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José María Rotellar

El BCE evita cometer un grave error tras una decisión algo precipitada

Es verdad que la inflación media de la Eurozona desacelera su crecimiento, pero se trata de eso, de una desaceleración en su aumento, no de una bajada

El Banco Central Europeo (BCE) mantuvo este jueves pasado los tipos de interés en el 4,25 %, cumpliendo con las expectativas originadas tras su anterior reunión, tras la bajada de 25 puntos básicos en su reunión anterior. Se ha basado para tomar su decisión en una inflación que, aunque desacelera su crecimiento, se mantiene alejada del objetivo del 2 % de manera persistente y en que el riesgo de que la inflación vuelva a tomar impulso no ha desaparecido y eso hace que el BCE frene su plan de bajadas, sobre todo por la inflación de servicios, que hace que la inflación interna persista. De hecho, la decisión anterior puede que fuese algo precipitada y alejada de la prudencia.

Christine Lagarde, presidenta del BCE.DPA vía EP

Y es que los precios no bajan. Es verdad que la inflación media de la Eurozona desacelera su crecimiento, pero se trata de eso, de una desaceleración en su aumento, no de una bajada. Así, la inflación en junio fue del 2,5 % interanual en la zona euro, con un 2,8 % de subyacente. Por otra parte, si observamos los datos que Eurostat ofrece de dicho indicador en términos intermensuales, vemos cómo los precios crecen un 0,2 %, manteniendo el crecimiento del mes anterior.

De haber relajado más la contracción de su política monetaria, el BCE habría cometido un grave error, a mi juicio. Frenar la lucha contra la inflación, que habría empeorado la evolución de los precios, que ya muestran, actualmente, una gran resistencia a moderar su crecimiento, con una inflación subyacente que no termina de moderarse tanto como debería y con unos repuntes mensuales intensos.

Es probable que al BCE, no obstante, le hubiese gustado continuar el pasado jueves con la rebaja de tipos, pero el problema es que se ha quedado sin tiempo para experimentos de riesgo por su enorme retardo interno a la hora de empezar a combatir el efecto inflacionista.

Si hubiese reaccionado a tiempo, si no hubiese perdido tantos meses repitiendo que la inflación no era más que un fenómeno transitorio, que era una inflación de oferta y que no tenía sentido aplicar una restricción monetaria, probablemente la inflación no se habría enroscado tan profundamente en la cadena de valor, los precios no habrían subido tanto y se habría podido corregir de manera más rápida, con menor intensidad y, por tanto, con un impacto menos negativo en el crecimiento económico.

Si el BCE no hubiese perdido tantos meses, no se habría enroscado tan profundamente en toda la cadena de valor

Hace ya algún tiempo, el BCE se dio cuenta del grave error que cometió entonces, que ha llevado a la inflación a cotas muy elevadas, como no se veía desde hace décadas, que provoca que todavía no se encamine claramente hacia el objetivo de precios y que le deja sin capacidad de recorrido en situaciones complejas, como la de la intensa desaceleración de la economía que se está viviendo en el conjunto de la UE en estos momentos.

Con una inflación persistente, pese a crecer sobre niveles ya muy elevados; con dos guerras activas que pueden provocar problemas de suministros en algún momento, que tensen los precios; con la incertidumbre de las elecciones estadounidenses en el horizonte y las posibles repercusiones económicas que ello puede provocar, el BCE no puede relajarse más y bajar la guardia o corre el enorme riesgo de provocar un daño todavía mayor a la economía.

Por tanto, el BCE debe mantener la lucha contra la inflación sin dudar, pues la subida de precios es uno de los elementos más perjudiciales que hay para la economía, que merma competitividad a las empresas, hace perder poder adquisitivo a las familias y empobrece, en suma, a toda la sociedad, especialmente a las rentas más bajas, debido a su mayor propensión marginal a consumir, que hace que, además, el incremento de impuestos pagados debido a la inflación en proporción a la renta sea mayor que en el caso del resto de ciudadanos.

La lucha debe ir más allá de la subida de tipos

Y esa lucha debe ir más allá de la subida de tipos, ya que éstos deberían subir por el ajuste del mercado al retirar liquidez el BCE, que es lo que tiene que hacer, tal y como dijo, a razón de 15.000 millones de euros al mes de drenaje de liquidez, incluso intensificando dicho drenaje en cuanto sea posible. Sólo así podrá lograrse una mayor eficiencia en lograr embridar la inflación, a lo que ayudaría, y mucho, que el sector público redujese el gasto para no interferir en la transmisión correcta de la política monetaria del BCE. Eso es algo que debería aplicarse especialmente el gobierno español, que es el que con más intensidad incrementa el gasto público y que, al hacerlo, entorpece que la política monetaria del banco emisor pueda tener un efecto más rápido y certero.

Por todo ello, con independencia de que el BCE deba estar vigilante y actuar rápido si cambian las circunstancias económicas, no debe relajar más todavía su política monetaria, porque si lo hace la inflación puede repuntar, generando un problema de precios todavía mayor al actual, afectando a la economía y al empleo. Nunca debe olvidar que su único objetivo es la estabilidad de precios, ninguno otro, al tiempo que no puede avanzar mucho en las bajadas si la FED sigue sin hacerlo, porque el euro se depreciaría y eso podía impactar en el coste de las importaciones, que aumentaría, que sería preocupante en las que son muy inelásticas, como las energéticas, muchas de ellas compradas en dólares.

  • José María Rotellar es profesor de Economía y director del Observatorio Económico de la Universidad Francisco de Vitoria