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Diego Barceló

Ojalá los aranceles de Trump fueran nuestro mayor problema

La amenaza para la economía europea es la propia Comisión Europea, junto con el inflacionista Banco Central Europeo

Un primer análisis sobre cualquier medida que adopte el gobierno de Donald Trump es fácil: todos los presidentes republicanos son criticados, mientras que los demócratas reciben el Premio Nobel de la Paz, aunque inicien guerras, o gozan del elogio mediático mundial pese a tener relaciones íntimas con las becarias de la Casa Blanca. Desde este ángulo, las críticas a Trump son la continuación de este patrón.

Trump no es economista. Interpreta el saldo comercial, equivocadamente, como si fuera una cuenta de resultados. Cree que el déficit comercial de EE.UU. con muchos países equivale a pérdidas que, dada su lógica, quiere revertir. Nadie obliga a EE.UU. a importar los bienes que compra del exterior; las importaciones norteamericanas son el fruto de decisiones voluntarias de los norteamericanos.

El caso es que Trump ha decidido utilizar los aranceles como un medio para equilibrar los flujos comerciales, lo que él considera «justo». Esos aranceles castigan, en primer lugar, a los propios norteamericanos, que tendrán que pagar más caro o reemplazar por otros, bienes que compraban gustosamente.

La respuesta de la UE es lamentable. Si Trump castiga a los consumidores de su país imponiendo aranceles, ¿por qué la UE imita el error y castiga también a los consumidores europeos? Si se critica a Trump por poner aranceles, ¿qué sentido tiene imitar algo que se considera malo? Si se advierten los riesgos de una guerra comercial, ¿qué necesidad hay de responder a una subida de aranceles con otra subida? No tiene ningún sentido; son políticos haciendo su juego empobrecedor.

La triste verdad es que la mayor amenaza para la economía española es nuestro propio gobiernoDiego Barceló

Es tragicómico que los socialistas de todos los partidos acusen a Trump de «proteccionista», cuando ellos ahogan al sector privado con impuestos y regulaciones de todo tipo. En todo caso, hay una diferencia destacable. Trump habla de bajar impuestos y recortar el gasto público; si los mayores aranceles son simultáneos a ambas medidas, la economía norteamericana saldría ganando, aunque los aranceles sean malos en sí mismos.

En Europa, en cambio, se anuncian permanentemente nuevos planes megalómanos de gasto público (NextGen, defensa, ampliación de la UE con ocho países, planes Letta y Draghi) a financiarse con más deuda y la creación de más impuestos «europeos», pese a ser el continente con mayor presión tributaria. Es evidente que, en este contexto, los aranceles empeorarán nuestra ya esclerotizada economía.

El papel de España en todo esto es especialmente desolador. España tiene un déficit comercial con EE.UU. de 10.000 millones de euros anuales. En la lógica de Trump, España debería estar exenta de mayores aranceles. Pero es imposible que un país cuyo presidente ha sido felicitado por Hamás y que comete la anomalía en Occidente de compartir el poder con el comunismo, tenga posibilidad alguna de ser escuchado en EE.UU.

Las exportaciones españolas de mercancías a EE.UU. equivalen al 1,1 % de nuestro PIB. Si bien hay un riesgo de impacto indirecto (si los aranceles golpean a Francia, Alemania e Italia, nuestros principales socios comerciales, nos afectarán también a nosotros), no parece un problema demasiado grave para nuestra economía (aunque sí lo sea para determinados sectores y empresas).

Si los aranceles provocaran una caída del 30 % de las exportaciones españolas a EE.UU. (un escenario extremo), la pérdida sería de 5.500 millones de euros. Por ejemplo, el Mecanismo de Equidad Intergeneracional que inventó el exministro José Luis Escrivá, costará solo este año unos 3.400 millones de euros al sector privado. El nuevo incremento del salario mínimo equivale a una expropiación a los pequeños empresarios de unos 2.400 millones. Solo esas dos medidas, a las que podríamos sumar muchas más (no deflactación de tramos de IRPF, cuota de autónomos, cuota de solidaridad, aumento de la base máxima de cotización, etc.), cuestan tanto a la economía española como un escenario extremo para los nuevos aranceles de Trump.

La triste verdad es que la mayor amenaza para la economía española es nuestro propio gobierno. La mayor amenaza para la economía europea es la propia Comisión Europea (que apoyan el PP y el PSOE por igual), junto con el inflacionista Banco Central Europeo.

Ojalá el mayor problema de España y la UE fueran los aranceles de Trump; tenemos problemas mucho más graves y cercanos.

  • Diego Barceló Larran es director de Barceló & asociados (@diebarcelo)