La semana económica
Más que en cohete, la economía española va en patinete
El Gobierno trata de infundir optimismo y confianza, pero los hechos invitan a ser prudentes y buscar soluciones
Los cohetes de la NASA o de cualquier otro operador o agencia espacial vuelan a unos 28.000 kilómetros por hora (7,8 kilómetros por segundo), pero la velocidad de recuperación de la economía española se ha parecido más a la de los patinetes eléctricos, que circulan a un ritmo de entre 6 y 25 kilómetros a la hora. Aunque a todos nos hubiera gustado recuperarnos como un cohete, la realidad es que España ha sido de los últimos países de la Unión Europea en volver a tener un Producto Interior Bruto (PIB) al nivel previo a la pandemia. Ahora crecemos por encima de la media europea, pero en 2020 fuimos los que más caímos (un 10,8 %). Si medimos el crecimiento del PIB en términos reales o constantes entre los años 2019 y 2023, el tiempo que Pedro Sánchez lleva en el Gobierno, el PIB español ha crecido un 2,48 %, frente al 3,60 % de la eurozona y el 3,93 % de la UE, según los datos de Eurostat.
La recuperación de España se compara mejor con un patinete que con un cohete, porque además su carga se ha incrementado y va a arrastrar varios pesos que harán más difícil que coja velocidad.
La deuda, que pagaremos todos los españoles, ha aumentado en más de 450.000 millones de euros desde que llegó Sánchez
El primero es la deuda pública. El Gobierno dice con frecuencia que ha bajado aludiendo al porcentaje que supone sobre el Producto Interior Bruto (PIB), algo que es cierto, pero nunca habla del crecimiento del montante total de la deuda española. En marzo, último mes disponible según el recuento del Banco de España, hemos batido un nuevo récord histórico: 1,61 billones de euros; 10.401 millones más que el mes anterior (que también supuso un récord), 77.600 millones más que hace un año y 456.000 millones más que cuando llegó Pedro Sánchez al Gobierno en junio de 2018. La deuda per cápita en España es de 33.127 euros, cuando en el año 2000 rondaba los 9.000 euros. Desde luego esta deuda hay que pagarla, y la abonamos los españoles. De ahí que España haya sido el segundo país de la Unión Europea en el que más han aumentado los impuestos entre los años 2019 y 2023. Hacienda recaudó en 2023 16.500 millones más que en el año anterior, hasta alcanzar los 271.935 millones de euros, gracias al incremento de precios producido por la inflación, entre otras cuestiones. Estos ingresos no han servido para reducir el déficit del Estado hasta el límite del 3 % que pide Europa. Cerramos 2023 con un déficit de 53.556 millones de euros, el 3,66 % del PIB.
El segundo obstáculo es la pérdida de poder adquisitivo de las familias. Si la inflación y los impuestos crecen y los salarios no aumentan lo suficiente guiados por una mejora de la productividad, la capacidad de compra de las familias disminuye. La renta de los españoles en paridad de poder de compra respecto a la media de los veintisiete países de la UE ha caído entre 2018 y 2022 según los datos de Eurostat. Buena parte de culpa la tiene la inflación, que acumula una subida del 19 % en los precios desde que Sánchez llegó al poder. Los alquileres han subido alrededor de un 79 % en el último año, según el portal inmobiliario Idealista. El aceite de oliva suma una subida del 68 % en un año y la fruta de algo más de un 17 %.
El paro real es mayor del registrado, según algunas fuentes, y las pensiones no van bien encaminadas, afirman algunos especialistas
La tercera piedra de este círculo vicioso es el paro. El Gobierno dice que tenemos muy buenas cifras de empleo, 21 millones de afiliados a la Seguridad Social, pero informes como el de la Fundación de Estudios de Economía Aplicada (Fedea) o el sindicato USO cifran el paro real claramente por encima del paro registrado del que habla el Gobierno. Las dudas sobre los fijos discontinuos inactivos tienen la culpa, a los que hay que añadir unos índices preocupantes de pluriempleo y menor duración de los contratos. España es la peor de la Unión Europea en paro general, paro juvenil y muestra datos tan poco edificantes para este Gobierno como el que sigue: seis de cada diez personas subempleadas en España son mujeres, según Infojobs (personas subempleadas son aquellas que trabajan a tiempo parcial pero querrían trabajar más horas). El Banco de España reconoce que entre el cuarto trimestre de 2019 y el último trimestre de 2023 se han creado en España 1,28 millones de puestos de trabajo, de los cuales 783.000 fueron en 2023, y que la tasa de empleo (en relación con la población de 16 a 64 años) ha aumentado un 2,2 % (del 63,7 % al 65,9 %). Sin embargo, resalta que la mayor parte del aumento fue en el sector público (340.000 nuevos asalariados, a un crecimiento anual del 2,4 % frente al 1,7 % del privado), que el crecimiento de horas efectivamente trabajadas ha sido sensiblemente menor que el de ocupados y que el promedio de horas trabajadas por ocupado ha disminuido, y que la productividad del trabajo apenas ha aumentado. Este factor, junto con el crecimiento de la remuneración por asalariado, ha impulsado el crecimiento de los costes laborales unitarios por encima de la media en la UE. Es algo que preocupa al Banco de España y perjudica la creación de empleo.
Seguramente como consecuencia de varios de estos factores, y de la incertidumbre que rodea a la legislación, la inversión tampoco va bien en España. Su dinamismo sería clave para el crecimiento de la economía y la creación de puestos de trabajo. Como recordaba ayer en nuestro podcast el economista José María Rotellar, la inversión (formación bruta de capital fijo) sigue por debajo, en términos constantes o reales, de los niveles previos a la pandemia. Como reconoce el Banco de España en su último informe, España ha sido la única economía de la Unión Europea en la que ha caído la inversión al comparar la brecha con 2023 de las tasas de inversión entre los años 2019 y 2022. Entre los factores que habrían lastrado el dinamismo de la inversión en España, indican que cabe destacar la elevada incertidumbre sobre las condiciones económicas –de acuerdo con la Encuesta del Banco de España sobre la Actividad Empresarial (EBAE): la encuesta a los empresarios–, el impacto acumulado del aumento de los tipos de interés del crédito a empresas –que se habría intensificado a lo largo del año en mayor medida que en el caso del crédito al consumo– y el retraso en la ejecución de los fondos europeos Next Generation respecto a lo inicialmente previsto.
La situación preocupante de la deuda y el déficit, la falta de inversión o las dudas con el paro conectan con otras necesidades que necesitan muchos recursos económicos, como son las pensiones. Sánchez ha disparado el gasto, y aun así hay partidas sensibles como las pensiones sobre cuya viabilidad hay dudas. Como explicaba el experto Ángel de la Fuente en nuestro podcast, la reforma impulsada por José Luis Escrivá durante el Gobierno de Sánchez «no ayuda a mejorar la salud financiera del sistema de pensiones, sino más bien a deteriorarla con rapidez».
El problema, como dice este especialista, no es que se vaya muy lento con la reforma. Consiste en que su orientación es errónea, y no encarrila la solución como debería esperarse, algo que ocurre también con el empleo.
Mientras haya dinero, ningún político recortará las pensiones, pero De la Fuente teme que acaben absorbiendo todo los recursos en los que hoy entran otras ayudas como las dirigidas a dependencia o a las familias; todo ello mientras el Gobierno sigue sin reducir un gasto superfluo que el Instituto de Estudios Económicos estima en 60.000 millones de euros.