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Fernando Rayón

De los vampiros de Sarriá a la multa a las empresas que huyeron

Aunque tras la declaración de independencia catalana vendieron que ellos «se quedaban», nada más falso: hacía tiempo que Grifols ya estaba fuera de nuestro país

Grifols vivió este 9 de enero su jornada más negraLu Tolstova

El de ayer fue un día para recordar. Por lo menos en lo que a los mercados se refiere. Arrancó la Bolsa con Grifols sin marcar precio en casi hora y media tras advertir el fondo de análisis bajista Gotham City Research que la empresa había maquillado sus cuentas hasta «ocultar que sus acciones valían cero». La reacción fue fulminante: las órdenes de ventas se dispararon. Los inversores tuvieron que esperar a las 10:18 horas para tener algún dato. El batacazo de la farmacéutica fue histórico: un hundimiento superior al 42 %, pagándose 9,51 euros por acción. Se habían evaporado más de 2.800 millones de euros de capitalización en el mercado.

Tarde llegó la reacción de la empresa, calificando el análisis de Gotham como «informaciones falsas y especulaciones». Y aunque la respuesta amortiguó su derrumbe, el mal estaba ya hecho. Gotham City no solo apuntaba a Grifols, sino también a Scranton Enterprises, el grupo inversor de la familia Grifols que tiene el 8,4 % de la farmacéutica. Su informe de 65 páginas, hecho público a las 7.30 de la mañana, comentaba que Scranton tenía un apalancamiento de entre 27 y 31 veces el ebitda, así como otras «graves deficiencias en los estados financieros».

La reacción de la empresa a las acusaciones llegó tarde

Y así estábamos, con un problema bursátil, cuando la cosa política, que nunca descansa, tomó el relevo y acabó convirtiendo los problemas de una empresa en otra cosa. Hay que advertir antes de analizar lo ocurrido que Grifols es el tercer mayor productor del mundo de plasma sanguíneo. No en vano se llamaba a sus fundadores Los vampiros de Sarrià, pues siguen conservando su sede social en Sant Cugat, en Barcelona. A su propietario, Víctor Grifols Roura independentista convencido, se le atribuye la frase Tiri endavant, President. No s'arronsi («Salga adelante, Presidente. No se arrugue») dirigida a Artur Mas respecto a la declaración de independencia. Un apoyo que le hizo merecedor de la Cruz de Sant Jordi, el principal galardón que concede la Generalitat.

Pero la pela es la pela, y tanto independentismo también tenía truco. En 2015 Grifols había trasladado la sede fiscal a Irlanda, pasando de tributar el 28 % al 12,5 %. Y aunque tras la declaración de independencia catalana vendieron que ellos «se quedaban», nada más falso: hacía tiempo que ya estaban fuera de nuestro país. Tanto que el 83 % de su negocio se encuentra en Estados Unidos.

La CEOE ya decía a primera hora que era «una barbaridad» la idea de multar a las empresas que se fueron de Cataluña

Pues bien, en estas estábamos ayer aguardando la sesión parlamentaria y votación de los tres decretos ley de hoy cuando saltó la liebre: Junts apoyaría al Gobierno siempre y cuando se comprometiera a multar a las empresas que se habían marchado de Cataluña.

Aunque la noticia parecía difícil de creer a primera hora, a un servidor ya le estaban llamando a las nueve de la CEOE para decir que era «una barbaridad» y que su presidente Antonio Garamendi iba a acudir a Radio Nacional para hacer declaraciones. Eso «se llama regulación en vena o comunismo». Y de paso tuvo que recordar que las empresas «tienen el derecho a instalarse y a invertir donde quieran».

Pero que recordar lo obvio sea noticia demuestra hasta qué punto Junts se ha echado al monte, y cómo intentó horas después el Gobierno maquillar esta petición con tal de sacar adelante sus decretos. A lo largo de la tarde la multa se convirtió en un «esfuerzo del Gobierno para premiar a las empresas que volvieran a Cataluña». Pero el mal ya estaba hecho. Y la confianza de las empresas que aún quedan en Cataluña por los suelos. Así estamos.