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Pedro Sánchez con María Jesús MonteroEuropa Press

La realidad del cohete de Sánchez: España cada vez más lejos de Europa, con más paro y más empobrecida

El Gobierno sigue presumiendo de los datos de la economía española, pero si se miran los números con más detalle, se comprueba que no hay mucho de lo que vanagloriarse.

El Producto Interior Bruto (PIB) español está creciendo por encima de la media europea, pero buena parte de los economistas de este país reconoce que lo está logrando por tres argumentos difíciles de sostener: el aumento constante de la inyección de gasto público, el incremento de la población debido a la inmigración y la subida de las exportaciones.

El incremento del PIB debido al aumento de la población se traduce en que asciende su volumen total, pero no el PIB per cápita, que refleja el nivel de riqueza del país. De hecho, nuestra renta per cápita solo ha mejorado un 1,1 % desde el año 2008, frente al 11,1 % de aumento en la media europea. Como consecuencia, cada vez estamos más lejos del promedio de riqueza en nuestro continente. Hemos bajado del 93 % de convergencia con Europa en el año 2017, el ejercicio previo a la llegada de Pedro Sánchez, al 88 % en 2023: estamos cinco puntos más lejos.

La renta per cápita española ha subido un 1,1 % desde el año 2008, frente al 11,1 % de incremento registrado por la media europea

El paro es, sin duda, otra de nuestras grandes lacras. El actual Gobierno no consigue evitar que sigamos liderándolo en Europa en su índice general (11,2 %), en el femenino (12,4 %) y en el juvenil (26,7 %).

La deuda pública, por supuesto, es otro de nuestros males crecientes. Cuando llegó Sánchez, en el año 2018, estaba en 1,174 billones de euros. En septiembre de 2024 se sitúa en 1,637 billones de euros: 463.000 millones más. Esa deuda hay que pagarla, y si en un momento determinado no podemos hacerlo, dejarán de prestarnos y Europa nos impondrá recortes. El Gobierno de Sánchez no deja de incrementar el volumen de deuda, mes tras mes.

El actual Ejecutivo también ha visto cómo la inflación se ha disparado de manera desmesurada. Los precios se han incrementado en un 20,7 % entre enero de 2019 y noviembre de 2024.

El efecto es que la población se empobrece. España es el tercer peor país de los veintisiete países de la Unión Europea en población en riesgo de pobreza o exclusión social, con una tasa del 26,5 %, tan solo por detrás de Rumanía y Bulgaria; el segundo peor en niños en riesgo de pobreza o exclusión social, con un 34,5 %, solo por detrás de Rumanía; y el segundo en tasa de abandono escolar temprano, con un 13,7 %, también solo por detrás de Rumanía.

Nuestro país está entre los peores en los indicadores de pobreza y exclusión social

En el incremento de la pobreza o de la pérdida de poder adquisitivo de la población no solo influye el crecimiento de la inflación, el llamado impuesto de los pobres; también lo hacen las subidas de impuestos practicadas por el Gobierno de Sánchez. Desde que inició su andadura, los ha incrementado nada menos que 81 veces.

El Gobierno va a finalizar el año recaudando 88.000 millones de euros más que en el año 2018 -85.000 millones por los impuestos generales y 2.859 millones más por los aplicados a la banca y a las empresas energéticas-. A ellos hay que añadir que los ingresos por cotizaciones sociales acabarán el año siendo de 50.000 millones más que en el año 2018. Sumando ambas partidas, la recaudación será de 140.000 millones más que en el año 2018. El último hachazo aprobado hace unos días supondrá 9.000 millones más de ingresos para el Estado.

Todos estos problemas están haciendo mella en la población, como es lógico. Incluso el CIS, en su barómetro de diciembre de 2024, recoge la crisis económica y los problemas de índole económica como lo que los españoles consideran que les afecta más en la actualidad. El 57,3 % de los que contestan en la encuesta de confianza del CIS de diciembre estima que la economía española va peor, y el 48,3 % afirma que en seis meses verá peor la situación en España para encontrar o mejorar su puesto de trabajo.

A todo esto hay que añadir las cada vez mayores dudas sobre la credibilidad de instituciones como el Instituto Nacional de Estadística (INE). Desde que cambió de presidente hace algo más de dos años, ha revisado al alza la economía en más de 35.000 millones de euros. Llamativamente la última corrección reflejó los trimestres de Filomena y el inicio de la guerra de Ucrania como los de mayor modificación hacia arriba en los cuatro últimos años, algo en principio difícil.

Por otra parte está el maquillaje de los datos de empleo, con más de 750.000 fijos discontinuos que no computan como desempleados aunque no estén trabajando.

Cuestiones como estas, además de los cambios regulatorios y las amenazas de impuestos como el de la banca hacen que la inversión, clave para el futuro de la economía española, esté cayendo, debido en buena medida a la sensación de inseguridad jurídica que transmite nuestro país. A ello hay que añadir que las exportaciones ya flaquearon en la contabilidad nacional trimestral revisada el lunes, y que el dinero de los fondos europeos que alimenta el incremento del gasto público no va a durar siempre.