Las empresas urgen a un cambio de rumbo en Europa tras el ‘sorpasso’ de China: «Nos estamos quedando rezagados»
La Unión Europea suponía el 25,84 % del PIB mundial en 1980, mientras que en la actualidad representa el 14,17 %
«Estados Unidos innova, China replica y la UE regula». El viejo aforismo cada vez tiene menos valía, pero no porque la Unión Europea salga de su letargo, sino por el creciente peso de China como pionera tecnológica. Mientras tanto, el Viejo Continente continúa perdiendo peso a nivel mundial.
Según datos del Fondo Monetario Internacional (FMI), mientras que los países que hoy integran la Unión Europea suponían el 25,84 % del PIB mundial en 1980, en la actualidad representan el 14,17 %, un porcentaje que se recortará hasta el 13 % en 2026. En el mismo período nos ha adelantado China: mientras hace cuarenta años suponía el 2,26 % de la economía mundial, hoy ya alcanza el 19 %.
En EE.UU. el declive ha sido ligeramente menor, pasando de suponer el 21,31 % de la economía mundial al 15,5 % en 2024. En paralelo han ganado relevancia los mercados emergentes y las economías en desarrollo.
«Sólo una Europa próspera puede mantener los actuales niveles de vida y bienestar en todo el continente y, sin embargo, la región se ha quedado rezagada con respecto a otras zonas del mundo en cuanto a niveles de crecimiento económico», aseguró el presidente Ericsson, Börje Ekholm, durante la última reunión de la CEO Alliance for Europe en Estocolmo.
Para esta asociación, que agrupa a directivos de gigantes europeos como E.ON, Iberdrola, Scania, Schneider Electric o Volkswagen, «Europa debe empezar a crecer más deprisa mediante inversiones inteligentes y un enfoque a más largo plazo, todo ello en consonancia con el Pacto Verde Europeo».
Este es precisamente uno de los puntales del programa Next Generation, la gigantesca inversión de 750.000 millones que buscaba transformar la economía europea como respuesta al coronavirus, y cuyo reparto concluirá en agosto de 2026.
Informe Letta
Sin embargo, más allá de estas ayudas, desde las compañías europeas son habituales las quejas sobre la enorme carga burocrática que afrontan las compañías europeas, en las que también incidieron los miembros de la CEO Alliance. «Deben abordarse y eliminarse los obstáculos legislativos y administrativos que aumentan la carga burocrática y dificultan la innovación, la salud financiera y el crecimiento, así como la competitividad de las empresas europeas», reclamaron en un manifiesto conjunto.
En este sentido, desde el mundo de la empresa piden aplicar cuanto antes las conclusiones del denominado informe Letta. El ex primer ministro italiano, actual presidente del Instituto Jacques Delors, concluyó tras ocho meses de trabajo y más de 400 reuniones que el mercado único debe adaptarse a los nuevos tiempos y no quedarse estancado en un marco del siglo 20. Entre otras recetas, Letta aboga por avanzar en la unión del mercado de capitales o estimular las inversiones minoristas en empresas del continente, recortando las enormes salidas de capital que cada año lo abandonan con destino a firmas punteras de Estados Unidos.
Invertir en la Unión Europea no puede seguir siendo una carrera de obstáculos
En una reciente cumbre empresarial en Madrid, el propio Letta advirtió de que la pérdida de competitividad de la Unión Europea es «dramática». «Invertir en la UE no puede seguir siendo una carrera de obstáculos. Es urgente actuar», advirtió Letta, que definió su informe como «la caja de herramientas práctica que puede implementarse sin cambiar los tratados comunitarios. «En el mundo pequeño de ayer éramos grandes», aseguró Letta, dado que en 1985, España e Italia juntas tenían el mismo peso económico que China u La India de entonces. Pero «hoy el mundo es grande y somos países medianos, solo Europa nos permite ser grandes y capaces de competir».
Instrumento financiero comunitario
En esta línea, la Alianza por la Competitividad de la Industria Española también ha pedido al próximo Consejo Europeo la creación de un instrumento financiero comunitario. Esta asociación agrupa a los fabricantes de vehículos (Anfac), la industria del refino (AOP), papelera (Aspapel), química (Feique), alimentación y bebidas (FIAB), cemento (oficemen), siderurgia (Unesid) o componentes de automoción (Sernauto).
Dicha asociación cifra en 800.000 millones de euros anuales las necesidades de inversión hasta 2050. «En el actual contexto geopolítico, es preciso diseñar un marco europeo de ayudas a la inversión que evite la distorsión entre Estados miembros, capaz de financiar simultáneamente los costes de capital y operación, dado que un 35% de las tecnologías esenciales para la transición no son todavía económicamente viables ni competitivas», trasladaron en una nota difundida el pasado junio.
«No basta con más ayudas sin una dimensión comunitaria», según su portavoz, Carlos Reinoso, que alerta de que, «mayores ayudas nacionales, dirigidas por los Estados, van en detrimento de países con menor capacidad fiscal y de financiación para poder desplegar esas ayudas. Y es que la integridad del mercado único se ve amenazada por el desigual apoyo que los países de la UE están dando a sus industrias».
A diferencia de Europa, «los Estados Unidos sí han apostado por una política industrial ‘unida’”, según Reinoso. La ley norteamericana de reducción de la inflación (IRA, en sus siglas en inglés), aprobada en agosto de 2022, compromete un gasto de 437.000 millones de dólares en los próximos diez años en Estados Unidos, de los cuales, 369.000 se concentrarán en un programa de acción climática a través de créditos fiscales y ayudas directas. El impacto que se espera es que la IRA influya de forma directa en las decisiones de inversión de los principales sectores industriales intensivos en capital, lo que «pondrá en riesgo tanto las futuras inversiones en Europa como la continuidad de las cadenas de suministro, si no se emula la apuesta industrial del otro lado del Atlántico».