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Lu Tolstova

De camisetas para universitarios a reformas de paradores: el gran despilfarro de los fondos públicos y europeos

Más allá de que el dinero invertido pueda tener su justificación en algunos proyectos, en otros parece difícil verla

Los fondos europeos Next Generation prometían ser la gran solución a los males de una economía española aquejada por la pandemia, pero de momento su eficacia está siendo más que cuestionable.

Nuestro país recibirá 163.000 millones de Europa por este programa (79.000 millones a fondo perdido y 84.000 en créditos blandos), pero hasta ahora los pagos efectivamente realizados han sido de un 45,5 % de lo previsto en el año 2021, un 39,6 % en 2022 y un 27,3 % en 2023. A la economía real apenas han llegado 20.000 millones de euros, un 75 % menos de lo esperado, como ha concluido el Instituto Juan de Mariana en su informe El fiasco de los fondos europeos.

En teoría los fondos llegaban para atenuar el parón de la economía española por la pandemia y propiciar el despegue de su PIB con un crecimiento anual de 2,5-3 puntos, pero el hecho es que el PIB español apenas se ha incrementado en un 2,5 % entre los años 2019 y 2023, la inversión ha disminuido en un 4 %, el consumo real sigue estancado y tan solo ha subido el gasto público, que lo ha hecho en un 12 % según los datos de Contabilidad Nacional del Instituto Nacional de Estadística (INE). España está en el puesto número veinte de la UE en recuperación de PIB per cápita entre los años 2019 y 2023.

Los fondos iban a tener también supuestamente un impacto en el empleo que tampoco se ha cumplido. Se dijo que los fondos ayudarían a crear 800.000 puestos de trabajo, pero la realidad es que el paro efectivo subía en diciembre en su comparación año a año: los 3.773.000 de personas que estaban sin trabajo en diciembre de 2022 se transformaron en 3.790.500 en el mismo mes de 2023.

Proyectos peregrinos

Además de estos datos, que pueden cuestionar la eficacia de los fondos europeos, se comprueba que la inversión tanto en fondos públicos como europeos puede estar justificada en unos proyectos, pero no tanto en otros.

Por poner algunos ejemplos de los fondos públicos, la Universidad de Castilla-La Mancha destinó algo más de 11.000 euros a camisetas técnicas para los deportistas que participaran en su Trofeo Rector. También dirigió 15 millones al servicio de limpieza, desinfección, desratización y desinsectación de la Universidad, o casi 10.000 euros al servicio de cafetería-comedor de la Agrupación de Talavera de la Reina del campus de Toledo, entre otros muchos, desde luego importantes, pero quizá el gasto de las camisetas es más dudoso.

Por lo que se refiere a los fondos europeos, parece cogida un poco con alfileres la inclusión de la restauración de paradores. Se invertirán 14 millones de euros, 11 de los cuales estarán destinados al parador de Santiago.

En Vitoria enviarán 8,9 millones a la adecuación paisajística del Hortus Olarizu, en el jardín botánico de Oñarizu.

Se pensaba que la inversión de los fondos europeos iba a ir más bien a proyectos tecnológicos, pero realmente está cabiendo todo.

El grueso de los fondos europeos ha ido a parar al sector público. El 80 % los principales receptores de estos recursos son distintas estancias del Estado, y menos de un 20 % son empresas privadas. Además, como apuntan desde el Instituto Juan de Mariana, se puede estimar que, frente a un presupuesto de casi 80.000 millones comprometidos en ayudas a fondo perdido, el Gobierno ha planteado 37.000 millones de nuevos gastos estructurales, desembolsos corrientes, subsidios y subvenciones, etc.

«El desbloqueo de los fondos lleva aparejada la aprobación de distintas reformas que, en la práctica, no solamente no tendrán efectos positivos, sino que suponen verdaderas contrarreformas de impacto francamente negativo en la economía española», indican. «Tres ejemplos claros de ello son la Ley de Vivienda (que está hundiendo la oferta de pisos disponibles), los cambios en el sistema de pensiones (que dispara las cotizaciones sociales mientras ensancha el agujero de la Seguridad Social) o los nuevos modelos de medición del empleo (plagados de maquillaje estadístico)», añaden.