Rodríguez Braun: «Todos los días hay noticias malas sobre Milei y Ayuso en la prensa progresista. Les preocupa de verdad que las cosas les salgan bien»
Hablamos con el catedrático sobre su libro acerca del pensamiento de Milei, la evolución de la situación en Argentina y cómo el fenómeno liberal impulsado por el nuevo presidente puede extenderse a otros países
El catedrático Carlos Rodríguez Braun (Buenos Aires, 1948) publicó en junio el libro El pensamiento de Milei. En él analiza las ideas del presidente de Argentina y expone las posibilidades de que su gobierno las lleve a buen término, algo de lo que todo el mundo está pendiente. Sobre todo ello hablamos con él en esta extensa entrevista.
–¿Qué tiene de original el pensamiento de Milei respecto a otros economistas liberales?
–Una de las objeciones que se ha hecho a Milei es que su pensamiento liberal no es original. Y dando un paso más allá, que es un plagiario. Y esto es algo que yo he visto, que he tratado de ratificar y comprobar. Y efectivamente, es un hombre que copia. Dedico un capítulo del libro a explicar que no es original en su liberalismo. Me parece que es una persona muy descuidada. Escribe a toda prisa y hace unos plagios que a veces son tan clamorosos que no parecen plagio. Si quieres plagiar, te tomas un poco de trabajo para que no se den cuenta, pero Milei no: corta y pega, y no cita, con lo cual queda bastante regular. Esa es la verdad desde el punto de vista académico. Desde el punto de vista político, como bien sabemos, los políticos suelen copiarse en todos los países, también en España, y presidentes del Gobierno también. O sea que, mal de muchos, consuelo de tontos. Desde el punto de vista estrictamente académico, he encontrado un aspecto de Milei que es muy original y que no tiene que ver con el liberalismo directamente. Es algo que también señalo en el libro: intenta hacer una armonización entre dos escuelas que, aunque tienen un fundamento liberal, son muy contrarias una frente a otra. Son los austriacos, para entendernos Hayek, Mises, Rothbard y compañía, y los monetaristas: Friedman, Robert Lucas y compañía. Son dos escuelas que están muy enfrentadas; a menudo no se pueden ver. Milei intenta juntar esas dos escuelas y yo lo encuentro que es bien interesante y bien original. Así que, como ve, un poco de cal y un poco de arena.
Milei plagia de una manera tan clamorosa que no parece plagio, pero también ha sido original al combinar la escuela austriaca y la monetarista en busca del crecimiento económico
–¿Qué ejemplo se podría poner sobre esa armonización?
–Que a veces el crecimiento económico, que es un fenómeno crucial, sobre todo para una Argentina que lleva un siglo de decadencia en su crecimiento con respecto a los otros países, es más fácilmente incorporable en la teoría liberal si juntas estas dos visiones de la economía que si las mantienes separadas, con lo cual tiene su importancia.
–¿En qué se diferenciarían estas dos escuelas?
–Dentro de la escuela austriaca, en la que cada uno tiene sus variantes —estamos simplificando mucho aquí—, no creen en la política monetaria, por ejemplo. Ellos creen más en el patrón oro o en que no tiene que haber ningún tipo de intervencionismo: que cada cual elija la moneda que quiera. Y los monetaristas están muy alejados de eso. Piensan que tiene que haber un banco central y que debe tener una política monetaria que estabilice el nivel de precios. Son visiones muy diferentes. Lo que hace Milei es decir: vamos a ver si podemos tomar un poquito de uno y un poquito de otro dentro de un contexto que permita insertarlos en una dinámica de crecimiento económico, que es lo que el país necesita.
Milei puede cambiar de ideas o su estrategia puede salir mal, pero tiene ante sí una oportunidad clarísima
–Comentaba en alguna otra entrevista que una cosa es la visión liberal que Milei tenga y otra la adaptación que tiene que llevar a cabo ahora por la política. También esta cuestión del copia y pega lleva al riesgo de no tener pensamiento propio. Además, si copias y pegas, a lo mejor mañana copias y pegas cosas distintas y se rompe el pensamiento liberal que tienes ahora.
–Es posible que suceda, como también es posible que suceda que esto salga mal. Esto puede salir mal, desde luego. A tenor de la experiencia pasada, Argentina ha salido mal durante un siglo. Sobre la adaptación a la política, está claro. A mí me sacas de mis libros, de mi despacho, mis estudios, mis artículos o mis clases o mis conferencias, y me pones en el Palacio de la Moncloa, y lo primero que digo es: espera, que tengo que ir al Parlamento y conseguir esto, me espera Puigdemont en Suiza y todo es un lío. Esto vale también para Milei. No hay que olvidar que está en la Casa Rosada de Buenos Aires, pero no tiene la mayoría en las cámaras, por lo cual está en una situación muy precaria. Los políticos siempre pueden defenderse alegando que no pueden, No es una persona como tú o como yo, que estamos sentados escribiendo y tenemos libertad para hacer lo que nos parezca dentro de la lógica y de la contrastación empírica. Los políticos tienen otra argumentación. ¿Que Milei puede no cumplir con su palabra, que puede hacer otra cosa diferente? Es posible. Por eso una de las cosas que digo en el libro es que hay que pensar un poquito a largo plazo: pensar en el post Milei. Milei no va a ser eterno. ¿Qué puede pasar después de Milei? Si le sale mal, volverá el peronismo, el populismo, una variante del socialismo, y seguiremos. Después de todo, si hemos estado 100 años a trancas y barrancas, podemos seguir otros años más. Pero lo que sí veo claro es que es una oportunidad clarísima. Y los que han visto claro esto son los enemigos. No puedes leer la prensa así llamada progresista en España sin que aparezca todos los días una noticia mala sobre Milei y otra noticia mala sobre Díaz Ayuso. No creerá que es por casualidad. ¿No es cierto que no?
–Por supuesto que no. Les molestan.
–Lo que les preocupa de verdad es que salga bien. Si esto funciona, si la inflación se modera, si el crecimiento sale de este bache grande donde está ahora, sería tremendo, ¿no? Sería un ejemplo de que las políticas socialistas no funcionan y las liberales sí. Y el ejemplo, por supuesto, trascendería con mucho a la República Argentina; por ejemplo, podría llegar hasta España.
Si el programa de Milei funciona, trascenderá con mucho a Argentina, y podría llegar a España
–Milei todavía no ha llegado al año en el cargo. Le faltan dos meses, pero, de momento, ¿cómo ve la fidelidad a sus principios?
–En algunos casos ha sido bastante fiel y le ha salido muy bien. Por ejemplo, en la liberalización de los mercados. Lo pongo en el libro también, a pesar de que no he podido analizar los últimos meses porque el libro ya estaba publicado. Una de las primeras medidas que tomó fue la liberalización de los alquileres. En Argentina la legislación de alquileres era tan mala como la de Ada Colau en Barcelona: todo regulado, todo intervenido, todo prohibido. Entonces, por supuesto, lo que pasaba era que no había pisos. Obviamente, los propietarios no alquilaban nada. Liberalizó el mercado, y además de la noche a la mañana. Y resultó, como enseñamos los economistas, que inmediatamente empezaron a aparecer pisos debajo de las piedras y los argentinos ya pueden alquilar en mejores condiciones. Eso fue perfecto.
La legislación de alquileres en Argentina era tan mala como la de Colau. Milei liberalizó los alquileres de la noche a la mañana y surgieron pisos en mejores condiciones debajo de las piedras
Otra cosa buena que hizo es el control del gasto público, y en la última cosa que ha hecho, que es los presupuestos que acaba de presentar, dijo que el déficit tiene que ser cero. No es negociable. No puede haber déficit, y, por lo tanto, si la recaudación no alcanza para cubrir los gastos, se bajan los gastos. Esto es muy fuerte para una Argentina que en los últimos 100 años debe haber tenido superávit fiscal en dos o tres años nada más. Y ni siquiera por voluntad propia; probablemente era porque nadie le prestaba, por los corralitos y las barbaridades que han hecho los políticos en mi Argentina natal. O sea que eso está bien. ¿Qué es lo que no está bien, a mi juicio? La política del tipo de cambio. Milei se ha asustado. Recuerde que él proponía la dolarización. Dolarizar no es liberalizar: es cambiar un Estado por otro. El Estado de Estados Unidos es más confiable que Argentina, eso desde luego. Pero él proponía dolarizar y también propuso liberalizar el mercado monetario. No ha hecho nada de esto. Lo que ha hecho es mantener la manipulación del tipo de cambio como herramienta antiinflacionaria. De ahí viene lo del cepo cambiario: que si tienes una inversión en Argentina no puedes repatriar tus dividendos a España, que el Gobierno se queda con los dólares de las exportaciones y da a los exportadores menos dinero de lo que le correspondía... Esta manipulación cambiaria sigue practicando todo eso. Dice que va a dejar de hacerla, pero sigue practicándola. Me inquieta no solamente porque es una medida antiliberal, sino porque además no funciona. Argentina lo ha probado en repetidas ocasiones. Que yo recuerde, en los años 70, durante la dictadura militar, lo hizo un famoso ministro que se llamaba Martínez de Hoz, con la tablita, que era el ajuste pautado del tipo de cambio, y por supuesto se hizo con Menem y el ministro Cavallo la llamada convertibilidad. Fue una cosa de lo más impresionante: el ministro de Economía fue con una ley al Congreso y dijo: a partir de hoy, un peso es un dólar. Es algo parecido al patrón oro: si te imponen una restricción muy poderosa, lo que requiere es que se hagan ajustes fiscales. Como decía Keynes muy bien, el patrón oro maniata al ministro de Hacienda. No puedes gastar esa restricción de repente. ¿Qué hicieron los políticos argentinos? Siguieron gastando y teniendo déficit, teniendo deuda hasta que al final el sistema estalló. Quiera Dios que no estalle otra vez. Pero eso es lo que le digo en balance de las cosas buenas y malas de Milei hasta ahora.
Dijo que el coste del ajuste iban a pagarlo solo los políticos, pero también lo está pagando la población, que está muy empobrecida
–¿Hasta qué punto puede ser mala su parte negativa?
–Puede tener un estallido hiperinflacionario si las demás herramientas del modelo no terminan de cerrar. No hemos subrayado un punto: Milei ha hecho un ajuste de caballo. Originalmente, dijo que solamente iban a pagar el coste los políticos. No ha sido verdad. Ha pagado el coste la población, que está muy empobrecida. Dirán que a lo mejor es indispensable, que la culpa es de los anteriores… Todo eso es verdad. Pero ahora, si tú eres en Argentina un asalariado, un funcionario, un pensionista, estás viviendo muchos apuros económicos. Es crucial que esta etapa del ajuste sea muy corta y los argentinos empiecen a ver alguna señal de crecimiento. Por muchas razones, me parece fundamental: porque se mantenga el modelo, porque no haya esta necesidad de recurrir a la política cambiaria como herramienta antiinflacionaria, sino que tenga la propia dinámica del crecimiento, que te aumente la demanda de dinero… Todo eso puede encajar y salir adelante. Entonces ya veremos. Como digo en mi libro, lo más importante es cuál es el grado de paciencia: cuánta paciencia tienen los argentinos con Milei. Espero que aguanten, pero si no aguantan... Podemos hablar el año que viene, cuando sean las elecciones legislativas de renovación del Congreso y el Senado, de medio término, porque va a ser una señal política clarísima de si los argentinos conservan la paciencia que tienen hasta ahora o no.
–De momento los indicadores de inflación y de superávit presupuestario van bien en Argentina.
–La trayectoria es positiva, sin duda, pero recuerde de dónde venimos.
–Así es.
–Claro. Si tú tienes una inflación del 25 % por mes, como cogió Milei, y después pasas a tener como ahora el 4 % por mes, pues dices: bendito sea Dios. Estoy de acuerdo, pero el 4 % es la inflación que tienen los demás países en un año. Las cosas no están arregladas. Milei simplemente ha evitado la hiperinflación. Me parece importante. Tiene mérito. Pero con una inflación del 4 % por mes, queda mucho por hacer.
–Sin duda. Sobre la dolarización, hay economistas como Diego Barceló que afirman que va entrando poco a poco. Desde hace un tiempo hay supermercados que aceptan dólares al tipo de cambio de mercado. Él tiene la tesis de que la dolarización va a ocurrir sin que la gente se dé cuenta.
–Tiene razón Diego. Además, este es un fenómeno muy antiguo en Argentina, que es un país que se ha dolarizado. Una cosa es un argentino y otra cosa es un imbécil. No son sinónimos. Cuando tienes un gobierno que te estafa y te roba durante décadas emitiendo un dinero que te obliga a usar y después lo devalúa, que eso es la inflación: un impuesto, como ya sabían nuestros sabios de la Escuela de Salamanca hace 500 años; cuando un gobierno hace eso, lo que no puede evitar es que el público reaccione. Los argentinos reaccionaron hace años y entonces, desde hace años, se usa el dólar habitualmente para las transacciones importantes. No puedes comprar un piso en una ciudad de Argentina sin pagar en dólares, en billetes, en dólar cash. La gente ahorra en dólar, en billetes: de ahí el gran negocio que ha hecho la banca con las cajas de caudales. Todos los bancos tienen un negocio bárbaro porque ahí guardan los argentinos el dólar billete. Por supuesto, el que ha podido sacar el dinero de Argentina, naturalmente que lo ha sacado para proteger lo que es suyo.
La dolarización ya empezó hace tiempo porque los argentinos no son imbéciles
Con la cuestión de la dolarización siempre está el debate de que, si tú dolarizas, es como cuando pasamos en España de la peseta al euro: un día dices ya está, se acabó, y cambiamos. No hay pesos, no hay dólares. Cambiamos pesos por dólares. Y el Banco Central tiene que tener una reserva de dólares suficiente para que la gente vaya con sus pesos, se los dé y le den dólares a cambio. Y entonces la gran cuestión es: ¿y si no hay dólares suficientes? Es una catástrofe. Otra vez estaremos con el corralito. Hay un desastre. Los defensores de la dolarización, como Diego Barceló, Emilio Ocampo y otros economistas, siempre dicen: ojo, no pensemos en las reservas que tiene el gobierno, que tiene el Banco Central. Pensemos en los dólares de los argentinos. Y después de todo, si tú ya has podido dolarizar la economía en parte, pues igual la puedes dolarizar en todo. Y yo lo creo también. Los argentinos pueden funcionar de manera espontánea. Pero claro, eso te puede ir resolviendo la situación para ir tirando, pero tienes un sistema financiero. Tienes que arreglar la cuestión de la banca, Eso tienes que manejarlo con algo de cuidado. Pero, de momento, si se generaliza la dolarización, no a escala de grandes compras, sino a una escala de compras más pequeñas, facilitará el proceso, sin duda.
Cuando uno tiene ideas nuevas como Milei, suele estar en minoría al principio, y después ya veremos qué pasa. Parece que algunas cosas están cambiando en América Latina
–En cuanto a relaciones internacionales, ¿cómo ve la habilidad o no de Milei para buscar unos socios oportunos?
–Tiene todos los enemigos. Acaba de decir en Naciones Unidas que aquello está lleno de dictaduras que promueven ideas socialistas. Por cierto, es verdad: está lleno de dictaduras, y las ideas que se proponen son socialistas. Milei tiene algunas ideas claras, y parece que en este campo no le importa y las mantiene. Desde el principio dijo: mis amigos son Estados Unidos e Israel, en un mundo en donde la mayor parte de los países, empezando por el nuestro, se tientan mucho la ropa antes de decir yo quiero a Estados Unidos o a Israel. ¿Ve a Pedro Sánchez en las Naciones Unidas denunciando las dictaduras? No: él va y pide que suban los impuestos. En cambio, Milei dice: oiga, ¿qué hace aquí Cuba en la Comisión de los Derechos Humanos de la ONU? Parece que ahí Milei no contemporiza. Está dispuesto a mantener las ideas que defendió antes: siempre contra la burocracia internacional, contra el socialismo, a favor de Israel, a favor de Estados Unidos… ¿Está en minoría? Sí, pero cuando uno tiene ideas nuevas, suele estar en minoría al principio, y después ya veremos qué pasa. No podemos olvidarnos del gran drama que está pasando ahora en América Latina: el caso de Venezuela. A ver qué está pasando ahí. El primero que salió a criticar a Maduro antes de ser presidente, por supuesto, fue Milei. Él lo tiene clarísimo: Cuba es una dictadura, Venezuela una dictadura, ¿pero y la izquierda? Se ha puesto de perfil. Lo más interesante de este caso de Venezuela es cómo reaccionó Boric, el chileno, diciendo que quiere ver las actas. El propio Lula diciendo bueno, igual aquí a lo mejor no se han hecho las cosas bien. ¡Los Kirchner, por Dios! A quien Dios confunda: lo peor que hay en Argentina y en América, diciendo: bueno, queremos ver las actas. Igual algunas cosas están cambiando. No lo sabemos, pero desde luego este movimiento va más en dirección hacia Milei que alejándose de Milei.