que quiere prenderse la medalla del acuerdo de la reforma fiscal durante su presidencia del Consejo Europeo

La reforma fiscal de la Unión Europea tiene divididos a sus países. De cara a la reunión de hoy de los ministros de finanzas, Dinamarca, Suecia y Austria se han aliado para evitar un incremento en el presupuesto del bloque.

Esta división supone un obstáculo para los objetivos del Gobierno de España, que esperaba cerrar la reforma fiscal antes de concluír su presidencia del Consejo. Pero la reforma se retrasa y el tiempo apremia.

La Comisión Europea ha señalizado la necesidad de asignar más fondos para prioridades apremiantes como la inmigración y los costes de interés crecientes de los bonos NextGenerationEU. Los tres países sugieren medidas para reasignar fondos de la UE y financiar necesidades más urgentes, según documentos revisados.

Dinamarca plantea que, si bien el incremento para Ucrania se justifica, el resto debería financiarse con 18.2 mil millones de euros de fondos no asignados y combinarlo con la «redistribución» de fondos ya asignados. Suecia también propone «redistribuciones horizontales», detallando cuánto estaría disponible de cada programa una vez deducidos los compromisos legales.

Austria, por otro lado, sugiere que en lugar de buscar 18.9 mil millones de euros en fondos frescos para financiar costes de interés, «la Comisión podría estar facultada para deducir de futuros desembolsos de subvenciones del fondo de recuperación una 'tasa de interés' para cubrir las necesidades adicionales de interés en un año dado». Para la migración, Austria recomienda «reasignaciones presupuestarias». En lugar de otorgar a Bruselas 1.9 mil millones de euros adicionales para costes administrativos incrementados, la UE debería adherirse a una «política de personal estable» y «aumentos salariales más bajos».

Optimismo alemán

Con este complejo telón de fondo, el ministro de Finanzas alemán, Christian Lindner, se mostró «optimista» sobre la posibilidad de que los países de la Unión Europea lleguen a un acuerdo para reformar las reglas fiscales este año, después dereconocer algunas de las solicitudes alemanas para el control del déficit y la deuda.

Lindner destacó que en las últimas semanas se han realizado «progresos sustanciales» en las negociaciones para la reforma del Pacto de Estabilidad y Crecimiento.

Específicamente, señaló la necesidad de una «línea de seguridad» para reducir los niveles de deuda pública nacionales y la consideración de objetivos numéricos en relación con la reducción de los ratios de déficit. A pesar del optimismo, Lindner advirtió que el «nivel de ambición» todavía necesita debate, ya que «se trata de números, no solo de instrumentos» para reducir la deuda y el déficit.

En paralelo a estas discusiones, Alemania y Francia están dialogando para facilitar un consenso entre los veintisiete miembros, divididos entre los defensores de una estricta disciplina fiscal y aquellos que piden más margen para la inversión.

La semana pasada, Lindner visitó París para reunirse con su homólogo francés, Bruno Le Maire, encontrando un «denominador común» en cuanto a las salvaguardas de deuda y déficit. Le Maire, por su parte, visitará Berlín próximamente para continuar las conversaciones.

El ministro francés de Finanzas expresó su confianza en que «un acuerdo es posible y debe llegar antes de finales de 2023 para permitir que después se puedan desarrollar nuestras actividades económicas en los próximos años y décadas». Siguiendo esta línea, el ministro de Finanzas austríaco, Magnus Brunner, también vio con buenos ojos la aproximación de la presidencia española hacia las posturas de Austria

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