La realidad económica, Sánchez y su ciencia ficción
El presidente del Gobierno alardeó en Davos de la economía española, pero la realidad es bien diferente
Pedro Sánchez, en la parte económica de sus compromisos con sus socios para seguir siendo presidente, ha prometido un conjunto de promesas económicas inviables, que sólo generarán más gasto, déficit y deuda, acrecentando el carácter insostenible de las cuentas públicas españolas, tal y como vamos viendo a cada paso que da. Sus promesas de más gasto público para lograr la investidura incrementarán el desequilibrio presupuestario.
Sánchez alardeó en Davos de la economía española, pero la realidad es bien diferente. Sánchez dijo que la economía española va mejor porque crece más, reduce más su inflación, disminuye su déficit y baja impuestos a las rentas bajas, cuando sucede todo lo contrario: si ahora hay mejores datos de crecimiento es por venir de niveles más bajos; si se reduce la inflación es por venir de niveles más altos –en ambos casos, efecto base–; el déficit no lo reduce, sino que lo deja prácticamente igual pese a recaudar por la inflación 32.000 millones más; y los impuestos los sube, especialmente a las rentas más bajas, al establecer ayudas regresivas. Y decir que la Bolsa va bien por su gestión muestra un claro desconocimiento de los mercados y la economía.
La inflación mantiene su tendencia ascendente y sube, sí, sube, por mucho que el Gobierno trate de hacernos ver que lo blanco es negro. Los datos del IPC de diciembre muestran que la inflación mensual no baja y que la subyacente sube casi 3 décimas.
Eso hace que durante muchos meses los alimentos estén aumentando a doble dígito interanual y a que el crecimiento acumulado de la inflación sea tremendamente alto. Así, el IPC ha aumentado un 16,75 % desde que gobierna Sánchez, mientras que la subyacente, en ese período, ha aumentado un 15,06 %.
Por su parte, el crecimiento económico se desacelera, desgraciadamente, cada vez más, diga lo que diga el Gobierno. Puede festejar los datos de la EPA o los del PIB, pero la EPA nos devuelve una ralentización en el empleo y el PIB nos muestra cómo la actividad económica se frena con intensidad, pese a referirse al trimestre donde la campaña de verano tiene más impacto y haber sido ésta especialmente buena. Sin embargo, ni eso ha sido suficiente para poder impulsar con firmeza la economía.
Así, el PIB crece un 0,3 % en el IIITR-2023 –tanto en avance como en principales agregados–, que supone una décima menos que en el IITR, pero realmente son dos décimas menos, porque el INE dio un crecimiento del 0,4 % para el IITR en el avance de julio, pero lo elevó al 0,5 % en los principales agregados publicados el veintidós de septiembre, y ahora rebajan de nuevo al 0,4 % la cifra del segundo trimestre, poco más de un mes después.
En cualquier caso, el IIITR se desacelera claramente, también en tasa interanual, que crece un 1,8 % –tanto en avance como en principales agregados–, dos décimas menos que en el IITR, aunque son cuatro décimas menos que en el dato que el INE atribuyó al IITR en la revisión de hace un mes y medio y que ahora rebaja tras haberla subido hace unas semanas.
El consumo de los hogares no repunta, cae la inversión un 0,6 % la demanda nacional se desacelera, creciendo un 0,8 % trimestral, una décima menos que el trimestre anterior, y el sector exterior continúa con su caída, al descender las exportaciones un 4,1 % y las importaciones un 2,9 %. Eso es fruto de la pérdida de poder adquisitivo en el caso de las importaciones y del descenso de la renta de nuestros socios comerciales y pérdida de competitividad de las empresas españolas en el caso de las exportaciones.
Eso nos lleva a que el número de horas efectivamente trabajadas se queda plano, en un 0,1 % trimestral, que es 1,4 puntos menos que el trimestre previo, al tiempo que la productividad por puesto de trabajo a tiempo completo cae un 1,6 % interanual y la productividad por hora efectivamente trabajada cae un 0,1 % interanual.
Los costes laborales, asimismo, crecen un 6,5 % interanual –seis décimas más que en el avance–, que puede presionar a la inflación en un efecto de segunda ronda, en espiral precios-salarios.
Mientras, la deuda no para de crecer y se acerca a los 1,6 billones de euros, con casi 420.000 millones de euros de incremento en este quinquenio, según las notas iniciales de endeudamiento de las AAPP (Administraciones Públicas) emitidas por el Banco de España. La deuda supera ampliamente los 1,5 billones de euros, con 400.000 millones de euros de incremento desde que gobierna Sánchez, según las notas iniciales de deuda de las AAPP emitidas por el Banco de España con carácter mensual.
Mientras, los ingresos ya hemos visto cómo empiezan a flaquear en los últimos meses, según los informes mensuales de recaudación de la AEAT (Agencia Tributaria), hecho que agrandará el déficit debido al extraordinario incremento de los gastos estructurales.
Al mismo tiempo, la economía internacional también se ralentiza, quedándose plana la eurozona y entrando Alemania en recesión, que afectará a las exportaciones españolas. Dado que el sector exterior y el gasto público es lo que ha mantenido a flote a la economía española, una caída de las exportaciones y el necesario y deseable recorte del gasto para cumplir con las reglas fiscales hará que la economía española merme en su crecimiento. Eso se debe a que Sánchez no ha realizado ni una reforma estructural que permita mantener a flote la economía e impulsar la prosperidad por sí misma. La inseguridad jurídica creada por el Gobierno perjudicará aún más la inversión empresarial.
Ésa es la realidad de la economía española, frente a la economía de ciencia ficción que el presidente Sánchez repite una y otra vez, de manera insistente, pero de manera errónea en todas las ocasiones.
José María Rotellar es profesor y director del Observatorio Económico de la Universidad Francisco de Vitoria.