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Fernando RayónMucha tela

Del ERE de Telefónica a las ventas y compras de Ferrovial

La Navidad es paz y amor, pero entre las empresas hay buenas noticias y no tan buenas

La recta final del año presenta noticias buenas y no tan buenas para las empresas españolasPaula Andrade

La semana previa a la Navidad suele vestirse de paz y amor. Y también de compras: ¡cómo no! Las primeras semanas de la legislatura han sido de todo menos tranquilas. Y quizá por eso Pedro Sánchez ha pedido a Nadia Calviño y Yolanda Díaz que se tomen unas vacaciones y que nos dejen tranquilos unos días.

La parte buena. Telefónica ha conseguido pactar esta semana un ERE (Expediente de Regulación de Empleo) para que abandonen la empresa 3.421 trabajadores. El acuerdo ha llegado a las pocas horas de que la SEPI anunciara que había recibido una orden del Gobierno de comprar hasta un 10 % del capital de la compañía y equilibrar así el 9,9 % de la operadora saudí STC. El ERE afectará finalmente a las tres sociedades de Telefónica en España: Telefónica Móviles, Telefónica Soluciones y Telefónica España, y reduce las iniciales previsiones de la empresa de mandar a casa a 5.124 empleados, un tercio de la plantilla en España. Los sindicatos han conseguido también una mejora en las condiciones económicas que afectarán de manera desigual a los distintos tramos de edad afectados, pero no han podido evitar que se produzcan salidas forzosas si no se llega al límite establecido en el acuerdo. ¿Y esta es la parte buena?

Mientras en Telefónica hacen quinielas sobre la renovación de los cinco miembros del Consejo de Administración que se jubilan, en Europa están a otra cosa

¡Pues qué quieren que les diga! La empresa presidida por José María Álvarez-Pallete necesitaba dos mil millones para hacer el ajuste y, según los análisis de GVC Gaesco para Bloomberg, ese es precisamente el coste que estiman del ERE: entre 1.600 y 2.000 millones; justo la inversión de la SEPI en esta jugada. Como ya adelanté en su momento, la entrada de la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales nos saldrá a los españoles un poco más cara: 2.200 millones. Un pan con unas tortas.

Y mientras en Telefónica se afanan y hacen quinielas sobre la renovación de los cinco miembros del Consejo de Administración que se jubilan -bendita jubilación-, en Europa están a otra cosa. A lo que hay que estar.

Zegona, la financiera británica que acaba de comprar Vodafone España, acaba de irrumpir en la fusión de Orange y MásMóvil reclamando a la Comisión Europea -que pilotaba la fusión- la transferencia de una base de clientes desde las fusionadas a Vodafone. De hecho, la petición de Zegona se produce en nombre de Vodafone España, a pesar de que la compra de la teleco española aún no esté aprobada por el Gobierno español. La jugada de Zegona-Vodafone se ampara en la protección de la competitividad en el sector, pues entre Telefónica y Orange-MásMóvil tienen casi un 40 % de cuota de mercado y Vodafone apenas está en el 20 %. Interesante batalla con una Telefónica que está a por uvas. Y desde mucho antes de las campanadas de fin de año.

Si esperan que el ministro Óscar Puente actúe para resolver el problema del 'handling 'en Iberia, pueden esperar sentados

Pero si los sindicatos firman la paz en Telefónica, UGT y CCOO han anunciado una huelga en el handling -los servicios de tierra- de Iberia para los días 5 al 8 de enero. El anuncio se ha producido meses después de que Iberia perdiera el concurso fallado por Aena en ocho de los principales aeropuertos españoles, salvo el de Madrid. La solución pasaría por que los trabajadores que prestaban ese servicio pasaran a depender de las nuevas concesionarias. Pero los sindicatos no quieren esa subrogación y han pedido a Iberia que haga autohandling para todas las empresas del grupo IAG -British Airways, Vueling, Aer Lingus y Level-, una opción que la compañía ha descartado porque resulta más caro que contratarlo con terceros. Por cierto, si esperan que el ministro de Transportes, Óscar Puente, aparezca en esta ecuación, pueden esperar sentados. Él está para otras cosas.

Pero habíamos dicho que estamos en Navidad y que el amor y la paz deben reinar, aunque esta vez no en las alturas. Por eso vamos con las buenas noticias y compras.

Quizá una de las mejores es la que rodea a Ferrovial. Rafael del Pino, presidente de la constructora, está negociando con Macquarie la refinanciación de 930 millones de deuda que AGS, la sociedad que ambas empresas participan al 50 % y que controla los aeropuertos de Glasgow, Aberdeen y Southampton, y así poder deshacer esa participación más fácilmente. Esta desinversión se sumaría a la que ya llevó a cabo en Heathrow, el otro aeropuerto británico, y que les permitiría acceder en buenas condiciones financieras a su contrato en la terminal 1 del aeropuerto JFK de Nueva York; una inversión que superará los 9.000 millones de dólares.

No es nuevo este interés de la empresa de infraestructuras en competir en los mercados y en la bolsa neoyorkina en 2024. Se lo dijo a la vicepresidenta española cuando decidió mover su sede social a Holanda. Pero Nadia, como Óscar Puente, estaban y están a otras cosas. En cualquier caso, que una empresa española decida dar este paso, con las dificultades añadidas de un Gobierno que pone trabas, es algo que debiera llamar a reflexión. También a nuestras autoridades monetarias y reguladoras. Pues eso.

Y hablando de más compras navideñas, ya tuvimos noticia hace unos días de que Iberdrola, a través de su filial en el Reino Unido ScottishPower, había adjudicado los primeros contratos por 2.300 millones de euros para el megaproyecto del cable submarino de alta capacidad que unirá Inglaterra y Escocia. No es el único proyecto en Gran Bretaña de la eléctrica, pues tiene en marcha varios parques eólicos. Pues bien, lo último que hemos sabido tiene que ver con un crédito de 5.300 millones que 33 bancos capitaneados por el BBVA han firmado con la empresa de Ignacio Galán por cinco años. Sorprende el monto de la operación, pero sobre todo la facilidad con que la que ha respondido la banca a esta petición. Confianza es la palabra mágica. Y qué pena que esa confianza en nuestras empresas no la ejerzan también nuestros políticos ni sean mayores sus inversiones en nuestro país.