El Debate
Clece

Edificios emblemáticos que hoy son acogedoras residencias

Conventos, colegios, factorías y otras construcciones históricas han sido convertidas en centros de mayores CleceVitam que abrazan una nueva vida en el centro de las ciudades.

Unos tienen décadas y otros hasta siglos a sus espaldas, pero todos son edificios emblemáticos que representan el significado histórico y cultural del lugar donde se levantan, habitualmente en el centro de los pueblos y ciudades. Cada uno de ellos con su peculiaridad y su propia historia, que, en algunos casos, terminó cuando cayeron en desuso porque no pudieron adaptarse a la normativa vigente o por su mal estado y muy costosa inversión. Por eso, darles una nueva vida a estas construcciones es algo que emociona a las personas que las conocen. Y también una solución muy sostenible a nivel arquitectónico.

«La posibilidad de reutilizar edificios que se han quedado sin uso ya es un valor añadido a nivel de sostenibilidad y revitalización de los centros urbanos. Además, al ser emblemáticos, tienen un beneficio muy importante, que es su ubicación en zonas céntricas y accesibles. Las construcciones con cierta antigüedad cuentan con grandes ventanales, altura suficiente para pasar instalaciones, espacios exteriores… En nuestro caso, intentamos utilizar inmuebles que, además, gocen de un patio donde podamos salir con los residentes o atender a las visitas», expone Maica Tejedo, arquitecta responsable de algunas de las rehabilitaciones de los edificios históricos convertidos en centros CleceVitam. Antes fueron conventos, colegios o academias que muchos residentes conocieron en su momento.

«El uso anterior del edificio ha sido, en muchos casos, un aliciente para la asistencia de nuevos usuarios, es decir, de personas que estaban vinculadas a ese lugar porque en su día fue un colegio al que asistieron sus hijos o un hospital con cierto renombre o familiaridad. Esto ya les vincula con un tiempo anterior antes de acceder a la residencia, por lo que, de entrada, no es un acceso frío», apunta la arquitecta.

Cuando Clece hace una intervención en un edificio emblemático, ha de adaptarlo a su nueva función y a la normativa vigente, lo que implica poner en marcha una serie de medidas y condiciones de accesibilidad. Esto se complementa con otros elementos, como describe Maica: «Al margen del cumplimiento de la normativa en cuanto a anchuras de pasillos, puertas, recorridos, ascensores, duchas adaptadas, etc., buscamos la mejor gestión posible del espacio. Situamos a los residentes de manera que sus habitaciones y su sala de convivencia estén en un entorno próximo, lo que facilita su orientación, su autonomía para que no tengan que desplazarse por un edificio muy grande, y evita que puedan despistarse o perderse. Intentamos racionalizar el uso del edificio, incluso hacer pequeños grupos para que no todo el mundo acuda a un gran comedor a una misma hora y para que los usuarios estén distribuidos en pequeñas unidades de convivencia, en pequeñas familias con sus salas asignadas».

De academia Teresiana a CleceVitam San Pedro Poveda (Burgos)

CleceVitam San Pedro Poveda

Ha sido centro de Formación Profesional, sede temporal de Correos y hasta una biblioteca, aunque ninguna de las actividades tuvo demasiada trayectoria. Pero, antes de todo eso, fue «el Teresiano» -como lo conocen los burgaleses-, un centro educativo de la Institución Teresiana, una asociación católica de profesores laicos. La academia-internado se inauguró en 1923 y, durante casi seis décadas, formó a generaciones de maestras que acudían de la ciudad de Burgos y otros pueblos cercanos. Su final llegó en 1976 debido a una ley educativa que, desde 1970, fue aumentando las exigencias y a la que el edificio no pudo adaptarse.

La academia cayó en desuso en 2012 y en 2019 la compañía de servicios Clece recuperó la construcción para transformarla en una residencia de mayores: CleceVitam San Pedro Poveda. Un nombre que hace referencia al fundador, en 1911, de la Institución Teresiana: el sacerdote (y después santo) Pedro Poveda. En la encrucijada social y religiosa de la España de primeros del siglo XX, ante los cambios que la sociedad demandaba, este hombre trató de unificar la enseñanza de hombres y mujeres, que por entonces se realizaba por separado. Pero solo prosperó la parte femenina, lo que impulsó el desarrollo de una serie de academias.

Al Teresiano llegó en 1956 Asunción Martín, actual residente de CleceVitam San Pedro Poveda. «Allí estuve siete años y estudié Magisterio. Trabajé en un centro nuestro en Salamanca y luego me pidieron ir a Inglaterra», relata. «Muchos años después, reconozco el edificio perfectamente por dentro y por fuera. He pasado aquí momentos muy diferentes de mi vida: cuando eres adolescente y todo te parece bien o mal, según el momento en el que estés, y cuando la vida te ha enseñado y has aprendido a vivir», profundiza. Y celebra estar en una residencia que la hace muy feliz. «Aquí quieren que estemos juntos y, a la vez, seamos independientes en las distintas plantas. Hay una libertad tan grande que cada uno sabe dónde ir y cuándo hacerlo. Está muy logrado el objetivo de hacernos felices. Hay un espíritu de familia».

De colegio «milagroso» a CleceVitam San Antonio (Salamanca)

CleceVitam San Antonio_antigua (izquierda) y CleceVitam San Antonio 02 (derecha)

Con la voluntad de los vecinos y seis millones de pesetas, se construyó en 1954 un colegio que perduró 54 años en el barrio de Prosperidad, uno de los más humildes de Salamanca. Su nombre, El Milagro de San José ‘Ladrillo a ladrillo’. Su origen hay que encontrarlo en el padre Enrique Basabe, un profesor jesuita que inició el proyecto de construir un colegio, del que carecía la zona, que diera apoyo escolar a los jóvenes y social a toda la comunidad. El resultado fue un centro educativo construido, entre obreros y vecinos, ladrillo a ladrillo, los que se iban comprando con las donaciones. A su lado nació también la Parroquia El Milagro de San José.

El colegio cerró en 2008, pero en 2019 fue reconvertido en la residencia CleceVitam San Antonio que comparte patio con la nueva escuela colindante. «Hemos restaurado el antiguo colegio, que está vinculado a la propia Parroquia de San Antonio, al cual se ha añadido el nuevo con todas las condiciones de normativa actual. A nivel generacional, es interesante que, desde una parte del patio de infantil se visualice a los usuarios de la residencia y al revés, de manera que los residentes pueden participar del juego de los pequeños», explica la arquitecta.

De convento medieval a CleceVitam San Quirce (Valladolid)

Antes que una residencia para mayores fue un convento medieval, el que, hace casi 800 años, en 1256, un grupo de religiosas fundaron en la Plaza de la Trinidad de Valladolid: el convento de San Quirce y Santa Julita. Unos siglos después, el Imperio español alcanzó su máximo apogeo y Valladolid se convirtió en su capital bajo el reinado de Felipe III quien, junto con su esposa Doña Margarita, acudía con frecuencia hasta este lugar sagrado para conversar con las monjas. Pero el desbordamiento del Pisuerga en 1636 afectó gravemente al convento, obligando a reconstruir el edificio. Sobrevivieron el coro y la iglesia y, en la parte interior, casi invisible, el desconocido edificio de las Donas, utilizado durante siglos como alojamiento para señoras nobles o adineradas.

CleceVitam San Quirce

La falta de vocaciones fue mermando la población del convento hasta que en 2016 quedaban en él, únicamente, tres hermanas cistercienses que terminaron trasladándose al Monasterio de las Huelgas Reales, situado en Burgos, dejando atrás un edificio histórico que ya no se encontraba en condiciones para ser habitado como lo estuvo siglos atrás. Sin embargo, su excelente ubicación y su relevancia fueron dos razones de peso para que Clece decidiera convertir este edificio emblemático en CleceVitam San Quirce.

«Se trata de un antiguo convento que ocupaba un espacio muy céntrico en la ciudad de Valladolid y tenía un gran huerto de uso comunitario que se mantiene y se puede ver desde la residencia. El centro cuenta hoy con tres zonas convivenciales con tres grandes salas y un patio exterior», describe la arquitecta. El derribo del antiguo edificio de ladrillo permitió localizar restos del convento original sobre el que se erige el nuevo espacio acondicionado como centro residencial. Por otro lado, se llevó a cabo la rehabilitación de las Donas sin intervenir en la iglesia, protegida, y prestando atención a los elementos históricos existentes para permitir su disfrute.

«Es un edificio especial por lo que era antes y también por lo que es ahora. Antes, por su historia, porque fue un convento y por las muchas actividades que se mantuvieron durante tantos años allí. Es un lugar donde se respira tranquilidad y armonía, tiene muy buenas condiciones en cuanto a estructura y está muy bien ubicado. Me parece extraordinario», señala Carlos Enrique Gil Blanco, gerocultor en CleceVitam San Quirce. «Ante todo, queremos que aquí [los usuarios] se sientan como en su casa, darles el calor de una familia: una palabra de aliento, un abrazo. Atenderlos también en sus necesidades afectivas», añade.

De edificio de los Jesuitas a CleceVitam San Francisco (Palencia)

CleceVitam San Francisco

Un antiguo edificio de los Jesuitas ha sido convertido en un novísimo centro de mayores: CleceVitam San Francisco. La construcción que ocupa la residencia data de 1919 y es un palacio de estilo modernista situado detrás del ayuntamiento, con cuatro plantas y un patio-jardín interior que sirve como espacio de esparcimiento para los residentes. Fue la sede de la Compañía de Jesús en Palencia hasta junio de 2018, cuando su cierre, fruto de las reorganizaciones internas, puso fin a cuatro siglos de presencia en la provincia.

«Residir aquí es una experiencia muy gratificante porque tiene su historia, y vivir en un edificio con historia ya de por sí es muy agradable. Ver cómo está todo renovado y el patio precioso que tenemos, con jardincito y todo, es estupendo. Además, no hay una persona aquí que no sea agradable y cariñosa. Lo más positivo para mí es el trato familiar del equipo de CleceVitam, te quieren y tú a ellos, porque se lo merecen», cuenta Alicia López, usuaria de la residencia.

El edificio y las actividades sociales albergadas durante las últimas décadas forman parte del patrimonio de la ciudad, motivo por el cual, en su adaptación a centro residencial, se respetaron todos los elementos arquitectónicos históricos que hacen de esta edificación una de las más conocidas de la capital. «Es un edificio importante y muy bonito, tiene un gran valor y estoy agradecida de poder trabajar aquí. Las mejoras que han hecho han sido fantásticas, han conseguido darle otra vida», destaca María del Carmen Garrido, gerocultora en CleceVitam San Francisco.

Como en todos los centros de la red CleceVitam, el de San Francisco apoya su metodología en pilares como la Atención Integral Centrada en la Persona (AICP), las unidades de convivencia o el envejecimiento activo. «Nuestro propósito es que los residentes se sientan como en su propia casa, que puedan envejecer de la mejor manera posible y que sean una familia, porque así se sienten ellos. Nuestras residencias son centros libres de contenciones y es todo muy acogedor», matiza la gerocultora.

Carmen Rivas, residente de este centro, celebra su suerte: «Estoy contentísima de haber venido aquí, no podemos pedir más. Además, vivir en un edificio así es una cosa que te llena el espíritu. Tenemos un patio precioso para poder salir, están pendientes de nosotros, son atentísimos, y todos los servicios que queremos los tenemos, como la peluquería. El trato es familiar y muy bueno».

De factoría icónica a CleceVitam Altos Hornos (Barakaldo)

CleceVitam Altos Hornos_antigua (izquierda) y CleceVitam Altos Hornos (derecha)

Hay edificios que están intrínsecamente unidos a la ciudad a la que pertenecen y, en el caso de la sede central de Altos Hornos de Vizcaya (AHV) y Barakaldo, su historia va de la mano. Es más, el papel de esta factoría en la guerra fue crucial, ya que algunas teorías afirman que, si se hubiera destruido, tal y como propusieron órdenes del Gobierno de la República, hubiera cambiado sustancialmente el devenir de la victoria.

Muchos años después, el vetusto edificio sigue vivo, ya que ha sido convertido en una residencia que ocupa las antiguas oficinas centrales de los ingenieros de la fábrica que fue construida a principios del siglo XX. Se sitúa en el centro de Barakaldo, en el barrio de El Carmen, en un entorno único a orillas del Nervión, abierta hacia la plaza del Carmen, patrona de la localidad.

La intervención en el edificio para convertirlo en el actual centro CleceVitam Altos Hornos ha mantenido su esencia original. Para no perder el patio de luz, núcleo central del edificio, las estancias se proyectaron alrededor de él, enfatizándose la vidriera. La reforma mantiene los elementos esenciales de la arquitectura de principios del siglo XX, espacios amplios y claros, e inserta a su vez tecnología del siglo XXI, como por ejemplo sistemas de telecomunicaciones 4.0.

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