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José María Rotellar

El necesario retorno del 'santo temor del déficit' frente al dopaje 'sanchista' de la economía

La Comisión Europea tiene que hacer un seguimiento intenso de la ejecución presupuestaria española, para evitar que se desvíe a base de dopar a la economía española de manera insana

Don José Echegaray, ministro de Hacienda. Diario de sesiones de Las Cortes de 20-11-1905, página 695 del número 29.

«(…) le hemos perdido el miedo al déficit y esto es un gran peligro. Para el creyente, la salvación está en el santo temor de Dios; para todo ministro de Hacienda, para los Gobiernos, para las Cámaras, para el país, que es el que en último resultado comunica aliento e impulso a las Cámaras, a los Gobiernos y a los ministros de Hacienda, la salvación está en el santo temor del déficit. Y si no queréis hacerlo santo, decid en el patriótico temor del déficit».

Bien podría servir la advertencia de Echegaray para describir la situación de los últimos años, con la diferencia de que entonces se alcanzó el equilibrio presupuestario e incluso se alcanzó el superávit, y ahora, no. Entonces, se atajó el problema de la deuda pública, que había llegado al 120 %, con distintos saldos positivos de cada ejercicio que la fueron reduciendo. Ahora, con una cifra similar, se acrecienta el gasto y se mantiene el déficit.

Entonces, tanto Villaverde como Echegaray sabían que no se podía gastar más de lo que se ingresaba, porque hacerlo es el camino directo al colapso presupuestario. Ahora, pese a las dificultades en las que se encuentra la economía española, con grandes desequilibrios y con casi 1,6 billones de deuda pública, el gasto se incrementa, con promesas que pueden arruinar a la economía española.

Tanto Villaverde como Echegaray sabían que no se podía gastar más de lo que se ingresaba, porque hacerlo es el camino directo al colapso presupuestario

El sanchismo ha creado una economía dependiente del sector público. Al contrario de lo defendido y aplicado por Fernández-Villaverde y Echegaray hace más de cien años, Sánchez no es que no tenga temor al déficit, sino que se siente cómodo en el déficit, a lomos de un gasto desmedido con el que trata de mantener viva una economía que languidece estructuralmente.

Llevamos viviendo muchos años con un gasto público desmedido en España, redoblado por la flexibilidad de la Unión Europea con el incumplimiento de los objetivos de estabilidad presupuestaria, que ha tenido cuatro años suspendidos. Desde la anterior crisis, toda esa disciplina se ha perdido: varios de los diferentes países de la Unión Europea, por ejemplo, no terminan de alcanzar el equilibrio presupuestario, es habitual que los distintos gobiernos nacionales –como hizo el presidente Sánchez antes de la pandemia, cuando no se encontraba suspendido el pacto de estabilidad– traten de renegociar sus objetivos de déficit y deuda, para que la Comisión Europea les conceda un mayor margen, flexibilizando, así, su cumplimiento.

Llevamos viviendo muchos años con un gasto público desmedido en España

En España, desde que Sánchez llegó al Gobierno y, especialmente, desde que formó uno de coalición con Podemos, su empeño en incrementar el gasto público es una cuestión que aparece en cada declaración gubernamental. Cuando gobernó con profusa utilización del real decreto, aprobó medidas que venían a suponer casi 10.000 millones de euros de manera estructural, en aquello que el Ejecutivo llamó los viernes sociales y la oposición bautizó como viernes electorales, pues fueron decisiones tomadas con carácter previo a la celebración de las elecciones de abril de 2019, una vez ya convocadas las mismas.

Con la pandemia, aceleró el gasto hasta un déficit de dos dígitos, con el problema añadido de convertir la mayor parte de ese gasto en estructural. Ahora, sigue incrementando el gasto con la excusa de no dejar a nadie atrás, cuando está haciendo que toda España quede rezagada, además de endeudada para varias generaciones.

Con la pandemia, aceleró el gasto hasta un déficit de dos dígitos,

En 2024, tiene que cumplir con las reglas fiscales, pero si lo hace, al haber dejado mermada a la economía productiva por la anestesia del gasto público, al retirar este último, el crecimiento artificial se le caerá, con lo que hay una alta probabilidad de que incumpla los objetivos de estabilidad.

Por eso, la Comisión Europea tiene que hacer un seguimiento intenso de la ejecución presupuestaria española, para evitar que se desvíe a base de dopar a la economía española de manera insana, con un gasto que no se puede sostener, con un déficit estructural creciente, y con una deuda que puede darle problemas a la economía española. Es esencial que, de una vez por todas, la UE deje de ser flexible con Sánchez o los desequilibrios que acentuará en la economía española perjudicarán al conjunto de la zona euro y de la UE.

  • José María Rotellar es profesor y director del Observatorio Económico de la Universidad Francisco de Vitoria