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Fernando Rayón
Fernando Rayón

La venganza de Yolanda Díaz: del subsidio de desempleo al salario mínimo pasando por Grifols

La realidad es que la coalición del Gobierno sale tocada tras los decretos económicos aprobados

Actualizada 04:30

Montaje de Yolanda Díaz y Cesar Alierta

Montaje de Yolanda Díaz y Cesar AliertaPaula Andrade

Si alguno echa un vistazo a los periódicos de ayer es fácil encontrar a la vicepresidenta segunda Yolanda Díaz celebrando triunfal junto a los sindicatos una subida del salario mínimo interprofesional (SMI) del 5 %, que lo situará en los 1.134 euros brutos mensuales. Un incremento desde 2018 del 54 %. Ahí es nada. Pero el acuerdo no era más que una cortina de humo. Una carísima cortina de humo. Y no solo porque se había cerrado sin el acuerdo con las patronales CEOE y Cepyme, que proponían un alza del 4 %, además de la indexación de la subida en los contratos públicos, y bonificaciones para el sector agrario, sino porque pretendía tapar el fiasco de la ministra de Trabajo en el Congreso cuyo decreto sobre los subsidios fue tumbado por los cinco diputados de Podemos, sus compañeros de coalición electoral. La venganza no se servía en plato frío sino calentita y a la primera oportunidad.

Así las cosas, la Vice tuvo que buscarse la vida a la carrera. De nada sirvió que la CEOE anunciara que la medida dejaría en «pérdidas o incluso en la quiebra a muchas empresas» sobre todo a pymes y autónomos; o que «perjudicaría la inversión y el empleo». El Gobierno necesitaba una foto y Yolanda también, que para eso tiene pronto elecciones en Galicia. Pero vayamos por partes.

Resulta curioso que PSOE y Sumar negociaran cada decreto por su cuenta

La votación de los reales decretos por el Congreso prometía ser algo más que una votación. El Gobierno negociaba contrarreloj para que Junts apoyase sus medidas mientras que los independentistas catalanes reiteraban una y otra que vez que votarían en contra. Y mientras el PSOE se afanaba en conseguir sus votos como fuera, Yolanda Díaz y Sumar hacían lo propio para sacar adelante el decreto de reforma del subsidio del desempleo, que finalmente fue el único de los tres que fracasó y decayó. Los cinco diputados de Podemos, consideraban que se producía un recorte en las prestaciones de los mayores de 52 años y no estaban dispuestos a apoyarlo. Resulta curioso que PSOE y Sumar negociaran cada decreto por su cuenta, sobre todo porque, desde hacía días, Podemos ya había anunciado su oposición al real decreto.

Sumar retrasó la negociación hasta el último momento, y el PSOE se quedó al margen. Minutos antes de la votación, el secretario de Estado de Trabajo, Joaquín Pérez Rey, ofreció una oferta in extremis a Podemos. Los morados ya habían avisado de que los diputados que votaban de manera telemática lo harían a las 14.30 horas. Pues bien, 45 minutos antes de ese límite llegó la oferta. Pérez Rey aceptaba que el real decreto se tramitara como proyecto de ley para así, introducir una enmienda sobre los desempleados de más de 52 años. Pero la propuesta fue rechazada por Podemos pues pensaban con razón que tanto Junts como el PNV votarían en contra y la modificación no saldría adelante. Y votaron en contra. La venganza contra Yolanda Díaz se consumaba.

En Sumar están molestos con el PSOE y lo poco y mal que ayudaron en las negociaciones

Mientras tanto, Podemos sí había llegado a un acuerdo con el PSOE para aprobar los otros dos decretos a cambio de extender la prohibición de los desahucios hipotecarios hasta 2028. Y aquí está el truco: la votación también necesitaba los votos del PNV y Junts. Pero ahí no estaba Yolanda. Por eso en Sumar están molestos con el PSOE y lo poco y mal que ayudaron en las negociaciones. Alguien pensará que suficiente tenían con lo suyo, pero la realidad es que la coalición del Gobierno sale tocada tras los decretos económicos aprobados.

Sí: económicos. Porque la no aprobación de la reforma del subsidio de desempleo incluía otra serie de medidas no menos importantes. Para empezar, decae el blindaje de los convenios autonómicos que tanta guerra dio en las negociaciones entre el PSOE y PNV en noviembre. Los convenios autonómicos ya no prevalecerán sobre los nacionales ni tendrán mejores condiciones y salarios que estos. La cohesión territorial y la unidad de mercado tienen una nueva oportunidad, al menos hasta que otra ley consiga ser renegociada y aprobada.

En la Bolsa española asistíamos a otro espectáculo, pero este sin que nadie dijera nada

Y mientras el Congreso se partía en dos, y el Gobierno en otros dos o tres, en la Bolsa española asistíamos a otro espectáculo, pero este sin que nadie dijera nada. Estaban a otras cosas. El viernes, al cierre de la Bolsa, la acción de Grifols sumaba una nueva caída del 10 %. Además, y en plena crisis, uno de sus accionistas de referencia, Capital Research, reducía su participación del 5,6 % al 5,1 %.

El martes, el fabricante español de hemoderivados había sido acusado por el fondo bajista Gotham de maquillar sus cuentas y esconder su endeudamiento. La empresa había perdido 3.000 millones de euros en Bolsa: 5.430 millones frente a los 8.400 millones con la que cerró el mercado el lunes. Pero lo asombroso de toda esta movida es que hasta el miércoles la CNMV, presidida por Rodrigo Buenaventura, no dio señales de vida en forma de requerimiento. En éste se hacían una serie de preguntas a Grifols que debía contestar en diez días naturales -hasta el 20 de enero- para aclarar el entramado de sus empresas. El cuestionario llegaba después de tres comunicados de Grifols al informe de Gotham que no habían conseguido más que complicar las cosas.

Todo un mensaje a nuestros empresarios: si les ataca un fondo, no esperen muchas ayudas

Pero si la Comisión Nacional del Mercado de Valores llegaba tarde, el ministro de Economía, Comercio y Empresa –ojo: de Empresa–, Carlos zapatillas Cuerpo, se daba mus y remitía al supervisor sin tomar ninguna medida: «Desde el Ministerio lo que queremos transmitir es un mensaje de prudencia y de cautela» y afirmaba que la CNMV ya estaba analizando la información de Grifols, cosa que tampoco era verdad. Grifols se ha tomado en serio lo de los diez días antes de enviar nada.

Todo un mensaje a nuestros empresarios: si les ataca un fondo, no esperen muchas ayudas. Mejor salir a la carrera. Algunos ya tienen las zapatillas puestas.

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