
La bandera alemana ondea en el edificio del Bundestag, el Parlamento alemán
Elecciones en Alemania
Cómo la locomotora alemana pasó a ser el vagón de cola de Europa
La economía alemana, resfriada desde la pandemia, cerró 2024 en recesión por segundo año consecutivo
El retroceso alemán; por José María Rotellar
El smartphone que usted tiene entre las manos, o en su bolsillo, tiene mucho que ver con el frenazo económico de Alemania. El país, considerado históricamente la locomotora de Europa, cerró 2024 con un retroceso del 0,2 %, situándose en el furgón de cola de las grandes economías europeas. En la Eurozona, solo Irlanda registró un desempeño peor. Por el contrario, España creció el año pasado un 3,2 %.
La potente industria germana se benefició durante años de una energía barata, gracias en gran medida al suministro procedente de Rusia. También de décadas de maestría en la producción de manufacturas, particularmente automóviles pero también lavadoras, bienes de equipo y hasta centrales nucleares. Pero ambos factores están ahora detrás de un resfriado que podría convertirse en crónico.
«Alemania fue la vencedora mundial en la era analógica, pero las tecnologías digitales han ido invadiendo sin cesar nuestras vidas. Los alemanes inventaron el motor de combustible para automóviles, el microscopio electrónico y el mechero Bunsen, pero no inventaron el ordenador, el teléfono inteligente ni el coche eléctrico. Con el paso de los años, eso se ha convertido en un problema», asegura el periodista económico Wolfgang Münchau, en su libro recién publicado Kaput: el fin del milagro alemán.
Munchau, fundador de la edición alemana de Financial Times y uno de los periodistas financieros más influyentes de Alemania, recuerda que el país tiene un largo historial de remontadas económicas que nadie esperaba. Brilló en los 50 tras la devastación de la II Guerra Mundial, también en los 80 y 90 pese al esfuerzo de integrar a la atrasada República Democrática, y de nuevo en la primera mitad de la década de 2010. Pero esta vez, considera, es diferente.
El fax sigue siendo el rey
El país ha llegado a la era digital con gran retraso. Solo hay una empresa alemana entre las 50 tecnológicas más importantes del mundo, SAP. Según una encuesta de FTTH Council Europe, menos del 20 % de los hogares y empresas tenían fibra óptica en 2021, cuatro veces menos que en España. Otra encuesta, esta de 2023 y elaborada por la consultora digital Bitkom, desvelaba que el 80 % de las empresas alemanas todavía usaba fax en 2023.
Una herencia de la sólida burocracia instalada en el país, que no otorgaba hasta hace poco el mismo estatus a un correo electrónico que a un fax firmado. Algo que hace que estas máquinas aún sean habituales en el hospitales, comisarías o en el mismo Bundestag, el Parlamento alemán.
«El intervencionismo de gasto e impuestos elevados y trabas a la actividad económica ha hecho retroceder a Alemania y empeorar en todos los indicadores económicos», añadía en un reciente artículo en El Debate José María Rotellar, profesor de Economía y director del Observatorio Económico de la Universidad Francisco de Vitoria. Rotellar apunta también a otro factor relevante: el abandono de la energía nuclear.
Alemania decidió cerrar sus plantas atómicas en 2011, tras la catástrofe de Fukushima. Pero clausuró sus últimos tres reactores en noviembre de 2023, justo cuando la invasión de Ucrania dejó al país sin su principal fuente de energía barata. Como consecuencia, fuentes del sector energético que el país está pagando un 30 % más de lo que pagaría si hubiera mantenido operativas las plantas atómicas. Esta misma semana, el coste del MWh se situaba en España en 47,7 euros, frente a los 50 del país o los 51 de Italia, país que también clausuró sus centrales, tras el referéndum de 1987.
Volvamos al ejemplo del smartphone. No solo ha sustituido al teléfono, sino también a decenas de dispositivos mecánicos y eléctricos, como la linterna, la cámara, la brújula, el mapa o la agenda. «Muchos de los cuales se fabricaban en Alemania», subraya Wolfgang Münchau en su libro, publicado por Plataforma Editorial. En cambio, los teléfonos inteligentes se producen fundamentalmente en China, como también los vehículos eléctricos que amenazan ahora el histórico predominio de la principal industria germana.
Alemania era, y es, un gigante exportador. Durante años registró superávits por cuenta corriente superiores al 8 % del PIB. En 2022 sus ventas al exterior batieron el récord de casi 1,6 billones de euros, prácticamente como todo el PIB de España. Desde entonces, sin embargo, se han desplomado, hasta 1,4 billones en 2024. En particular las ventas a China, que han caído más de un 20 % en tan solo dos años.
La relación con el gigante asiático, según Münchau, también está detrás del frenazo alemán. En principio, las nacientes industrias chinas se lanzaron en masa a comprar bienes de equipo a las empresas alemanas. China, e India, inundaron el mercado con sus productos, pero usaban para ello maquinaria alemana. Mientras, las reformas laborales de Gerard Schroeder aliviaron los costes salariales en un país en el que la principal preocupación era quedar en desempleo. Y la crisis del euro, que devaluó la moneda única frente al dólar, solo sirvió para empujar aún más la competitividad de la industria alemana. «Todo eso funcionó muy bien, hasta que dejó de hacerlo», asevera.