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José María Rotellar

Las correcciones del INE: Estadística no puede llegar a ser «el otro CIS» del Gobierno

Es un organismo muy serio y no puede dejar que haya ni una sombra de duda sobre los datos que ofrece. Nos jugamos el prestigio estadístico de casi dos siglos

La estadística es una ciencia esencial para poder tomar decisiones en el día a día y ver los efectos que éstas producen, sus posibles desviaciones y correcciones a realizar. Especialmente importante son todas las estadísticas oficiales que miden la actividad económica y el mercado de trabajo.

Por eso, es vital que los organismos estadísticos sean completamente pulcros e independientes en su labor, de manera que no se produzcan filtraciones, en primer lugar, y, en segundo lugar, que los datos obedezcan al máximo rigor técnico. Es decir, puede haber equivocaciones, pero no manipulación si lo que se quiere es contar con una estadística fiable y comparable en el contexto nacional e internacional.

Las revisiones de algunos de sus indicadores son normales y habituales, conforme se va contando con una información más fina que permite ajustar dichos indicadores, para que estos últimos den la imagen más real de la evolución de la magnitud medida. De esta manera, en la contabilidad nacional la revisión es un hecho normal que sucede durante un período de alrededor de cuatro años, que comienza con el avance del PIB en contabilidad nacional trimestral, continúa con los principales resultados, le sigue la publicación de los principales agregados de la contabilidad nacional, y así sucesivamente hasta que el dato se asienta y se pueden construir de manera perfecta el marco input-output del ejercicio en cuestión, al cabo, como digo, de alrededor de cuatro años.

Por tanto, nada que objetar a que se produzcan revisiones al respecto, que es normal. Ahora bien, esas revisiones buscan mejorar el dato conforme se cuenta con un mayor número de indicadores para poder ajustarlo, pero la revisión es una mejora del dato, hacia arriba o hacia abajo, en términos de exactitud, pero sobre la base de un dato inicial calculado también de manera muy escrupulosa y técnica y que, por tanto, estará siempre bastante cerca del dato definitivo.

Los datos de crecimiento trimestral del primer, segundo y tercer trimestre han sufrido constantes variaciones

En este sentido, llama la atención que analizando el año 2023, los datos de crecimiento trimestral del primer, segundo y tercer trimestre han sufrido constantes variaciones en prácticamente cada una de las sucesivas publicaciones de datos, especialmente el primer y segundo trimestres. Por ejemplo, en las siete ocasiones en las que se ha contado con datos del primer trimestre, el mismo ha evolucionado desde un 0,5 % inicial hasta ese mismo 0,5 % en los datos de avance del cuarto trimestre de 2023, pero subiendo y bajando entre el 0,5 % y el 0,6 %.

Su evolución interanual comenzó en el 3,8 % para terminar en el 4,1 %. Del mismo modo, subió antes al 4,2 % para bajar después y estabilizarse en el mencionado 4,1 %, con un grado de variación mucho menor que el ocurrido en las revisiones trimestrales, de manera que hay revisiones en las que se mueve el dato trimestral pero no el interanual.

Lo mismo sucede con el IITR, que trimestralmente ha ido pasando del 0,4 % inicial al 0,5 % final, con sucesivas subidas y bajadas.

De nuevo, el dato interanual pasa del 1,8 % al 2 % final, con un pico máximo en el 2,2 %, pero estabilizándose en el 2 % mientras se producían subidas y bajadas en el dato trimestral. Por ejemplo, el dato trimestral pasa del 0,5 % en los principales agregados del segundo trimestre al 0,4 % en el avance del tercer trimestre, para quedarse ambos en esas cifras de crecimiento, salvo en la última revisión: el crecimiento trimestral pasa del 0,4 % en los principales agregados del tercer trimestre al 0,5 % en el avance del IVTR, pero el dato interanual se queda en el 2 % en ambas revisiones.

Y si observamos el tercer trimestre, pasa del 0,3% trimestral en las dos primeras publicaciones del dato, para cerrar en el 0,4% en el avance del cuarto trimestre.

Esa variación del dato trimestral origina que también se revise el dato interanual del 1,8 % al 1,9 %.

Es decir, es normal que, por ejemplo, en el dato del PIB que arroja la contabilidad nacional, pueda producirse una modificación al alza o a la baja, pero llama la atención que haya constantes variaciones hacia arriba y hacia abajo con los datos de crecimiento del mismo trimestre.

Ya hace unos meses se produjo otra variación de gran importancia en términos de dato de la totalidad del año. Como digo, esas revisiones son habituales, pero no suelen ir más allá de unas de unas décimas, difícilmente más allá del medio punto, muy complicado que llegue al punto, pero, desde luego, de esa magnitud máxima. Una revisión mayor supondría o que el dato inicial estaba pésimamente calculado o que la revisión puede adolecer de criterios técnicos. En ambos casos, el problema sería grave: en el primero, de pericia técnica; en el segundo, de independencia.

En cuanto a la contabilidad nacional, se detectó una variación en las revisiones mayor de lo habituales

La modificación de casi un punto del dato de 2021 (0,9 puntos) se sale fuera de lo habitual, en el límite de lo aceptable…

…que es de 1,4 puntos desde el primer dato de avance que se publicó de dicho año.

Variación del dato del PIB

Eso eleva también el PIB nominal enormemente, que mitiga la deuda sobre el PIB en unas décimas de manera artificial, mientras sigue incrementándose en valores absolutos.

Todo eso, junto con la destitución en forma de dimisión forzada, en su día, del presidente del INE, no es lo mejor para generar confianza y credibilidad, que debe ser sagrada en todo ámbito, especialmente en estadística. Con todo ello, el Gobierno perjudica a la investigación y el análisis, al generar incertidumbre, pues la variabilidad de las revisiones son extraordinariamente elevadas; y generan inseguridad jurídica, porque siembran dudas sobre la independencia de los organismos que han de velar por la fiabilidad de los datos, independencia que ha de ser sagrada, como digo.

El INE es un organismo muy serio y no puede dejar que haya ni una sombra de duda sobre los datos que ofrece. Nos jugamos el prestigio estadístico de casi dos siglos –desde el primer antecedente del INE, la Comisión de Estadística del Reino, creada bajo el reinado de Isabel II, el tres de noviembre del 1856– y el rigor de las cifras. El Gobierno debe comprender que la independencia estadística es, insisto, sagrada y que no se debe producir ni intromisión ni pérdida de comparación –como por ejemplo ha sucedido en el paro registrado al no conseguir todavía el Ministerio de Trabajo publicar cuántos fijos discontinuos están en período de inactividad y no engrosan las listas del paro registrado–También es positivo que entienda que no se puede deslizar ningún detalle de ninguna publicación hasta el momento en el que se publique oficialmente –y hemos oído al ministro anunciar el día antes lo buenos que iban a ser los datos del PIB del IVTR–. El INE debe mantener su sagrada y esencial independencia y el Gobierno no puede tener la tentación de tratar de convertirlo en «su» CIS estadístico.

Estoy seguro de que el INE, sus directivos y profesionales velarán por el mantenimiento de esa independencia, pero no está de más advertir de los riesgos que cambios abruptos y no explicados en los indicadores pueden tener para el prestigio, la credibilidad y la confianza en los organismos estadísticos.

Confío en que la independencia estadística de estos casi dos siglos se mantenga y que cualquier cambio que se produzca se explique detalladamente, con toda base técnica y que permita la comparación homogénea de las series. Seguro que así será, porque lo contrario sería gravísimo.

  • José María Rotellar es profesor de economía y director del Observatorio Económico de la Universidad Francisco de Vitoria