La semana económica Escrivá quiere ser gobernador del Banco de España, pero no parece que vaya a conseguirlo
El ministro tiene un futuro difícil por la caída en picado de la reputación que se había ganado antes de llegar al Gobierno de Sánchez
Los nuevos ministros de Sánchez ya han echado a andar, y entre todos ellos hay un claro perdedor: José Luis Escrivá. El ex ministro de la Seguridad Social debería estar contento por tener ahora bajo su mando dos direcciones generales (Transformación Digital y Función Pública), pero fuentes cercanas a él afirman que no lo está. Lo que quería era ser ministro de Economía.
Escrivá se incluye así entre los descontentos por su no elección como sucesor de Nadia Calviño, un grupo en el que también parece estar Manuel de la Rocha. El jefe de la Oficina Económica de La Moncloa albergaba esperanzas de ser el elegido tras el autodescarte para el puesto de, entre otros, el favorito, que era David Vegara.
Calviño, que se lleva mal con Escrivá, impuso como ministro a Carlos Cuerpo, con quien mantiene una estrecha relación personal
Tras el autodescarte de varios candidatos, entre los que se hallaba Vegara, Calviño hizo valer su influencia e impuso a Sánchez el nombre de Carlos Cuerpo, con el que ha profundizado en una estrecha relación personal en los últimos años, en los que han trabajado juntos en el Ministerio. Cuerpo era secretario general del Tesoro, máximo responsable del Tesoro público español tras el ministro de Economía.
Cuerpo tiene fama de que se le da bien escalar posiciones, pero ahora tendrá que demostrar si posee habilidad política. Quienes le conocen le definen como un keynesiano clásico, más estudioso que brillante, con poco peso político de momento y a quien le cuesta dar la cara, pues siempre ha estado más en laboras oscuras, de gabinete. Su estrecha relación personal con Calviño y la buena relación de siempre de la ex ministra con Sánchez ha sido la clave para obtener el puesto. También le han servido sus conocimientos técnicos y de inglés, que le convierten en principio en el interlocutor ideal con Bruselas, pues María Jesús Montero no habla inglés. Si la ministra de Hacienda dominara el idioma, habría asumido toda la economía.
Escrivá está atrapado en el Gobierno y con una reputación dañada que le lastra para salir de él
Vegara no quiso ser ministro, el Gobierno se negó a que lo fuera Escrivá y así llegó Carlos Cuerpo, que ha inaugurado su cargo despidiendo al número dos de Calviño, Gonzalo García Andrés, con quien se lleva muy mal y a quien ninguneaba sin problemas amparándose en su estrecha relación personal con Calviño.
Así se han desarrollado los hechos que han situado al ex ministro de la Seguridad Social donde está ahora, al frente del Ministerio de Transformación Digital y Función Pública. Escrivá tiene muy mala relación con Calviño y buena con María Jesús Montero. Si aguanta en el Gobierno, explican algunas fuentes, es porque sigue siendo útil al presidente: le explica cuestiones relacionadas con la economía, le prepara informes…
Los conocimientos de Escrivá están fuera de toda duda. Los demostró con holgura cuando estuvo al frente del servicio de estudios de BBVA o de la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (AIReF). Tenía un gran prestigio e incluso se habló de él como posible ministro del PP, pero sus últimos años de radicalización y exabruptos en las redes sociales han tirado su reputación por los suelos.
A sus 63 años, Escrivá está atrapado en el Gobierno. Aparentemente, cuenta con pocas posibilidades de salir al exterior. Su nombramiento como ministro podría haber sido una buena recta final de su carrera. Una vez que no ha salido, vería con buenos ojos ser gobernador del Banco de España. El mandato del actual gobernador, Pablo Hernández de Cos, expira en junio, pero las fuentes consultadas no creen que Escrivá sea el mejor posicionado para sucederle. Podría utilizar el cargo para tratar de recuperar su prestigio, y eso no conviene a Sánchez. «No se fían de él», dicen. Por eso en las quinielas para este puesto vuelve a salir el nombre de David Vegara. Seguiría perdiendo dinero (los más de 750.000 euros que cobra en el Sabadell se reducirían a cerca de 200.000 como gobernador), pero no caería tanto como si fuera ministro (hubiera cobrado 79.000). No tendría tanto desgaste reputacional y prácticamente engancharía con su jubilación (tiene 57 años y acabaría con 63. Los mandatos de gobernador son de seis años). Sería una recta final tranquila en una institución de prestigio.
Vegara es del PSC (socialistas catalanes), más fiable para los intereses de Sánchez en ese cargo que Escrivá y es también un buen economista. Si Vegara no quisiera, el relevo de Hernández de Cos podría ser una mujer. Se habla de la catalana Montserrat Martínez Parera, colocada por Calviño como vicepresidenta de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), puesto que ocupa en la actualidad. Cuenta con un buen currículum técnico y es también cercana a los socialistas. Como siempre, Sánchez decidirá lo que le parezca oportuno.