El «escudo de silicio» de Taiwán y la militarización de la joya del Pacífico
El proceso se ha iniciado ya, llegando incluso a recibir un paquete de 80 millones de dólares del presidente estadounidense Biden para financiar la transferencia de equipo militar
A diferencia de cómo la República romana logró someter a la aguerrida Numancia, hoy en pleno siglo XXI podemos localizar en el mapa una Numancia asiática. Taiwán, esa isla que gracias al océano Pacífico y al enfrentamiento entre el actual hegemón, EE.UU, y el eterno candidato, China, consigue resistir los diferentes envites entre ambas potencias.
La Covid-19, la última pandemia que sacudió la zozobra a todas las naciones, fue un punto de inflexión en la Historia actual y, por tanto, la esfera económica no fue ajena a este terremoto. España, según el Instituto Nacional de Estadística (INE), sufrió en el año 2020 una caída del 10,8% de su PIB. Como España, Italia también cayó, aunque en menor medida, hasta en un 8,9 % de su PIB según el Istituto Nazionale di Statistica (Istat). Al igual que las dos naciones sureñas, Francia y Alemania, antiguo motor político y económico de una denostada Europa, sufrieron también importantes caídas.
Ante ese panorama económico pesimista cabría hacerse la siguiente pregunta: ¿hubo algún territorio que durante esta pandemia tuviera un crecimiento positivo? Aunque la respuesta pudiera ser paradójica, no sólo hubo una respuesta, sino dos. A principios del 2021 el Gobierno chino anunció que la República Popular China creció un 2,3% en términos de PIB. No obstante, tal y como anunció la Dirección General de Presupuestos, Cuentas y Estadísticas de la isla de Formosa, Taiwán logró apuntarse más de un 3%, es decir, más que la China continental, pero ¿por qué? Sencillo, geopolítica económica.
En el siglo XXI la geoeconomía es la aplicación moderna del arte de la guerra por otros medios
En el siglo XXI la geoeconomía, según varios analistas, es la aplicación moderna del arte de la guerra por otros medios. El uso de diferentes estrategias y políticas que permitan lograr los objetivos de los diferentes Estados, incluso su propia su supervivencia. A día de hoy, a ojos de la República Popular de China, Taiwán se encuentra bajo el paraguas de «un país, dos sistemas», es decir, Taiwán es territorio chino aunque mantenga otro sistema económico y político, tal y como previó Deng Xiaoping con esta doctrina. Sin embargo, Taiwán es reticente a los anhelos unificadores chinos y, por tanto, se defiende con sus herramientas, los microchips, su arma geoeconómica.
Taiwán es el mayor productor de semiconductores, los microchips, piezas esenciales para la industria 4.0 y las nuevas tecnologías, desde los móviles hasta los coches eléctricos. En el 2023, según The Economist, los semiconductores representaron el 15 % del PIB taiwanés. Así mismo, produce alrededor del 60 % de los semiconductores y el 90 % de los mas avanzados, específicamente, bajo la empresa Taiwan Semiconductor Manufacturing Corporation (TSMC), sus diseños son secretos de Estado. Para los taiwaineses esta industria es conocida como el «escudo de silicio», la principal razón para defender a la isla ante cualquier amenaza. Un jugoso pastel, valorado por la consultora McKinsey en un billón de dólares para finales de la década, que China y EE.UU. se disputan actualmente. Los primeros atrayendo el talento taiwanés junto con sus secretos, los segundos iniciando la construcción de la primera fábrica de microchips de TSMC en Arizona con una segunda planificada en el 2028 en suelo estadounidense.
Taiwán sabe que solamente con su industria de silicio no podrá frenar los anhelos de las potencias
Taiwán, la joya del Pacífico, sabe que solamente con su industria de silicio no podrá frenar los anhelos de las potencias. El proceso de militarización se ha iniciado ya, llegando incluso a recibir un paquete de 80 millones de dólares del presidente estadounidense Biden para financiar la transferencia de equipo militar, un paso arriesgado por provenir de un fondo dedicado sólo dirigido a naciones. Taiwán está aprendiendo de los conflictos de Ucrania e Israel, pero ¿podrá sobrevivir la isla de Formosa ante el envite las distintas repúblicas romanas o caerá bajo el poder, tal y como lo hizo Numancia en su día?
- Gonzalo Gómez de la Calle es socio-fundador de Conecta Iberoamérica y profesor de Economía y Relaciones Internacionales de la Universidad Pontificia Comillas ICAI-ICADE