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Fernando RayónCrónica económica

La crisis de Sánchez: tres ministros para tapar una traición

La noticia no estaba en el nombramiento de un técnico para Economía, ni siquiera en el ascenso de Montero, sino en el tercer movimiento

Carlos Cuerpo, Pedro Sánchez, María Jesús Montero y José Luis EscriváLu Tolstova

La entrega de la capital navarra a Bildu fue un duro golpe para los socialistas, incluidos algunos de Pamplona, que prefirieron dimitir antes que apoyar al nuevo alcalde independentista. Esta página negra en la historia del PSOE tuvo efecto en la factoría monclovita, a la que no se le ocurrió otra cosa que adelantar la sustitución de Nadia Calviño como vicepresidenta económica. Como si el cambio de titulares en la prensa pudiera enmascarar la traición.

Que la sustitución de Calviño se adelantó lo delataba la agenda de Zarzuela que, tras la reorganización ministerial –primera crisis del gobierno de Pedro Sánchez– tuvo que convocar de urgencia a los medios para la jura de los tres nuevos ministros. ¿He dicho tres? Pues sí, aunque parezca que solo ha llegado uno nuevo. Vamos con ellos.

Carlos Cuerpo, de 43 años, es el nuevo ministro de Economía, Comercio y Empresa. Era hasta ahora secretario general del Tesoro Público y Financiación Internacional. Y aunque presidirá la Comisión Delegada del Gobierno para Asuntos Económicos, no llega como vice aunque conserve la coordinación de los ministerios económicos y las relaciones con Europa. Era un hombre de Calviño, y será el que negocie con Europa y no solo la deuda que tanto le preocupaba hasta ahora.

La nueva vicepresidenta primera, como anunciamos en estas líneas, no podía ser otra que María Jesús Montero. Pasa de vice cuarta a vice primera. Y todo para que conste que será ella la que sustituya a Sánchez cuando coja el Falcon. Es la única que en peso político y estilismos podrá enfrentarse a Yolanda Díaz. Habrá que hacer acopio de palomitas para la que se nos viene encima. Pero la noticia no estaba en el nombramiento de un técnico para Economía, que ya había adelantado Sánchez, ni siquiera en el ascenso de Montero, sino en el tercer movimiento.

José Luis Escrivá, hasta ahora escaso Ministro de Transformación Digital, añade a sus competencias -y por eso juró de nuevo ante el Rey- la de Función Pública, desgajada por cierto de Hacienda. Entre sus nuevos retos estará modernizar la Administración Pública, pero sobre todo negociar la subida salarial de los funcionarios en 2024, antes de que se firmen los Presupuestos. Un buen morlaco, sobre todo si tenemos en cuenta que los sindicatos están molestos porque el Gobierno no incluyó la subida salarial en el decreto ley ómnibus que aprobó el miércoles pasado. Los más de 3,5 millones de empleados públicos esperan la subida de un 2 % en 2024, que podrá elevarse otro 0,5% adicional en función del IPC.

Será Hacienda la que lleve la iniciativa de las nuevas medidas

En resumen, algunos han pretendido analizar la movida señalando que Hacienda ha recuperado el protagonismo perdido en estos años en favor de Economía, y no cabe duda de que el peso político de Montero es infinitamente mayor que el de Cuerpo, pero la realidad de los cambios obedece a algo que ya vimos en el Consejo de Ministros del día anterior: los ajustes vienen en tromba y será Hacienda la que lleve la iniciativa de las nuevas medidas. Luego lo veremos.

Y un comentario final sobre los cambios. Se anunciaron en una comparecencia del Presidente del Gobierno en el Complejo de La Moncloa. Sin periodistas, sin preguntas, sin comentarios. Ningún balance de la era Calviño salvo el que hizo Pedro Sánchez. Se lo ahorro por conocido. Pero también dijo: «Pretendemos reforzar nuestra apuesta por una Administración moderna, más ágil y eficiente». Y quizá por eso señaló que ya no habrá cuatro vicepresidencias sino solo tres. Pues poco a poco va el hombre. Pero volvamos ahora a los recortes que anunció el Gobierno en el decreto ley ómnibus.

El miércoles pasado, aun con Nadia de cuerpo presente en el Consejo de Ministros, el Gobierno dio marcha atrás en la retirada de los impuestazos. ¡Y mira que se había fajado la vicepresidenta primera con los bancos y las eléctricas! Pues nada de Nadia. No solo se mantendría el de las eléctricas sino que también se prorrogaba el de la banca.

A la banca no se la engaña fácilmente. Estaremos atentos a ver cómo nos repercuten el impuestazo

Naturalmente, la patronales del sector salieron en tromba y recordaron que el Banco Central Europeo ya había advertido sobre los efectos negativos de este gravamen. E incluso algún banquero me recordó las promesas del propio Presidente en Moncloa. «Y es que los cambios de opinión en Economía no son como los otros: cuestan mucho dinero. Nos cuestan digo». Pero a la banca no se la engaña fácilmente. Estaremos atentos a ver cómo nos repercuten su sobrecosto a los españoles. Y digo los bancos, porque las eléctricas ya sabemos cómo lo harán. El Gobierno también anunció que se recuperará poco a poco –para controlar la inflación dicen– el IVA del gas y la electricidad. Pues ahí lo tienen.

Más tibia ha sido la respuesta del Gobierno a la paralización de inversiones por parte de algunas empresas como Repsol. El único apunte a futuro –en los Presupuestos de 2024– es un incentivo fiscal para aquellas energéticas que inviertan a partir del 1 de enero de 2024. La falta de concreción tampoco anima mucho más. Se mantiene también el impuesto a las grandes fortunas que comenzó en 2022. Y no solo se conserva, sino que se incluirá de manera permanente en la revisión prevista del sistema tributario. Eso sí: veremos si los vascos y navarros lo incorporan a su concierto o mandan a paseo a la nueva vice primera. Más palomitas.

Y para tranquilizar al graderío, el Gobierno subirá las pensiones un 3,8; las prestaciones mínimas un 6,9; las no contributivas y el ingreso Mínimo Vital. Total: 8.200 millones. A ver cómo le salen las cuentas ahora a Cuerpo y reduce la deuda. O a Elma Saiz, la ministra navarra de Inclusión y Seguridad Social. Pero claro, ella dijo que nunca votaría a Bildu en el Ayuntamiento de Pamplona y la nombraron ministra para quitarla de en medio. Ahora que apechugue con los recortes. ¡Que vienen!