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Análisis económicoJosé Ramón Riera

La producción de bienes y servicios medioambientales se la pega

¿Es todo simple postureo para quedar bien con el mundo verde y medioambiental?

Me ha llamado mucho la atención una estadística que se me había pasado hasta ahora y que no es otra que las Cuentas medioambientales.

El Instituto Nacional de Estadística acaba de publicar hace escasos días los resultados del 2023 de la Cuenta de Bienes y Servicios Ambientales, y me ha sorprendido la bofetada que se ha dado la economía española en cuanto a Producción, Valor Añadido Bruto y su peso sobre el PIB comparado con 2022.

El INE define la economía ambiental como «el valor de las actividades asociadas a la protección del medio ambiente y la gestión de los recursos naturales».

Así que lo primero que voy a mostrar es el cuadro que he preparado con los datos del INE, y luego pasamos a analizarlos:

Dentro de estos recursos están:

• La Producción de energía a través de fuentes renovables,

• El Ahorro y gestión de energía y/o calor,

• La Gestión de residuos,

• La Gestión de aguas residuales,

• La Protección y descontaminación del suelo, aguas subterráneas y aguas superficiales,

• La Protección del aire y el clima,

• Y otros ámbitos de protección ambiental y de gestión de recursos.

Los tres primeros conceptos suponen el 72,5 % del total de la producción, donde la Producción de energía representa el 31 % del total, el Ahorro y la gestión de energía alcanza el 24 %, y la Gestión de residuos tiene un peso del 17,5 %.

En el año 2023, en el que íbamos como un cohete y nuestro PIB en términos nominales alcanzó los 1,498 billones, con un crecimiento del 9,1 % respecto al 2022, impresiona que el sector en el que había una vicepresidenta del Gobierno —ahora promocionada a vicepresidenta ejecutiva de la Comisión Europea— haya registrado una caída en valor de su producción del 3,4 %.

Desde el punto de vista de las exportaciones, resulta positivo que la producción no haya caído aún más gracias a un crecimiento del 6 %. Estas exportaciones incluyen principalmente vehículos eléctricos, productos energéticos (biocombustibles) y bienes de equipo vinculados a la producción de energía eléctrica renovable (como grupos electrógenos de energía eólica). Sin embargo, cabe destacar que las exportaciones se componen de productos y no de servicios.

En cuanto al empleo, el sector que más puestos de trabajo genera es la Construcción, con 214.000 empleos, seguido del suministro de agua y actividades de saneamiento, con 136.500, y los servicios, con 92.200. Entre los tres sectores suman 443.100 empleos, lo que representa el 76,7 % del empleo total generado. Sorprende, e impresiona a partes iguales, que, a pesar de la caída en la producción del 3,4 %, el empleo equivalente a tiempo completo haya crecido un 5,5 %.

Un dato que llama especialmente la atención es que el Valor Añadido Bruto (VAB) del sector haya caído solo un 2,5 %, mientras la producción descendió un 3,4 % y el empleo equivalente a tiempo completo aumentó un 5,5 %. Esto sugiere que la masa salarial –que no aparece reflejada en el informe–, o lo que es lo mismo, el salario medio por empleado ha bajado sustancialmente, utilizándose mano de obra más barata.

Por último, este sector, que en el pasado representaba casi el 3 % del Producto Interior Bruto, ha perdido peso y ha pasado a ser el 2,65 %, lo que supone una caída del 10,8 %.

¿Qué ha significado para esta industria que la producción de un sector tan estratégico haya caído?

La gran pregunta que debemos hacernos al ver estos resultados es: ¿Qué ha significado para esta industria, de la que tanto presume la izquierda de este país y una Comisión Europea liderada en parte por Teresa Ribera, que la producción de un sector estratégico haya caído?; ¿Que el valor añadido del sector también haya disminuido, que el empleo generado en dicho sector sea de peor calidad y más precario, y que el peso de esta industria en el PIB haya descendido un 10,8 %?

¿Es necesario tener una ministra como la actual, cuyo apellido danés es lo de menos, para desarrollar un sector que, según el INE, representa apenas el 2,65 % del PIB, está en caída libre y parece no importarle ni al Gobierno?

¿O es todo simple postureo para quedar bien con el mundo verde y medioambiental, que parece anclado en un comunismo rancio donde esta defensa a ultranza es lo único que les queda para no desaparecer?