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El expresidente de Repsol YPF, Alfonso CortinaEFE

2004 - 2025: de la maniobra de la 'era Zapatero' con Repsol al golpe de mano de Sánchez en Telefónica

La operación que terminó con la salida de Alfonso Cortina de la petrolera y la que ha descabalgado a Pallete presentan paralelismos, aunque también una gran diferencia

Miércoles, 27 de octubre de 2004. José Luis Rodríguez Zapatero llevaba siete meses en la Moncloa. Y ese día se iba a producir el primer gran terremoto empresarial de su mandato. El consejo de administración de la entonces Repsol YPF se reunió de urgencia para desalojar a Alfonso Cortina de la presidencia. Ocuparía su lugar el todavía presidente, Antonio Brufau, procedente de La Caixa.

La maniobra fue una consecuencia directa del cambio de Gobierno que se produjo en abril de ese año, tras los atentados del 11 de marzo. Alfonso Cortina había sido uno de los primeros nombramientos en empresas públicas de José María Aznar, en 1996. Y estaba en el punto de mira desde agosto, cuando Pedro Solbes, a la sazón vicepresidente económico de Zapatero, dijo estar «sorprendido por las características de algunas personas que se han nombrado en determinados consejos».

Cortina, vinculado anteriormente a los bancos Vizcaya o Hispanoamericano, había sido también vicepresidente de la cementera Portland Valderrivas. Y quedará para la posteridad como el gran artífice de la privatización de la petrolera, convirtiéndola en la primera compañía del sector en España. Pero al nuevo Gobierno no le gustaba su cercanía al anterior gobierno del PP ni su amistad con el exvicepresidente económico, Rodrigo Rato. Y Moncloa encontró en La Caixa, principal accionista de la petrolera, un gran aliado. O, más bien, La Caixa lo encontró en el Gobierno y en el entonces ministro de Industria, José Montilla.

«Aire fresco»

El grupo bancario llevaba dos años pidiendo «aire fresco» en la petrolera, como contaban Javier González y Ángel Laso en las crónicas que por entonces publicó Abc. De fondo también, el objetivo de integrar Repsol y Gas Natural. Brufau, entonces director general del grupo financiero junto con Isidro Fainé, se citó con el ministro de Industria, José Montilla, once días antes para avanzarle la maniobra. Montilla le confirma que no tiene intención de intervenir: es la confirmación definitiva de que los vientos soplan hacia el mismo lado tanto en Moncloa como en las Torres Negras, sede de La Caixa en Barcelona.

«Esa alineación de intereses fue clave», recuerda una persona que entonces tuvo conocimiento directo de la operación. También fue clave, recuerda, el momento político, con el Gobierno de Zapatero, como ahora Sánchez, interesado en tener gestos de buena voluntad con Cataluña, donde apenas acababa de echar a andar el tripartito de PSC con ERC e ICV. El destino de Cortina estaba escrito: pese a un primer amago de resistencia, al final pactó su salida.

Entonces se argumentó que la maniobra era «estrictamente empresarial»

Entonces, el papel principal de la Caixa permitió a Repsol argumentar que la maniobra era «estrictamente empresarial». Un calificativo mucho más difícil de aplicar al desalojo de Pallete, comunicado en el palacio de la Moncloa, aunque fuese por Ángel Simón, consejero delegado de CriteriaCaixa. Cabe recordar que el Estado, a través del FROB, aún controla un 18 % del accionariado de La Caixa, y Moncloa y Caixa han mostrado sintonía en varias operaciones empresariales, de Talgo a la propia Telefónica.

En retrospectiva, resulta también interesante recordar cómo, solo dos años después del relevo en Repsol, el Gobierno de Zapatero encontró una solución muy distinta a la de Sánchez para Telefónica. Entonces, como en 2023 hicieron los saudíes de STC, un grupo extranjero –el ruso Lukoil– quiso irrumpir en el capital de la empresa, también estratégica. El objetivo: hacerse con el 10 % de su capital. Entonces Moncloa, según publicó El Mundo, encontró en la constructora Sacyr el caballo blanco que ahora Sánchez no ha querido buscar para la operadora, prefiriendo irrumpir con la SEPI previo pago, con cargo al erario público, de 2.300 millones de euros.