Que los bancos paguen la ayuda a las familias, la última jugada de Calviño antes de huir de la quema
Podría pensarse que las entidades financieras viven momentos de tranquilidad gracias a sus buenas cuentas de resultados, pero se avecinan cambios importantes
La vicepresidenta primera y ministra de Economía, Nadia Calviño, comunicó el pasado viernes que el Gobierno, además del impuestazo a las energéticas, también va a revisar el impuesto a la banca. Y utilizó un argumento sorprendente: «Las circunstancias han cambiado» porque ya no estamos ante los mismos tipos de interés. Fino análisis. A la vez justificó la subida de impuestos de la pasada legislatura con otro argumento no menos extraño: «Esos impuestos (…) han cumplido con la recaudación prevista por Hacienda». ¡Y tanto que han cumplido! Le faltó decir que cumplir, cumplir, hemos cumplido todos, pero los bancos también. Y vamos con ellos.
Que el Banco Central Europeo haya paralizado momentáneamente las subidas de tipos no es solo una buena noticia para las eléctricas y la banca, sino para todos los españoles, pero la moderación de la inflación -que se prevé a finales de año en el 3,6 %- no ha llegado a las familias ni tampoco a las empresas. Y eso tiene mucho que ver con el encarecimiento de los créditos.
Tan es así, que antes de marcharse a Europa huyendo de la quema, Calviño va a reunirse mañana con el Banco de España y las patronales del sector bancario. Les comunicará la bajada de impuestos y la intentará compensar, de cara a la rueda de prensa, con una serie de medidas sociales que afecten sobre todo al abaratamiento de las hipotecas. Vamos, que sean los bancos los que paguen el plan de ayudas para las familias.
Pero, como ocurre siempre con otras decisiones de este nuevo gobierno, las cosas tampoco son lo que parecen.
La bajada impositiva a la banca ha venido acompañada de dos noticias inquietantes que hemos conocido esta semana. Por un lado, según la Autoridad Bancaria Europea, las entidades financieras españolas ya no están en las primeras posiciones de Europa en rentabilidad. Y aunque los datos se refieran a la primera mitad de 2023, las previsiones de cara a 2024 tampoco son buenas. La banca española afronta el nuevo año con los niveles de capital más bajos de Europa, en una ratio de solvencia del 12,64 %, muy inferior a la media europea del 15,98 %, muy alejada de países como Italia (15,79 %), Francia (16,02 %), Países Bajos (16,11 %) y Alemania (16,4 %).
Calviño comunicará mañana a las entidades la bajada de impuestos y les pedirá que ayuden con las hipotecas
Esto de la ratio de solvencia se concreta en un indicador CET1 que recoge el porcentaje de capital de un banco. Cuánto más elevado sea ese número, más garantías de solvencia tiene la entidad. Quizá por eso el BCE ha elevado en 25 puntos las exigencias de capital a los seis principales bancos españoles: BBVA, Sabadell, Bankinter, Unicaja, CaixaBank y Santander. Eso, entre otras medidas.
Y otro dato reciente. En 2024, los bancos españoles han reducido un 90 % su petición de liquidez al Banco Central Europeo. Las peticiones de fondos al Banco de España se situaron en el mes de noviembre en 31.598 millones de euros, un 3,13 % menos que en octubre, y además es el volumen más bajo desde junio de 2008. Nada menos.
Así las cosas, podría pensarse que la banca vive un momento de tranquilidad gracias a sus buenas cuentas de resultados. Pues tampoco. En primer lugar, porque la inflación sigue ahí, y en segundo lugar, porque el Banco Central Europeo ha aprovechado la bonanza para ampliar su batalla contra el gobierno de los bancos españoles. La cosa viene de lejos.
Santander sigue moviendo a sus ejecutivos. «Aquí no están seguras ni las macetas», dice uno de ellos
Los cambios empezaron y nunca han acabado en el Santander. La entidad que preside Ana Botín sigue moviendo la silla a la práctica totalidad de sus ejecutivos. Sea en México, Argentina o España. «Aquí no están seguras ni las macetas», señala un ejecutivo que acaba de cambiar de destino. Eso sí, la presidenta aprovecha la expansión de su banco para mover banquillo como si fuese el Barça de Xavi Hernández.
Lo de Unicaja parece que se va clarificando. El Banco Central Europeo sigue buscando, tras la renuncia de Manuel Azuaga, un presidente que equilibre las tareas del actual equipo ejecutivo dirigido por Isidro Rubiales. El banco malagueño aún mantendrá unos meses en el cargo a Azuaga, hasta que el cazatalentos Spencer Stuart seleccione al sustituto. Por otro lado, las campanas que apuntaban una compra de Unicaja por el Sabadell fueron desmentidas en este mismo diario por el consejero delegado del Sabadell, César González-Bueno. Y hablando del Sabadell, el banco catalán, presidido por Josep Oliu, va como un tiro tras comunicar un beneficio de 1.028 millones hasta septiembre; el mejor resultado de su historia.
Para continuar con el repaso, la última batalla del BCE se juega en CaixaBank. Quiere el regulador que la entidad catalana abandone la presidencia ejecutiva, hoy desempeñada por José Ignacio Goirigolzarri, en aras de una bicefalia presidente-consejero delegado, pero el primero sin poder ejecutivo. La solución la conoceremos en breve. Algo parecido a lo que ocurre en el BBVA con Carlos Torres, aunque con otras derivadas. El primer ejecutivo del banco vasco visitó en octubre la Audiencia Nacional como testigo en la Operación Tándem, una pieza sobre la contratación de José Manuel Villarejo por parte del BBVA entre los años 2003 y 2017 para hacer labores de espionaje. En la vista, Torres afirmó que se había enterado de toda aquella historia por la prensa. Pues eso.
Y vamos con la única mujer. La sucesión en Bankinter está en lo mismo que CaixaBank y BBVA. Durante los últimos meses la entidad ha mantenido conversaciones extraoficiales con el supervisor europeo sobre posibles cambios en su cúpula. El BCE defiende el modelo de presidente independiente y CEO ejecutivo. María Dolores Dancausa, CEO de Bankinter, y Pedro Guerrero, presidente, responderían a esos criterios, pero la quinta entidad española también podría cambiar su cúpula en los próximos meses.
Resulta así que la rebaja fiscal a la banca es solo el comienzo de otros cambios. Hay quien piensa que la política está cambiándolo todo, y las empresas españolas no van a ser una excepción. Mientras tanto, como Ferrovial, Nadia se marcha a Europa. Quizá se quite del lío que tenemos aquí, pero el intervencionismo europeo -el de sus burócratas calviñistas- no ha hecho más que empezar. Que se lo digan a nuestros bancos.