Economía y mercados: por qué la subida de la Bolsa no es gracias a Sánchez
La economía no va bien, sino que la llevan sostenida por el gasto público, y la Bolsa sube por motivos muy distintos
La Bolsa lleva unas semanas de fuertes subidas y el presidente Sánchez y su Gobierno se han apresurado a decir que es una señal de la buena marcha de la economía, presumiendo, así, de una especie de aval a su política económica que significaría esa supuesta correlación que argumentan. Sin embargo, no es cierta dicha correlación.
Sánchez trata de trazar una relación de causalidad, pero no es más que una relación de casualidad originada por otra razón que sí es consecuencia de otros elementos muy diferentes a los que el presidente del Gobierno esgrime. La economía no va bien, sino que la llevan sostenida por el gasto público, y la Bolsa sube por motivos muy distintos. Puede haber una relación de causalidad entre la evolución de la economía y los mercados, pero no directamente proporcional, como quiere hacer ver el Gobierno, sino inversamente proporcional.
La Bolsa ha vivido el típico rally de final de cada ejercicio, donde se intensifica el número de transacciones para cubrir diversos objetivos financieros
En primer lugar, la Bolsa ha vivido el típico rally de final de cada ejercicio, donde se intensifica el número de transacciones para cubrir diversos objetivos financieros. Por ejemplo, el mes de diciembre es un mes donde se ajustan las aportaciones a planes de pensiones –aunque de modo individual ya han perdido mucho de su atractivo fiscal–; aportaciones que se invierten en fondos, que están diversificados y que cuentan, en muchos casos, con un componente relevante de renta variable.
Adicionalmente, hay voces que empiezan a considerar que los bancos centrales pueden iniciar a mediados de 2024 una rebaja de tipos, elemento que mermaría la rentabilidad de los mercados de renta fija y que derivaría ese flujo inversor del ahorro hacia los mercados de renta variable. Junto a ello, el anuncio de las grandes compañías del IBEX de un aumento en el reparto de dividendos constituye otro elemento que el inversor busca para obtener su rentabilidad.
Hay voces que empiezan a considerar que los bancos centrales pueden iniciar a mediados de 2024 una rebaja de tipos
Ahora bien, esos movimientos no se producen porque la economía vaya bien, sino que se dan bien por características propias de los mercados de renta variable, bien porque haya malas expectativas económicas. Este último motivo, el de las malas expectativas, es el que se encuentra detrás de una posible bajada de tipos que algunos empiezan a considerar y que impulsa la Bolsa hacia arriba. Son malas expectativas porque esa potencial bajada de tipos a partir de la primavera de 2024 se debería a una mayor debilidad económica en Europa -y también, aunque, en principio, de menor intensidad, en Estados Unidos-, que haría que la política monetaria redujese su contracción. Es cierto que la inflación ha desacelerado su crecimiento, pero eso sólo sería la excusa para justificar la reducción atendiendo al objetivo de precios del BCE, que es su único objetivo, pero decisión que se tomaría, realmente, mirando en la marcha de la actividad económica, que, entre otras cosas, es la que está ralentizando el crecimiento de la inflación ante la contracción monetaria.
Cuando los bancos centrales han dicho que es prematuro para hablar de descenso en los tipos de interés y que si es necesario intensificarán la restricción monetaria –aunque es cierto que empiezan a abrirse a la posibilidad de bajar tipos a mediados de año–, anticipar una bajada de tipos sólo puede deberse a un empeoramiento más intenso de lo esperado de la actividad económica. Esa potencial bajada de tipos es lo que movería a los inversores hacia la renta variable, buscando mayor rentabilidad a la que perderán de concretarse la bajada de tipos. Por tanto, ese impacto alcista en la Bolsa se debe a un empeoramiento de expectativas, no a una mejora de la economía.
Ese impacto alcista en la Bolsa se debe a un empeoramiento de expectativas, no a una mejora de la economía
Por otra parte, si analizamos la evolución de la actividad bursátil, encontramos que el volumen de negociación en millones de euros descendió un 14,8 % interanual en noviembre –último informe publicado por BME (con una caída del 6,6 % en el número de negociaciones) y un 10,5 % intermensual, con un 16,5 % interanual menos en el acumulado de los once primeros meses del año.
¿Qué denota esto? Dos cosas: por un lado, incertidumbre, pues ante un empeoramiento de expectativas el inversor es cauto y se retira del mercado. Por otro lado, empobrecimiento de los agentes económicos y disminución de la capacidad de ahorro que derivar hacia la inversión, debido al incremento de la inflación, del coste de financiación y del esfuerzo fiscal.
En el mercado de renta fija, sin embargo, nos encontramos con que el importe negociado –también según los últimos datos disponibles del mismo período– sube un 64,5 % interanual en los primeros once meses del año. ¿Por qué? Por las mayores rentabilidades que ha ofrecido con la subida de tipos, en lo que afecta a la demanda, y por el ingente volumen de oferta de renta fija que principalmente el sector público sigue ofreciendo para financiar su déficit, que sigue sin reducirse. No olvidemos que la deuda pública española se sitúa en los 1.572 billones de euros y que no hay perspectiva de que descienda en valores absolutos, pues la senda sigue siendo de déficit. Esto, además, refleja un claro efecto expulsión, ya que el ahorro mermado por la inflación, el coste de financiación y los impuestos, antes enumerados, se deriva hacia la inversión en renta fija, es decir, pierde financiación el sector privado porque se lo arrebata el sector público, mermando, así, la capacidad productiva de la economía para generar actividad y empleo sostenibles por sí mismos.
La deuda pública española se sitúa en los 1,572 billones de euros y que no hay perspectiva de que descienda en valores absolutos
Si analizamos la evolución del volumen de dinero en los fondos de inversión, también se produce una ralentización, motivado tanto por esa expectativa de bajada de tipos, que se debería, como he dicho, a un empeoramiento de expectativas sobre la actividad económica, como a una merma en la capacidad de ahorro que dirigir hacia la inversión. No obstante, en el conjunto de los fondos también se constata ese efecto expulsión, porque son los monetarios y de renta fija los que aumentan su volumen, disminuyendo los de renta variable, en coherencia con el comportamiento del volumen negociado en ambos mercados.
Por último, y como prueba del nueve de que hay muchas incertidumbres sobre la economía, que llevan a un empeoramiento de expectativas, el oro no para de subir y batir récord tras récord, con una cotización que se acerca a los 2.100 dólares por onza –con un pico en los últimos días el jueves veintiocho de diciembre, después de haber tocado a principios de mes los 2.200 dólares por onza–. Este metal precioso sirve siempre como refugio de inversión, que intensifica su factor refugio en los momentos de crisis y caída de la economía, elemento que señala también a un anticipo del empeoramiento de la economía.
La Bolsa no sube porque la economía vaya bien, sino por todo lo contrario, además de por los elementos estacionales propios del mercado
Por tanto, como vemos, la Bolsa no sube porque la economía vaya bien, sino por todo lo contrario, además de por los elementos estacionales propios del mercado: hay un empeoramiento de expectativas, que llama a la prudencia; empeoramiento de expectativas que espolea a la cotización del oro como valor refugio; empobrecimiento de los agentes económicos, que disminuyen los ahorros que pueden derivar hacia la inversión; y entorno de múltiples perturbaciones futuras. Esto anticipa una posible bajada de tipos y deriva la financiación hacia la renta variable, pero partiendo de un volumen de negociación en declive por merma del ahorro de los agentes económicos y por efecto expulsión provocado por el sector público, junto con la inversión estacional de final de año. Ésa es la realidad, que no debe distorsionarse para tratar de emplearla como un espejismo de una falsa tendencia alcista de la economía.
- José María Rotellar es profesor y director del Observatorio Económico de la Universidad Francisco de Vitoria