La Fed ha de ser cauta en la bajada de tipos
Cualquier paso en falso por acelerar una decisión puede causar un agravamiento estructural de los problemas de la economía y hacer que toda la restricción monetaria aplicada hasta ahora hubiese sido en vano
El presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, ha anunciado en la reunión de banqueros centrales de Jackson Hole que cree que la inflación se está controlando y que llega el momento de comenzar a flexibilizar la política monetaria con una bajada de tipos, que los mercados descuentan que puede ser de cincuenta puntos básicos en el mes de septiembre.
Es cierto que el presidente de la Fed ha afirmado que tomarán las decisiones en función de la evolución de los datos, y también es verdad que han aparecido riesgos de recesión en Estados Unidos que suaviza la evolución de los precios y que, en esas circunstancias de potencial recesión, puede que la política monetaria haya de tornarse en más flexible, pero, en cualquier caso, la Fed debe ser cauta a la hora de bajar tipos.
Hasta ahora, la Reserva Federal ha mantenido la restricción de su política monetaria, como viene haciendo desde hace meses. Tras no reaccionar hasta principios de 2022 —aunque muy por delante del Banco Central Europeo— la Fed intensificó su política monetaria restrictiva, tras corroborar que la inflación no iba a ser un fenómeno ni transitorio ni corto. Tras las primeras subidas, endureció su restricción con tres subidas de 75 puntos básicos, que tenían una intensidad no recordada desde los años noventa, para pasar, después a subidas de 50 puntos básicos y terminar con subidas de 25 puntos básicos para, posteriormente, mantener en ese nivel el precio del dinero, situado en la horquilla de entre el 5,25 % y el 5,50 %, el nivel más alto desde hace más de quince años.
Aunque la Fed tiene como objetivo principal estimular el crecimiento económico, no puede permitir que se descontrolen los precios, por el problema que supondría especialmente a medio y largo plazo
Por tanto, y aunque la inflación ha mitigado su incremento, la economía no termina de enfriarse. Por ello, es importante que la Fed no descuide su lucha contra la inflación. Aunque la Fed tiene como objetivo principal estimular el crecimiento económico, no puede permitir que se descontrolen los precios, por el problema que supondría especialmente a medio y largo plazo, con pérdida de competitividad de su industria en los mercados y empobrecimiento generalizado de la población, máxime en un contexto económico adverso. De hecho, lucha contra la inflación para poder sostener un crecimiento estructural sano en el medio y largo plazo.
Esta dificultad para el cambio de política monetaria está motivado por el largo retardo interno que existió a la hora de tomar la decisión de subir los tipos de interés, que fue importante, aunque mucho menor que el del BCE. A su vez, el mayor retardo interno ha podido provocar que el retardo externo sea mayor, al haberse enroscado la inflación más profundamente y tardar más, así, en hacer efecto la nueva política monetaria que, por ello, ha tenido que ser más intensa y sin posibilidad de pausa.
Por eso, las medidas de política monetaria han sido mucho más drásticas en unos momentos de máxime incertidumbre económica y ralentización de la recuperación, en medio de dos guerras que contribuyen a incrementar la tensión en los precios, si bien es cierto que más en Europa que en Estados Unidos. Esto supone un encarecimiento de la financiación de las empresas y particulares.
Es cierto también que la política monetaria restrictiva hace disminuir la actividad económica, pero más caerá si no se actúa con firmeza y determinación para atajar la inflación y se relaja antes de tiempo, hecho que provocaría un mal mucho mayor al de la restricción monetaria. Es más, cuanto más creíble resulte la política monetaria, mayor probabilidad habrá de que los agentes económicos anticipen futuras expectativas positivas derivadas de una correcta aplicación de la política económica, y antes se recuperará el ritmo de crecimiento en un entorno de menores precios.
Por eso, la Fed —al igual que el BCE— ha de ser prudente: cualquier paso en falso por acelerar una decisión puede causar un agravamiento estructural de los problemas de la economía y hacer que toda la restricción monetaria aplicada hasta ahora hubiese sido en vano. Si comienza la bajada de tipos, que sea porque el riesgo inflacionista está eliminado.
- José María Rotellar es profesor de Economía y director del Observatorio Económico de la Universidad Francisco de Vitoria