Fundado en 1910

El fundador de Glovo, Óscar Pierre, presionado por la legislación de Díaz mientras Montero se frota las manos.Lu Tolstova

La semana económica

Glovo: el sueño de un emprendedor al que puede sepultar la anticuada política laboral de Yolanda Díaz

El catalán Óscar Pierre fundó Glovo junto con Sacha Michaud en 2014, cuando solo tenía 22 años. Ingeniero aeronáutico por la Universidad Politécnica de Cataluña y con estudios también en la prestigiosa Georgia Tech, se inclinó por el camino del emprendimiento. Creó esta empresa formada por repartidores que entregarían cualquier cosa a los clientes en menos de una hora.

La plataforma empezó a funcionar en Barcelona, y poco a poco fue extendiéndose por otros lugares de España y el mundo. A través de ella se distribuyen hoy más de cien millones de pedidos al año en veintidós países y en más de 500 ciudades.

Demanda se ve que hay, pero hay quien piensa que la compañía parece estar crujiendo por su modelo laboral y económico. «Nunca he creído en su modelo. Los números no salen cuando los costes de distribución de la comida son relevantes, como ocurre en los países desarrollados», sostiene Luis Martín Cabiedes, experimentado inversor en proyectos tecnológicos.

El trabajo de los repartidores se desarrolla en picos de pedidos. No tiene sentido que tengan un contrato de ocho horas

Trabajar en Glovo parecía tener más sentido en los primeros años de la compañía. En este periódico ya contamos que hubo repartidores capaces de ganar más de 5.000 euros al mes. Las condiciones fueron cambiando con el tiempo, y los sueldos de estos repartidores hace tiempo que ya no pueden llegar a ser tan jugosos.

Ante las dificultades para afrontar el crecimiento de la compañía, Pierre pensó en 2021 en salir a Bolsa o en buscar un inversor para poder sobrevivir ante la creciente competencia. Optó por lo segundo, y en 2022 fue adquirida por Delivery Hero, una multinacional alemana de pedidos y entrega de alimentos online con presencia en más de setenta países.

La compra fue inicialmente una ruina para todos. Delivery Hero acordó la adquisición de Glovo en enero de ese año por 2.300 millones de euros en acciones de la compañía alemana, pero su acción estaba entonces en 98 euros, y en julio, cuando se cerró la operación, en 35. Los accionistas de Glovo perderían más de la mitad de lo acordado meses antes.

Para los alemanes no parecía que fuera una buena compra. Glovo perdió 475 millones de euros en 2021 y 412 millones en 2022. Y a ellos tampoco les iba muy bien: perdieron casi 3.000 millones en 2022. Todo ello a pesar de que Glovo facturó ese año 970 millones de euros.

Aun así, los teutones decidieron invertir mucho en Glovo: «Les han destinado 1.100 millones, y ahora la compañía vale menos de 250 millones. Han perdido 750 millones por el camino», señala Martín Cabiedes.

Viendo estos números podría pensarse que el futuro de la empresa pinta mal, pero Delivery Hero tiene confianza en ella y prefiere dotarla de recursos antes que cerrarla. Por ahí se pueden salvar sus empleados, siempre que las multas e indemnizaciones que les impongan sean consideradas razonables y asumibles por los alemanes.

Glovo ya gana dinero en cada entrega en ciudades grandes. Este año podría tener beneficio operativo después de unos años de grandes pérdidas

A estas dificultades económicas hay que sumar las laborales, que están de actualidad pero llevan ya un tiempo asediando a la compañía. Tras la aprobación de la Ley Rider en el año 2021, Glovo fue sancionada con 78,7 millones de euros por no tener en nómina a 10.614 trabajadores ubicados entre Barcelona y Valencia, que fueron considerados falsos autónomos. La compañía fue multada además con 2.500 euros por obstrucción a la justicia, y en 2023 con 57 millones de euros por parte de la Inspección de Trabajo y Seguridad Social en Madrid por tener 7.000 repartidores como falsos autónomos y a 813 inmigrantes empleados aunque no tenían permiso de trabajo.

Durante todo este tiempo, Óscar Pierre ha seguido manteniendo dentro y fuera de los tribunales que está convencido de que su modelo de contratación es legal, pero sus jefes han decidido dar marcha atrás y contratar a todos los repartidores que hasta ahora eran autónomos. La ministra de Hacienda, María Jesús Montero, se frota las manos porque verá más ingresos procedentes de los 15.000 trabajadores de esta empresa. Los empleados se supone que también estarán contentos al ver mejoradas sus condiciones, aunque habrá que ver si lo siguen estando si como consecuencia de todo ello pierden su puesto. En todo caso queda patente lo difícil que es ser empresario en España, el país con las cotizaciones sociales más altas de Europa, y donde más caro es contratar, pero también es verdad que los empresarios deben hacer las cosas bien, aunque ello implique recortar un poco sus sueños.

La compañía es de las pocas nacidas en España capaz de colarse entre las aplicaciones más utilizadas

Detrás del fenómeno Glovo se esconde un reto muy complicado, porque saca a relucir una relación laboral entre empleado y empleador que en España está muy anticuada gracias a la legislación promovida por Yolanda Díaz. «El domingo por la noche o cuando hay un partido de la Champions puedes necesitar a 5.000 ó 10.000 repartidores en la calle, porque la demanda es infinita, ¿pero qué pueden hacer esos repartidores el lunes a las 10 de la mañana? Este negocio tiene picos muy específicos, pero la ley te obliga a contratar ocho horas durante todos los días de la semana. Es un problema difícil de arreglar si no se introduce una mayor flexibilidad», sostiene Mathieu Carenzo, emprendedor, inversor y experto en emprendimiento de la escuela de negocios IESE.

Carenzo ve fundamental que se alcance un equilibrio en el que salgan ganando empleador y empleado, que puede trabajar las horas de los picos y aparte hacerlo en otro sitio, o estudiar. Por otra parte no ve peligro en las pérdidas de la compañía: «Siempre cuento que Amazon no empezó a ganar dinero hasta muchos años después de su nacimiento. Necesitas invertir para hacerte con el mercado. El problema sería que las unit economics (proyecciones de crecimiento y rentabilidad) fueran negativas, y en el caso de Glovo no lo son. Mi información es que este año van a tener beneficio operativo (ebitda), y que ya ganan dinero en cada entrega que hacen en grandes ciudades como Madrid, Barcelona y Milán, algo que no ocurría en 2021».

El negocio de Glovo tiene sentido cuando hay volumen, y lo tiene menos cuando se le obliga a pagar empleados que no trabajan durante unas horas. En cualquier caso, sus dueños se adaptarán a la solución que se tome para seguir manteniendo una empresa que ha conseguido situarse entre las pocas de origen español presentes entre las aplicaciones del móvil, algo nada fácil, y lo han logrado porque los usuarios aseguran estar satisfechos. Competidoras de otras nacionalidades, como Deliveroo, desaparecieron.