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Rafael Dezcallar fue embajador español en China entre los años 2018 y 2024.

Rafael Dezcallar fue embajador español en China entre los años 2018 y 2024.Paula Argüelles

Rafael Dezcallar: «China es el único país que amenaza la posición de EE.UU., y tiene los recursos y la voluntad de hacerlo»

El ex embajador español en el país asiático ve necesario hacer un esfuerzo mayor en entender la mentalidad de la nación liderada por Xi Jinping

Rafael Dezcallar (Palma de Mallorca, 1955) tiene dos hermanos diplomáticos -entre ellos Jorge Dezcallar, que fue director del CNI-. Él ha sido embajador español en Alemania, Etiopía y China, entre otros lugares. Sobre su experiencia en este último país –fue embajador entre los años 2018 y 2024– acaba de publicar su libro El ascenso de China, en donde analiza el crecimiento fulgurante del gigante asiático y sus perspectivas.

Al hilo de lo que escribe, hablamos con él sobre diferentes cuestiones de actualidad. El enfrentamiento entre Estados Unidos y China se está haciendo más patente estos días debido a los aranceles. Dezcallar contempla cómo la relación entre ambos países ha ido pasando a ser «de rivalidad y competencia. Durante años, Estados Unidos pensó que China era un país menor. Ha sido en la época de Obama y Trump cuando se han dado cuenta de que había crecido política y económicamente, y que ya es un rival. La estrategia de seguridad americana dice que China es ahora el único país que amenaza la posición de poder de Estados Unidos, y que tiene tanto los recursos como la voluntad de ser un rival».

No descartaría los aranceles con los coches eléctricos chinos. No puede volver a pasarnos lo que ocurrió con los paneles solares.

Dezcallar llama la atención sobre el rearme militar, tecnológico e ideológico que está llevando a cabo China, y recuerda que ellos piensan que su sistema dictatorial es el que funciona, del mismo modo que nosotros pensamos que el liberal democrático nuestro es el correcto. «La cuestión es ver cómo van a desarrollarse, quién va a prevalecer. Dependerá de lo bien que hagamos nosotros las cosas. Tenemos que reconocer las fortalezas de China y hacer nosotros las cosas mejor. Hace dos años, por ejemplo, hubo una crisis importante con Taiwán por la visita de Nancy Pelosy. Hay que tratar de evitar que la rivalidad acabe en confrontación, en choque abierto».

Afirma que «Estados Unidos sigue teniendo un nivel tecnológico general más alto que el chino, y su nivel económico también es más alto, pero este orden depende de las políticas que sigan cada uno a partir de ahora. No hay nada que esté escrito».

Al mismo tiempo, Dezcallar incide en que «China está teniendo una serie de problemas económicos que antes no tenía: la burbuja inmobiliaria, el declive demográfico, el endeudamiento de las provincias que impide desarrollar infraestructuras y servicios a la población y la baja productividad del sector público, que representa un 90 % de la economía china».

A ello hay que añadir un problema importante de falta de confianza. Se nota en que el consumo es muy bajo, algo que las autoridades chinas están intentando corregir, y en que falta confianza exterior: «Hay más preocupación sobre las consecuencias de la geopolítica, las perspectivas tecnológicas y hay miedo a las posibles sanciones a las empresas chinas. Eso hace, por ejemplo, que haya bajado la inversión extranjera en el país».

Sobre los aranceles, Dezcallar afirma que «son malos para todos: para Estados Unidos, China y los consumidores. Afectan a la globalización y al comercio internacional». No tiene la impresión de que sean la solución, aunque tampoco los descarta si no hubiera más remedio: «Hay que evitar que nos pase lo que ocurrió en España hace quince años con los paneles solares. En Europa había una industria importante que fue eliminada por exportaciones chinas a precios imbatibles. Ahora China tiene un problema muy serio de sobrecapacidad de coches eléctricos, y están inyectando una cantidad de subsidios impresionante. No podemos permitirnos el lujo de que nuestra industria se vea arrasada por una competencia que la desequilibra porque se considera que los eléctricos chinos son bonitos y baratos. Preferiría que no hubiera aranceles, pero si la única manera de evitar que desaparezca nuestra industria es esa, habrá que tenerlos».

China y Rusia nunca se han llevado bien, pero les ha unido ver a Estados Unidos como adversario

La mejor vía para la paz comercial y global, en cualquier caso, es tratar de entender a los chinos: «Es un país muy mal conocido. A menudo circula información llena de clichés y estereotipos. No podemos permitirnos el lujo de no conocer bien a China. Está en todos los temas importantes para nosotros».

Esta línea de conocimiento y diálogo con ellos será clave para intentar consensuar cuestiones como los valores democráticos o la normativa laboral, entre otras: «Hay que tratar de entenderles para poder defendernos de ellos cuando haya que hacerlo, y colaborar en los terrenos en los que sea posible». Entre otras cuestiones no hay que olvidar que en su cultura prevalece el interés de la comunidad por encima del individuo.

Frente a su aparente poderío imbatible, Dezcallar sostiene que «no hay que mitificar a China. Lo fundamental es que hagamos bien nuestro trabajo; por ejemplo, siguiendo los informes Letta y Draghi, que el mercado interior europeo funcione mejor para que nuestras empresas sean capaces de competir con las chinas y las americanas. También Europa tiene que hacer mejor las cosas en África, donde ellos han conseguido tener fuerza, y en América Latina, donde Mercosur ha tardado veinticinco años en ratificarse».

La relación de España con China es muy buena

Dezcallar resalta que la relación de España con China «es muy buena», como ha tenido ocasión de comprobar en su trabajo como embajador allí: «Valoran mucho que seamos un país con una historia y una cultura muy importantes, y con una lengua universal. También estiman en gran medida nuestra influencia en Europa y en América Latina».

En cuanto a la relación entre China y Rusia, incide en que «siempre han sido países que no se han llevado bien», y que entre ellos «no hay mucho aprecio», pero en los últimos años les ha unido la visión de Estados Unidos como un adversario. De aquí en adelante tendrán que ver en qué modo les compensa seguir su relación, al igual que tendrá que hacer Rusia en torno al acercamiento de Trump.

Y por lo que se refiere a la Unión Europea, «su objetivo tiene que ser despertar ante un escenario global mucho más difícil. Tenemos que empezar por reconocer que nuestra dependencia defensiva de Estados Unidos es un problema, y debemos poner los medios para acabar con ello. También tenemos que reordenar nuestro mercado interno para poder competir con Estados Unidos y China y defender nuestros intereses. Estados Unidos tiene razón en que Europa debe contribuir más en defensa. Tenemos que asumir más responsabilidad y reducir la dependencia en una relación de colaboración y alianza permanente».

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