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Análisis económicoJosé Ramón Riera

La productividad laboral cae a mínimos desde la pandemia

Yolanda Díaz necesita su momento de gloria personal, aunque eso termine generando mayor paro, mayor inflación y, en definitiva, el empobrecimiento de las clases medias y bajas

Estamos en el principio del año y, desde el punto de vista económico están a punto de suceder dos cosas que pueden hacer cambiar mucho la tendencia de la economía, sobre todo de las pequeñas y medianas empresas.

La ministra de Trabajo, que necesita apuntarse algún tanto porque las encuestas la dejan al borde de la desaparición, con 8/10 diputados, cuando hoy en día cuenta con 27, sabe que tiene que movilizar a sus votantes y cree que la mejor forma es conseguir que se aprueben la reforma de las horas trabajadas semanalmente y que se suba el Salario Mínimo Interprofesional muy por encima de la inflación, que ha sido de un 2,8 %.

Pero de lo que no quiere ni oír hablar la ministra es de las consecuencias que esto puede tener sobre las pequeñas y medianas empresas. De pronto van a ver cómo suben sus costes a la vez por dos aspectos diferentes: porque al trabajar menos horas semanales se va a producir un incremento de los costes de producción en las empresas industriales, o por el incremento de los costes de comercialización en las empresas comerciales o de servicios. Al tener a su vez que pagar más, el efecto que va a conseguir es doble.

La ministra de Trabajo no quiere oír hablar de las consecuencias que sus medidas pueden tener sobre las pequeñas y medianas empresas

Habrá empresas que podrán transmitir esos nuevos costes a los precios, con la consiguiente subida de la inflación, y habrá muchas que no podrán hacerlo, con lo cual verán sus márgenes reducidos por los dos efectos. De las que no puedan transmitir sus costes, habrá un porcentaje que se verá abocada al cierre porque algunas de ellas, que ya están en la cuerda floja porque han visto subir sus costes por la subida de las cotizaciones sociales, terminarán por tener que cerrar las puertas.

Por otro lado, hay un tema muy preocupante en la economía española, y es la productividad. Una manera de ver la productividad es comparar las horas cotizadas y pagadas por los empresarios y las horas efectivas trabajadas por sus empleados.

La Tesorería General de la Seguridad Social publica periódicamente un informe con las horas cotizadas y las horas efectivas trabajadas. Se actualizó en noviembre hasta el segundo trimestre de 2024. Se publica con datos oficiales desde el primer trimestre de 2019. He utilizado este informe para mostrar cómo la productividad laboral, medida entre las horas cotizadas y las horas efectivas trabajadas, no ha parado de caer. Se encuentra en su punto mínimo de la serie descontando la época de la pandemia, en donde estuvimos confinados ilegalmente.

Los resultados no son precisamente halagüeños. Al final los que pagan la fiesta no son los votantes de ese señor que financia su partido en negro, sino los empresarios que pagan las horas cotizadas o un gran porcentaje de estas, tanto en bajas por ERTE como en bajas médicas de corta duración.

Lo que vamos a ver es un problema que afecta cada vez más a la productividad económica de nuestro país. Nos coloca en el disparadero, por mucho que los salarios españoles sean todavía más bajos que la media de la Unión Europea.

Esta es la tabla que he generado con la información del Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones:

Como se puede ver en la tabla, el índice de productividad laboral calculado como el cociente entre las horas efectivas trabajadas y las cotizadas, expresado en porcentaje, en el cierre del primer trimestre de 2019, era de un 95,2 %. Siguió creciendo hasta el tercer trimestre del mismo año hasta un 95,6 %, y a partir de ahí, como consecuencia de la pandemia, pasa del 91,4 % en el primer trimestre de 2020, dado que el confinamiento empieza el 14 de marzo de 2020, hasta llegar a su mínimo en el segundo trimestre de 2020, cuando se coloca en el 73,8 % y empieza a recuperar para volver a llegar el cuarto trimestre de 2021 al 95,7 %. Desde entonces ha empezado la decadencia.

La productividad no cae de manera brusca, pero sí paulatina

No ha sido un bajada de golpe, sino paulatina. Desde el tercer trimestre de 2023, cuando recuperamos hasta el 94,1 %, bajamos. Los terceros trimestres son los mejores desde el punto de vista económico por el efecto del turismo extranjero. En el segundo trimestre de 2024 hemos bajado al 93,4 %.

Esto viene como consecuencia de que la subida de las horas efectivas trabajadas ha sido sólo de un 16,9 %, mientras que en las cotizadas ha sido de un 19,2 %.

Estamos en caída en este índice. Las horas trabajadas tienen un mayor índice de absentismo. Si a eso le añadimos la reducción de la jornada laboral un 6,25 %, llevará a cotizar menos horas. Si el absentismo se mantiene, el efecto puede ser totalmente pernicioso para nuestro sistema económico.

Pero la ministra necesita su momento de gloria personal, aunque eso termine generando mayor paro, mayor inflación y, en definitiva, el empobrecimiento de las clases medias y bajas.