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El ministro de Economía, Comercio y Empresa, Carlos Cuerpo

El ministro de Economía, Comercio y Empresa, Carlos Cuerpo.Europa Press

¿Vamos tan bien como dice Cuerpo? Ni los economistas ni los ciudadanos lo ven así

El Gobierno aprueba hoy una mejora de las previsiones de crecimiento de la economía española, pero los datos a pie de calle no reflejan el gran impulso que predica el ministro

El Consejo de Ministros aprobará hoy una actualización al alza de las previsiones de crecimiento de la economía española para los tres próximos años, según anunció ayer el ministro de Economía, Carlos Cuerpo. La previsión de incremento del PIB para este año ascenderá del 2,4 % al 2,7 %, y las de los dos siguientes ejercicios también subirán porque «absolutamente todos los analistas domésticos e internacionales» van en esta línea, según Cuerpo.

Con ello el ministro trata de trasladar un optimismo sobre nuestra economía que es real en términos nominales, pero no en términos reales, de acuerdo con los expertos. «Evidentemente la economía española está mostrando unas tasas de crecimiento del PIB superiores a los países de nuestro entorno, pero ni el bienestar, ni la renta per cápita, ni la renta disponible, ni la capacidad de compra de los españoles ha mejorado, porque ha habido un aumento muy significativo de la población que desde luego explica en buena parte el crecimiento del Producto Interior Bruto», señala Santiago Carbó, catedrático de la Universidad de Valencia y director de Estudios Financieros y del Observatorio de Digitalización Financiera de Funcas.

El catedrático de la Complutense Mikel Buesa también admite el crecimiento del PIB y que en buena medida se debe al incremento de la población en España. El problema es que ese crecimiento se anula por determinados factores y los ciudadanos lo notan: «Hemos tenido un proceso inflacionista que se ha comido en términos reales buena parte del crecimiento. Además, como han aumentado considerablemente los impuestos, lo que los españoles, en promedio general nos llevamos al bolsillo, o podemos adquirir con lo que tenemos en el bolsillo, es solo ligeramente superior a lo que había en el año 2019».

Una economía «cuasi estancada» y grandes problemas: paro y vivienda

El Gobierno se mostraba la semana pasada muy satisfecho con las previsiones anunciadas por el Banco de España sobre nuestra economía y con la revisión al alza efectuada por el Instituto Nacional de Estadística (INE) sobre los años 2021 al 2023. Ambas han servido de base para el optimismo del ministro Cuerpo, pero los expertos no ven base para tanto optimismo: al contrario.

«He estado revisando todos los datos que ha dado el INE y no encuentro cambios relevantes con respecto a lo que ya sabíamos que había ocurrido en el último quinquenio en la economía española: que la economía española está cuasi estancada, y sobre todo la renta disponible de los españoles, ha estado casi estancada», señala Buesa.

Los españoles sienten que en estos años no han ganado poder adquisitivo y que su bienestar ha empeorado

«Una cosa es el crecimiento absoluto del Producto Interior Bruto y otra los indicadores que derivamos sobre el bienestar, sobre la renta per cápita, a partir de ese Producto Interno Bruto. Dan una lectura totalmente distinta, y además con problemas muy serios que no vamos a poder atajar con el actual entorno macroeconómico», indica Carbó. «Aunque el crecimiento parezca ser tan saludable, no vamos a poder atajar ni los problemas que tenemos en el ámbito de un mayor paro o un mayor desempleo comparado con otros países, ni tampoco un problema que está empezando a ser muy acuciante, como es el de la vivienda», añade. «No es oportuno dar una lectura grandilocuente de lo que está representando el PIB, o decir que está resistiendo el mercado de trabajo, porque los españoles en general sienten otra cosa; desde luego, que no han ganado poder adquisitivo, más bien lo contrario, y que su bienestar ha empeorado en estos años», explica el catedrático de Valencia.

Los problemas de crecer con el gasto público y las dudas con el turismo

Mikel Buesa incide en que, si del crecimiento nominal del PIB se detrae el aumento de la población que se ha producido de manera continuada en estos años y la inflación, «entonces el crecimiento real de nuestra economía es bastante pequeño, y se lo ha comido la voracidad del Estado a través de un aumento de la presión fiscal para alimentar una de las bases de ese crecimiento, que es el consumo público (el gasto público)».

El catedrático añade que el Gobierno está gastando mucho dinero, «parte del cual no lo tiene, y lo está financiando con deuda pública; o sea: nos está transfiriendo rentas del futuro, y eso explica la mitad del crecimiento de nuestra economía». Por otra parte, «la otra mitad del crecimiento es el comportamiento del sector exterior, principalmente alimentado por el buen desarrollo exterior, una de cuyas bases está en el turismo». Buesa alerta de la euforia que hay con el turismo, porque «buena parte de su aumento tiene que ver con la pérdida que han experimentado los países del Mediterráneo como consecuencia del terrorismo y de los conflictos de Oriente Medio. La gente va menos a Túnez, a Egipto... Esto es algo puramente coyuntural. Puede desaparecer de la noche a la mañana».

Tenemos una endeblez muy grande en nuestra economía

Como consecuencia, Buesa no duda en afirmar que «tenemos una endeblez muy grande en la economía española».

Lo mismo piensa Santiago Carbó, que lo explica también por el lado de la inversión: «Aunque el último dato no ha sido tan favorable, se ha comportado mejor que en otros países. Como aquí los salarios son más baratos y han llegado muchos inmigrantes que además hablan más de un idioma, hay empresas que han venido aquí a instalarse para lanzar servicios al resto de Europa. Esto de alguna manera ha favorecido que la inversión no se haya hundido».

Sin embargo, Carbó recuerda que, para que la inversión no solo industrial, sino en activos mobiliarios, vivienda, etc., funcione, «hay que tener un entorno favorable, y ahí es donde tengo mis mayores dudas. La inversión actúa cuando hay confianza. La economía española está cumpliendo a corto plazo, pero a medio plazo no sabemos por dónde vamos a crecer. El turismo es como el Guadiana, aparece y desaparece, y ya veremos si lo podemos mantener».

¿Más inversión pública?

Buesa lamenta que la caída de la inversión pública está teniendo un efecto evidente en las carreteras o en los trenes. Comenta que el gasto en infraestructuras cae desde el año 2010, y que en los últimos años ha sido de algo más de 10.000 millones de euros, una cantidad similar a la de 1980, cuando España tenía una población diez millones inferior a la actual. «La caída de la inversión pública ha ocasionado un deterioro importante de las infraestructuras. Los ferrocarriles no funcionan; algunas carreteras están bien y muchas bastante mal. ¿Por qué ha ocurrido? Por que el Gobierno ha preferido dedicar los recursos al consumo público porque es muy bueno para los políticos repartir rentas a los ciudadanos en vez dedicar esos recursos a hacer inversiones que también generan rentas para los ciudadanos, pero trabajando. O sea: la gente suele preferir que le den el dinero sin trabajar».

Santiago Carbó descarta en buena medida que los fondos europeos Next Generation o el plan Draghi de que Europa invierta 800.000 millones de euros anuales puedan servir para asegurar la prosperidad. «Las economías deben depender de sí mismas», apunta. «Los fondos Next Generation podrían haber sido muy útiles, pero no lo han sido tanto. Está por ver si lo serán en el futuro, pero hasta ahora no hay ningún indicador que nos diga que vayan a serlo en los próximos años. Los fondos que plantea Draghi son más de lo mismo, aunque con un enfoque más correcto, diciendo que aquí hay que innovar. No tengo muy claro que los países del núcleo, del centro, Alemania y otros, estén por la labor de estar perpetuando continuamente transferencias a los países del sur o a otros países».

Y mientras tanto, en España sigue creciendo el problema de los parados de larga duración. Entre los más de 3 millones de parados que tenemos, Buesa estima que aproximadamente la mitad no va a volver a trabajar porque no tiene cualificación suficiente.

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