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29 de septiembre de 2024

Antonio Garamendi, presidente de la CEOE, conversa con Alberto Núñez Feijóo durante el desayuno informativo organizado por El Debate

Paula Argüelles

El viraje de Feijóo deja sola a la patronal en plena negociación para la reducción de jornada

El líder popular defiende una ley de conciliación que incluirá un «banco de horas» para que los trabajadores puedan elegir cómo las utilizan para conciliar

El cambio de posicionamiento de Alberto Núñez Feijóo sobre la reducción de la jornada laboral ha supuesto un duro golpe para la patronal, que se enfrenta a un otoño caliente en mitad de una negociación hostil y las protestas de los sindicatos. La cúpula de la Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE) ratificó ayer su 'no' a aceptar la propuesta actual que el Gobierno ha hecho para reducir la jornada laboral. Lo hizo después de que Núñez Feijóo se descolgara con unas declaraciones para Vanity Fair asumiendo que «el objetivo» debía ser «trabajar cuatro días».

Si bien es cierto que el Partido Popular no tiene voz ni voto en las negociaciones, su postura a favor de la libertad empresarial y en beneficio de la productividad había sido un importante acicate para una patronal que juega en una mesa con las cartas marcadas. El secretario de Estado de Trabajo, Joaquín Pérez Rey, estuvo a punto de saltarse el tan manido diálogo social cuando el pasado mes de junio lanzó un ultimátum de siete días para que presentara sus propuestas por escrito o recortaría unilateralmente la jornada.

Tuvo que ser Carlos Cuerpo el que recordara a sus socios que el frágil equilibrio político del Gobierno de coalición tras la última investidura no alcanzaba para pagar decisiones «a la búlgara» y, desde entonces, la mano derecha de Yolanda Díaz se ha mostrado conciliador e incluso agradecido con el «cambio de tono» mostrado por la patronal en las últimas reuniones.

Pero nada más lejos de la realidad. Los plazos parlamentarios ya no cuadran para una reforma que el Ministerio de Trabajo quería tener lista antes del verano con el objetivo de que entrada en vigor en 2025. No es casualidad que, una semana después de reunirse con Díaz, los sindicatos anunciaran movilizaciones en todas las capitales de provincia para intentar involucrar a las formaciones políticas en la reducción de jornada. Durante estas protestas, Unai Sordo, poco dado a subterfugios, deslizó que su sindicato podría haber cerrado ya encuentros con varios partidos, salvo Vox, para mediar acerca del asunto.

El problema no es tanto el fondo como las formas: ni el medio elegido —un magacín de reconocido prestigio, pero alejado del barro político—, ni la elección de palabras parecen los adecuados. Además, la decisión de abordar la reducción a través de una ley de conciliación desmerece la gravedad de las implicaciones que tendrá sobre buena parte de nuestro tejido empresarial.

Ahora la patronal se ha quedado sola y se va a sentar en la mesa de negociaciones sin más apoyos que los mostrados por el Gobierno regional madrileño que, solo un día después de las declaraciones de Feijóo, reiteraba su rechazo a la imposición de reducción la jornada y la dejaba en manos de los convenios colectivos en línea con la postura de la CEOE. Con un otoño caliente en el horizonte, la confederación de empresarios va a pasar más frío que de costumbre.

Antonio Garamendi, por cierto, se mostró visiblemente molesto este viernes por las filtraciones a El Mundo de su conversación con el líder popular durante una entrevista en Antena 3. El líder de la patronal reivindicó la independencia de su organización y aseguró que no le «afecta» a ningún partido político, tanto por el posicionamiento de PP como por el de Junts. Seguramente ahora menos que nunca.

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