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José Manuel Cansino

Energía nuclear y gran industria: el último aviso en España

El incidente de Ascó II es un argumento más para replantearse no sólo el cierre de las centrales nucleares sino el papel de las tecnologías de respaldo con las que cuenta España

El pasado 11 de Noviembre los propietarios de la Central nuclear de Ascó II (Tarragona) comunicaron al Consejo de Seguridad Nacional la parada automática (no programada) del segundo de sus reactores. La parada se produjo en aplicación del protocolo de seguridad aunque sin que se registrase daño alguno.

La propiedad de este reactor nuclear corresponde a Endesa y a Iberdrola a través de la Asociación Ascó-Vandellós II. Sumando los tres reactores propiedad de esta asociación (uno enteramente perteneciente a Endesa y los otros dos también a Iberdrola), la potencia eléctrica por día suma 3.147 megavatios eléctricos. Esta potencia cuando se emplea al 100 % permite abastecer a casi el 9 % de las necesidades de electricidad nacionales con datos de 2023.

La parada no programada de la Central de Ascó II de noviembre fue responsable en buena medida, de la reducción de la aportación eléctrica nuclear al sistema nacional que pasó de los 140 gigavatios hora (GWh) del día anterior a los 129 del día de la parada. En esta ocasión el sistema pudo tirar de una mayor aportación de la energía eólica que pasó de aportar 165 gigavatios hora el día previo a 247 el día de la parada no prevista.

El balón de oxígeno de la energía eólica no sirvió, sin embargo, para lo ocurrido los pasados 11 y 12 de diciembre cuando, con temperaturas marcadamente bajas y la generación eléctrica nuclear estabilizada en los 122 GWh, el viento apenas sopló. Ese día ninguno de los dos reactores nucleares de Ascó estaban en funcionamiento. El de Ascó I por recarga de combustible y el mencionado de Ascó II por el incidente que debutó el 11 de noviembre.

La aportación de la energía eólica cayó a plomo desde los 361 GWh del día de la Inmaculada Concepción a los 47 del día 11. A ello se sumó la caída en la aportación de la fotovoltaica desde los 91 GWh del día 10 de diciembre a los 64 del mencionado 11 de diciembre. Sólo la aportación hidroeléctrica ayudó a parar el golpe desde el lado de las tecnologías denominadas limpias.

Con este escenario, el operador del sistema eléctrico –Red Eléctrica de España– tuvo que recurrir a las tecnologías denominadas de respaldo. Las centrales de ciclo combinado que aportaron 109 GWh el 9 de diciembre subieron a 346 el complicado día 11. El otro mecanismo al que se recurrió fue la interrupción del suministro eléctrico a la gran industria, lo que técnicamente se denomina Servicio de Respuesta de la Demanda (SRAD). Esta medida obligó a parar o ajustar su actividad a parte notable de la industria nacional durante unas dos horas y media.

El parón de la actividad industrial, el tercero en lo que iba de año, probablemente se hubiese evitado de estar en funcionamiento los reactores de Ascó

Probablemente, el parón de la actividad industrial –tercero en lo que iba de año– se hubiese podido evitar de estar en funcionamiento los reactores de Ascó. No fue así y lo que se espera a futuro va en sentido diferente.

El Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) fijó para 2035 el cierre definitivo del conjunto de los siete reactores nucleares operativos en estos momentos en España repartidos en cinco centrales; la fecha de inicio del proceso será 2027, año en el que está previsto el cierre de Almaraz I (Cáceres).

El incidente de Ascó II es un argumento más para replantearse no sólo el cierre de las centrales nucleares sino el papel de las tecnologías de respaldo con las que cuenta España; unas tecnologías que garantizan el suministro eléctrico cuando deja de soplar el viento, se esconde el sol o las centrales hidroeléctricas cuentan con reducidos niveles de agua embalsada.

Para poner la cuestión en perspectiva, por ejemplo, la capacidad de generación de los dos reactores nucleares de Ascó equivalen aproximadamente a la electricidad que pueden producir unos 670 aerogeneradores de 3 MW de potencia instalada o a 500 de 4 MW. Si los mismos reactores se comparan con la capacidad de la energía fotovoltaica equivalen a unos 7 millones de paneles solares de 350 vatios.

En definitiva, el incidente de la central nuclear de Ascó coincidiendo con la ausencia de viento y de sol debe tomarse como un serio aviso no sólo de los riesgos de seguir adelante con el cierre de las centrales nucleares instaladas en España, también de los golpes que se le asestan a la gran industria que no está sobrada, precisamente, de elevados niveles de productividad cuando se pone en comparación con nuestros competidores del resto de la Unión Europea y del Mundo.

  • José Manuel Cansino es catedrático de Economía Aplicada de la Universidad de Sevilla, profesor de San Telmo Business School y académico de la Universidad Autónoma de Chile / @jmcansino