Escrivá decidió un nombramiento sin saberlo el interesado ni discutirlo con la dirección del Banco de España
La anécdota refleja el carácter del nuevo gobernador, que actúa como un kamikaze
El pasado martes a las 11 de la mañana, una hora antes de tomar posesión como nuevo gobernador del Banco de España, José Luis Escrivá se reunió con un grupo de periodistas para comentarles los cambios en la institución y para anunciarles un encargo: Fernando Fernández, miembro del Comité Ejecutivo del Banco, nombrado por el PP, sería el ponente de la nueva Ley de Autonomía del Banco de España. Entre otros cometidos, pretende «reforzar la independencia» de la entidad.
Habría sido una noticia notoria si Fernández lo hubiera sabido. El problema es que los periodistas se enteraron antes que el propio interesado. «Escrivá se lo comentó de pasada, pero no había nada cerrado. Estaba pendiente de conversación y de discusión en el Consejo de Gobierno del banco», señala una fuente conocedora de la situación.
La realidad después ha sido que Fernández decidió no aceptar el cargo. Aunque inicialmente dijo que sí, luego se retractó. Finalmente será Lucía Rodríguez, a quien Escrivá se ha traído de la AIReF (Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal) para formar parte del Comité Ejecutivo del Banco, quien realizará la tarea.
La anécdota ilustra el estilo de Escrivá, que funciona como un kamikaze, decidiendo en este caso lo que hace sin haberlo cerrado con el interesado ni haberlo sometido a la discusión del Consejo de Gobierno del Banco de España.
Con estos modos, no es de extrañar que Fernández rechazara un encargo que básicamente tiene como objetivo blanquear la actuación del gobernador. Las formas exquisitas que tenía el Banco de España con el anterior gobernador, Pablo Hernández de Cos, están empezando a estropearse.
Un dolor de muelas para Escrivá
Fernández puede convertirse en un auténtico dolor de muelas para Escrivá. Nombrado consejero del banco de España en el año 2023 a instancias del PP, este prestigioso economista, doctor en Economía, tiene la vida hecha y es muy peleón. Es el único miembro del Comité Ejecutivo que no es cercano al Gobierno, y ya en la primera reunión se quedó solo al mostrarse en contra de la reordenación de las direcciones generales puesta en marcha por Escrivá. Le quedan cinco años en el cargo.
La reordenación no gusta a Fernández y a muchos otros. El Banco de España funcionaba muy bien tal como estaba con Hernández de Cos, pero Escrivá ha visto oportuno quitar competencias a unas direcciones generales para dárselas a otras. Tras la reorganización, cuestiones clave como el control de la información que se envía a Europa queda en manos de una dirección afín a Escrivá: Relaciones Institucionales, Europeas y Transparencia, que tendrá al frente a la recién nombrada Paloma Marín, con Inés Calderón, la directora de Comunicación del gobernador, como directora adjunta.
La relación con el Mecanismo Único de Supervisión (MUS) dejará de llevarla la subgobernadora –se encargará Mercedes Olano, directora general de Supervisión–. Parte de los datos macroeconómicos y la Central de Balances, que maneja la información económico-financiera de las empresas, recaerá en la Dirección General de Estrategia, Personas y Datos, que pilota la también afín a Escrivá Mayte Ledo.
Escrivá y el Gobierno toman el control mientras las competencias de unas direcciones generales salen para incluirse en otras, algunos altos cargos de la época de Hernández de Cos ya se han ido y otros podrían jubilarse pronto (Ángel Estrada, director general de Estabilidad Financiera). Todo ello hace temer a muchos que la independencia del Banco de España desaparezca. Habrá que ver si Escrivá lo confirma con sus hechos.