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Teresa Ribera, vicepresidenta ejecutiva de la Comisión Europea de CompetenciaEFE

Ni coches eléctricos ni sustitutos a la nuclear: el plan energético de Ribera, muy lejos de sus objetivos para 2030

El Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC), la hoja de ruta trazada por la ex titular de Transición Ecológica, Teresa Ribera, hasta 2030, cada vez parece más destinada a permanecer como una ambiciosa carta de intenciones que como un hito al cien por cien realizable. Al menos, en lo referido a alguna de sus programas más relevantes, como la capacidad instalada de electrolizadores, los objetivos de capacidad o las ventas de vehículos eléctricos.

Dicho plan se concibió como una guía más que como un documento de obligado cumplimiento. Aprobado en 2021, fue actualizado el pasado mes de septiembre, antes de la marcha a Bruselas de la nueva vicepresidenta europea y responsable de Transición Limpia, Justa y Competitiva, Teresa Ribera.

«Los objetivos del PNIEC 2023-2030 son tan ambiciosos, tanto desde el punto de vista de las inversiones necesarias como en la transformación de la matriz energética que si consideramos el grado actual de cumplimiento y el estado de la regulación no será nada fácil alcanzar esos objetivos en 2030», considera Eduardo González, socio de Energía de KPMG.

Destaca, según un análisis elaborado por KPMG, el magro ritmo de recorte de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI). Apenas se han reducido un 5,6 % sobre la media de 1990, cuando el PNIEC plantea un recorte dentro de cinco años del 32 %. Más en detalle, el análisis de la consultora desvela que España está muy lejos del objetivo de 12 GW de capacidad instalada para electrolizadores en 2030, con tan solo 400 MW.

Precisamente Repsol anunció la ejecución de una inversión de este tipo en Portugal, y no en España, tras la amenaza de prórroga del impuesto energético. Otras dos instalaciones de este tipo, en Tarragona y Bilbao, están pendientes de la decisión final del Congreso de los Diputados. Desde el sector energético han reclamado en numerosas ocasiones estabilidad regulatoria y fiscal para asegurar sus inversiones en nuestro país.

Llama la atención el minúsculo ritmo del objetivo de alcanzar un parque de cinco millones de vehículos eléctricos en 2030. Transición elevó de hecho dicho umbral en medio millón adicional el pasado septiembre, hasta 5,5 millones, a pesar de que, hasta la fecha, circulan por las vías españolas apenas medio millón de automóviles, furgonetas, autobuses y camiones «a pilas». Igualmente no despega la capacidad de interconexión con Francia y Portugal, que se sitúa en 5 GW cuando el plan contempla 12 GW.

Otros objetivo con un ritmo de cumplimiento muy bajo es el referido a la capacidad de almacenamiento para 2030. El plan prevé que España tenga una capacidad de 22,5 GW dentro de cinco años, pero la cifra actual apenas se sitúa en 8 GW. El problema es que otra de las líneas maestras del plan –probablemente la que más claramente podría cumplirse en su capacidad– contempla la reducción a la mitad de la capacidad instalada nuclear.

Tras el próximo cierre de Almaraz, entre 2027 y 2028, España se quedará con una capacidad instalada de tan solo 3 GW, frente a los 7,12 GW actuales. De no incrementarse de forma muy importante la capacidad de almacenamiento, desde el sector energético no descartan que se vuelvan a registrar e incluso vayan a más episodios como el cierre forzoso de la industria, que tuvo que parar dos días seguidos la semana pasada al entrar en funcionamiento el mecanismo de gestión de la demanda SRAD coincidiendo con las bajas temperaturas y la desconexión temporal de la central nuclear de Ascó.

«En la semana del 6 al 13 diciembre se hundió la generación renovable. Además, Asco estaba parada. Tuvieron que entrar los ciclos combinados de gas y el Servicio de Respuesta Activa de la Demanda (SRAD), lo que pone de manifiesto la importancia de una energía de base como es la nuclear», apunta González, de KPMG.

«Sin un acuerdo de ampliación de vida útil habrá un cierre nuclear y este tendrá consecuencias porque ahora mismo no hay alternativas para tecnologías de base. Dependeríamos en mayor medida del precio del gas natural y si este va hacia arriba el precio del pool eléctrico también lo hará», añade el experto.