Sabadell desestima la oferta de compra de BBVA: prefiere volar libre
La decisión pone en una situación complicada al presidente de BBVA, Carlos Torres, que fracasa en su segundo intento de conquistar a la entidad catalana
El Consejo de Administración de Banco Sabadell ha rechazado esta tarde por unanimidad la oferta de compra propuesta por BBVA el pasado martes. La entidad catalana ha preferido volar sola avalada por su buena trayectoria en los últimos años, y en todo caso estudiar una operación con un banco de tamaño inferior que le coloque como una de las cuatro grandes entidades financieras de España.
En un hecho relevante enviado a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), la entidad explica las razones de su rechazo: «El Consejo considera que la propuesta infravalora significativamente el proyecto de Banco Sabadell y sus perspectivas de crecimiento como entidad independiente. El Consejo confía plenamente en la estrategia de crecimiento de Banco Sabadell y en sus objetivos financieros, y es de la opinión de que la estrategia de Banco Sabadell como entidad independiente generará un mayor valor para sus accionistas. Asimismo, la caída significativa y la volatilidad del precio de la acción de BBVA en los últimos días genera una incertidumbre adicional sobre el valor de la propuesta». Por todo ello, estiman que la propuesta no es interesante ni para los accionistas ni para los empleados.
Fuentes de BBVA han lamentado «que el Consejo de Banco Sabadell haya rechazado una oferta tan atractiva».
La situación del Sabadell ha cambiado
El consejero delegado de Banco Sabadell, César González-Bueno, recordaba en febrero cómo «hace tres años había preocupación por el futuro de la entidad. Ahora hay confianza y sentimiento de pertenencia». La situación del banco ha cambiado, y ahora se siente fuerte, como se vio en los recientes resultados presentados a final de abril: anunciaba 308 millones de beneficios hasta marzo, un 50 % más que en el mismo periodo de 2023, con un crecimiento del 11,9 % del margen de intereses, y con ganancias también en su filial inglesa TSB, hasta ahora su gran punto débil.
En este contexto llegó la oferta no solicitada de BBVA, que no se ha ajustado al procedimiento tradicional de este tipo de operaciones. Para ser amistosas, se ven precedidas de conversaciones-negociaciones entre las partes, pero en este caso no las ha habido.
Junto a su deseo de seguir volando libre y convertirse en el cuarto gran banco de España, en la decisión de Sabadell pueden haber pesado otras cuestiones, según algunas fuentes. La primera es el riesgo que representan México y Turquía dentro del balance global de BBVA. En cuanto a México, el banco de BBVA en el país, Bancomer, representa un 50 % de los beneficios del grupo; una dependencia excesiva que podría plantear problemas si hubiera algún inconveniente en la región.
Y en cuanto a Turquía, Garanti gana cada vez menos dinero en euros, y no genera valor desde hace catorce años. A ello hay que unir las inversiones de BBVA en Venezuela y Argentina, que son un lastre y el banco no ha podido o no ha querido desprenderse de ellas.
Por otra parte, BBVA no muestra en España los mejores ratios financieros si se le compara con otras entidades.
Una oferta en metálico habría sido más interesante
BBVA ofrecía el pago en papel con sus propias acciones, pero la oferta de una prima del 30 % parecía insuficiente si se tiene en cuenta la trayectoria de rentabilidad del Sabadell en los últimos años y en el primer trimestre de 2024. Fuentes del sector estiman que hubiera sido más atractiva una oferta en metálico con una prima fuerte sobre el precio actual del Sabadell (no el promedio). El problema es que BBVA tendría difícil realizarla porque ha gastado en Garanti y en muchas recompras de acciones el dinero que obtuvo por vender su negocio en Estados Unidos. Como consecuencia, tendría que ampliar capital para poder pagar en efectivo a los accionistas del Sabadell.
Problemas para la competencia
Por otra parte, una fusión BBVA-Sabadell reduciría la competencia en el mercado bancario español. CaixaBank y la entidad fusionada dominarían más del 70 % del negocio. Es un dato importante, pues los bancos extranjeros y las entidades españolas restantes perderían capacidad de plantear competencia.
BBVA lleva tiempo con una estrategia poco consistente. Diversas fuentes lo atribuyen a cuestiones como el solapamiento de las competencias del consejero delegado y el presidente de la entidad o a la evolución del caso Villarejo, en el que la entidad sigue imputada.
Mientras tanto, el Sabadell cotiza ahora al 80 % de su valor contable, cuando en 2020 cotizaba al 20 %, y sigue con una trayectoria alcista. Aprovechó la larga etapa de tipos de interés negativos para reestructurar su operativa bajando los costes de explotación; mejoró tecnológicamente y se digitalizó, de modo que hoy se realizan muchas operaciones digitales con poco coste; saneó su balance, reduciendo los saldos de morosidad y vendiendo activos adjudicados, y rentabilizó su filial británica TSB, que hoy gana dinero.
Por todas estas razones, no es de extrañar que el Consejo de Administración haya decidido rechazar la oferta. Los accionistas de Sabadell tenían pocos beneficios que extraer de la operación ante las perspectivas de la entidad en el medio y largo plazo. «Se convertirían en accionistas de un banco con una estructura de balance muy desequilibrada y con una operativa geográfica inestable», señala una fuente del sector. Al no hacerlo, puede convertirse en un vector de consolidación del sistema bancario español que aumente la intensidad competitiva si realiza una operación de fusión o adquisición con otra entidad de menor tamaño.
La pregunta ahora es qué hará el presidente de BBVA, Carlos Torres, tras fracasar en su segundo intento de hacerse con la entidad financiera catalana (el primero fue en 2020).