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Trump señala a los carteles de la droga como la fuerza gobernante en México

Trump señala a los carteles de la droga como la fuerza gobernante en MéxicoAFP

Aranceles, IRPF y ego herido: lo que esconde la guerra comercial de Trump

El estadounidense está dispuesto a iniciar una guerra comercial con tal de eliminar el impuesto de la renta en el país norteamericano

El presidente Donald Trump ha iniciado una escalada arancelaria bajo la premisa de reequilibrar las relaciones comerciales de Estados Unidos con el resto del mundo, después de que el país norteamericano registrara un déficit comercial histórico. Aunque el magnate está dispuesto a llevar el conflicto comercial hasta sus últimas consecuencias, la guerra del estadounidense parece ser otra.

El déficit comercial de Estados Unidos aumentó el pasado año un 17 % hasta los 918.400 millones de dólares, lastrado principalmente por el balance negativo con China (-295.401,6 millones), México (-171.809,2 millones) y Vietnam (-123.463 millones). No obstante, se trata de cifras engañosas, ya que este déficit procede de la importación de bienes, lo cual no implica necesariamente una merma en la competitividad.

«Una cosa es lo que se dice en el debate político, como hace la Administración Trump, y otra es la realidad de las cadenas de producción globales», explica Jorge Díaz Lanchas, profesor de Economía de Comillas ICADE. «Se da un proceso de deslocalización, donde hay más servicios para nutrir las fases del proceso productivo, pero el déficit comercial no evidencia una debilidad, sino que es más un problema de contabilidad nacional», añade.

Esta vulnerabilidad, sin embargo, no explica la adopción de aranceles en este momento. Para Díaz, los aranceles se están utilizando como una forma de negociación en cuestiones que no están relacionadas con el comercio, como se ha visto con Canadá y México, y que podría afectar potencialmente a Europa. «Los aranceles son una herramienta muy potente porque Estados Unidos tiene una economía muy diversificada. Si los aranceles empeoran las importaciones, Estados Unidos tiene una mayor capacidad de resiliencia que otras economías, como la europea», agrega.

Otros expertos apuntan a que los aranceles serían una excusa del presidente estadounidense para aumentar la tributación de cara a la guerra que desde su primer mandato mantiene contra el IRPF. El economista Marc Vidal apuntaba hace unos días en un programa de Cuatro que Trump pretende seguir la política fiscal establecida en el país norteamericano entre 1870 y 1913, cuando se registró el mayor crecimiento de su historia. «En aquel momento no había IRPF y fueron los aranceles los que cubrieron esos ingresos», apuntaba.

Este asunto ya fue abordado durante la campaña electoral y fue visto con cierto escepticismo por parte de los economistas estadounidenses. En las últimas siete décadas, los aranceles no han representado más del 2 % de los ingresos anuales de Estados Unidos, mientras que la recaudación por IRPF supone el 42,1 % del ingreso fiscal. «Para reemplazar los aproximadamente 2 billones de dólares de ingresos generados por el IRPF con aranceles se requerirían tasas arancelarias astronómicamente altas», apuntaba el pasado junio la economista de la Tax Foundation, Erica York.

Trapos sucios

Otra cosa es que Trump tenga sus propios motivos. Desde 1973, cuando un periódico estadounidense publicó que Richard Nixon había pagado el año anterior por IRPF menos de 800 dólares sobre unos ingresos de 200.000, todos los candidatos a la Casa Blanca han publicado sus declaraciones de la renta como un ejercicio de transparencia hasta que Trump cortó de raíz la tradición en 2020.

Un año antes, la prensa estadounidense se había recreado con las pérdidas millonarias que el magnate había reportado en sus declaraciones de impuestos durante una década –hasta 1.170 millones– en todos sus negocios y que contrastaban con la imagen de empresario de éxito que le gustaba, y le gusta, proyectar. Desde entonces, Trump ha sido más celoso con su información financiera al tiempo que ha enconado su postura con el IRPF.

Imagen y liderazgo

En cualquier caso, el anuncio de aranceles ha abierto una Caja de Pandora. Ya en la guerra comercial de 2018, en la que Trump adoptó una postura más agresiva, China sorprendió con una subida de aranceles que cogió a Washington con el pie cambiado. «Estados Unidos y China están usando países satélite sin aranceles, como México y Vietnam, para comerciar entre ellos, pero es difícil predecir cómo se desarrollaría una segunda guerra comercial», apunta Díaz.

«Los indicadores muestran que China tiene menor diversificación que Estados Unidos, pero no tengo claro que pueda verse más penalizada. Aunque los flujos comerciales sugieren que Pekín podría tener más que perder, Washington es vulnerable ante ciertas dependencias; además, la imagen y liderazgo político son fundamentales y ninguno querrá ceder en una guerra comercial», concluye.