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El presidente del Instituto de Empresa Familiar, Ignacio Rivera.RAFA MARTIN

Un empresario avisa: viene una crisis de órdago

El Congreso Nacional de la Empresa Familiar terminado ayer en Santander ha tenido como siempre mesas redondas interesantes, pero todo el mundo sabe que la mejor información está en los corrillos que se forman en las pausas entre eventos o en otros momentos. En uno de esos, un veterano empresario, propietario de los programas informáticos que controlan la contabilidad de un buen número de restaurantes de Madrid, nos soltaba la bomba: «Vemos que consumen los de arriba, pero no los del medio. Es un síntoma evidente de que la clase media cada vez tiene menos dinero. Creo que viene una crisis gorda».

La clase media ahogada a impuestos y constreñida especialmente por la inflación y el precio de la vivienda, cada vez tiene más problemas para llegar a fin de mes. Y no digamos para gastar en un restaurante. Y si el dinero no se mueve, la economía se resiente. Ya lo decía Eduardo Serra en la entrevista que publicamos en este periódico: «El designio de mucha gente con mucho poder ahora es convertir a toda la clase media en clase baja. (...) Cuando alguien quiere desestabilizar un país, se carga la clase media. Me gustaría saber cuál es el porcentaje de clase media ahora, porque cada vez oímos más que el salario mínimo son 1.150 euros y el salario medio 1.430. ¿Dónde está la clase media? Creo que se lo están haciendo pasar muy mal, porque en el fondo lo que quieren es que todo sea clase baja que les vote a ellos».

El veterano empresario que soltó la bomba tendrá razón o no. Eso el tiempo lo dirá, pero no deja de ser una señal para ponerse alerta. El daño al consumo propiciado por el aumento de impuestos del Gobierno es una preocupación importante de los empresarios, y el absentismo es otra: «El reciente cambio en la ley por el que puedes tener cinco días libres sin pedir permiso a nadie por cuestión familiar incluso de segundo orden (sobrinos, primos) hace que, si tienes cuarenta empleados, y de repente tienes veinte bajas, a ver cómo lo resuelves. Es un hecho que por este motivo el absentismo está ya creciendo», señala una empresaria.

Las empresas familiares, que tocan de lleno la economía real, solo piden a los políticos que les creen un marco regulatorio en el que puedan trabajar, crear riqueza y empleo. No quieren subvenciones, ni otro tipo de ayudas, que por otra parte no saben adónde van: «No conozco a nadie a quien le hayan dado fondos europeos», señala el presidente de un importante grupo industrial con presencia en más de noventa países y más de 1.200 empleados.

La hiperregulación es una de las grandes críticas de las empresas familiares al Gobierno. La ministra de la Seguridad Social, Elma Saiz, dijo ayer en el Congreso que «la empresa familiar es el alma de nuestro tejido productivo. Es una prioridad de nuestro Gobierno, especialmente las pymes». Al margen de que se crea o no en esta afirmación, no se cumple en otros órdenes: «Las distintas regulaciones en las comunidades autónomas crujen a las pymes. A nosotros no nos afecta tanto, pero a ellas sí», señala un empresario muy destacado presente en el Congreso.

Hiperregulación e impuestos hacen que los empresarios vean cada vez más lejos a los políticos. También otros motivos: «No saben nada sobre la industria española», señala uno.

Sobre la hiperregulación, el ex primer ministro italiano Enrico Letta incidía en una de las últimas sesiones del Congreso en que Europa debe pensar sobre esta cuestión, que le está haciendo quedarse atrás, y también España, que cuenta con impuestos como el del plástico que solo se aplican en nuestro país.

Sobre impuestos y políticos, también se ha comentado entre los empresarios la intervención del presidente del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo, que ha defraudado un poco: «Habló de bajar los impuestos, pero no dio ningún detalle, más allá de decir que estaba en contra de reponer los impuestos de sucesiones y donaciones, algo que desde luego es importante para los empresarios familiares. Le vi flojo», señala un empresario. Tanto él como otros creen que perdió una buena oportunidad de pasar tiempo con los empresarios en la pausa café, de saludarlos y escucharlos.

El presidente del Instituto de Empresa Familiar, Ignacio Rivera, recalcaba por su parte que las empresas familiares piensan en el largo plazo: «Es importante que lo entiendan los políticos y no nos pongan más difícil el día a día de nuestras compañías».

Sobre los impuestos señalaba en su intervención que «tenemos que pagar impuestos, pero también ser conscientes de la competitividad de las empresas. Las cosas tienen un límite, y tenemos que competir. Tenemos que ver cómo son las reglas de nuestros competidores». En el posterior corrillo con periodistas incidía en que «los empresarios no nos quejamos de pagar impuestos. Nos quejamos de competitividad. Las regulaciones de energía verde te condicionan en tu competitividad, y la presión fiscal también. Habrá que mirarlo, porque competimos con países que no tienen esas regulaciones». «Lo que no podemos tener es la mayor presión fiscal, la mayor complejidad en las medidas normativas en cuanto a envases, en cuanto a mil cosas que nos están regulando, y en las que a veces que España quiere ir por delante de Europa. Si ya Europa va por delante de otros continentes y España va por delante de Europa, vamos a perder, y eso no es bueno», concluye.