ACS desafía a la lava con una carretera sostenible en La Palma
Dragados ha devuelto a la isla de La Palma y a sus vecinos la normalidad que les arrebató la erupción volcánica de Cumbre Vieja con una carretera única en el mundo.
De los 3,9 km que mide la infraestructura, 2,3 km discurren sobre coladas de lava. Esto supone un desafío sin precedentes para la compañía por las altas temperaturas (hasta 500ºC), la emisión de gases y la formación de tubos lávicos. Y, sobre todo, un hito en el sector de la construcción a nivel mundial.
La vida en La Palma se paralizó y el planeta apuntó los ojos hacia las Islas Canarias el 19 de septiembre de 2021. A partir de ese momento, quedaban por delante tres meses de miedos e incertidumbres para miles de personas que asistían a una de las mayores catástrofes naturales sucedidas en nuestro país. La «isla bonita» ardía por culpa del Tajogaite, en el parque natural de Cumbre Vieja. Su erupción volcánica sepultaba bajo una colada de lava una superficie de 1.200 hectáreas. Los vecinos temían y sufrían: un total de 1.676 edificaciones se vieron afectadas y más de 7.000 personas tuvieron que ser evacuadas, según datos del Cabildo de La Palma.
«Era dramático. Semana a semana, la gente perdía viviendas, sus plantaciones de plátanos, aquello de lo que vivía… Había un clima de incertidumbre grandísimo y esto afectaba, ya que muchos de nuestros trabajadores y colaboradores estaban involucrados y sufriendo porque no sabían lo que podía pasar con sus hogares, podían perder parte de su vida», recuerda José Luis Rodríguez, delegado de la filial de ACS en Canarias.
La lava lo había arrasado todo. También las comunicaciones. Al quedar enterradas muchas de las vías, las poblaciones y explotaciones agrícolas de los municipios circundantes habían quedado totalmente aisladas. Las conexiones estaban rotas. La vida diaria y la economía local de los palmeros habían sufrido un duro golpe. «Se dio una situación en la que se cortaron las comunicaciones entre el norte y el sur de la isla y los agricultores, para poder ir a sus plantaciones, pasaron de tener un trayecto de 5 ó 10 minutos por carretera, que había quedado sepultada por la lava, a tardar dos horas para ir y otras dos para volver. Eso complicó muchísimo la vida en la isla», describe José Luis Rodríguez.
Recuperar las conexiones para devolver la normalidad
La urgencia apretaba. Hacía falta construir una nueva carretera sobre la traza volcánica que permitiera recuperar la movilidad en el valle de Aridane, conectando los municipios de Tazacorte y Puerto Naos. Solo una empresa podía ser capaz de hacerlo: Dragados, filial del Grupo ACS. Eso sí, con la emoción a flor de piel de sus muchos trabajadores y colaboradores locales, implicados en un proyecto único en el mundo. El vínculo de la multinacional y la isla es fuerte. Y también lo fue el impacto emocional de lo ocurrido.
«Cuando nos llamaron para hacer la obra, de alguna forma, me sentí muy orgulloso. Quieres ayudar, poner tu granito de arena para poder reconstruir la isla. El Grupo ACS tiene presencia continua en La Palma desde su fundación, hemos construido de todo. La Palma es pequeñita, con apenas 80.000 habitantes y tenemos allí muchas obras. Estábamos trabajando cuando se produjo la erupción, por lo que vivimos todas las fases», matiza el delegado de la filial de ACS en Canarias.
Pero esta no iba a ser una infraestructura cualquiera. El desafío era extremo. «Hubo una catástrofe natural y, en un tiempo récord (un año), hemos reaccionado y construido algo que no se había hecho nunca antes: una carretera sobre lava reciente», apunta José Luis Rodríguez. Y es que, ante desastres de esta envergadura, la estrategia habitual siempre ha consistido en levantar pistas de tierra que pudieran restaurar la conexión lo antes posible. El hito de Dragados ha sido construir una carretera convencional de 70 km/hora directamente sobre la lava para una carga de tráfico estimada de 22.000 vehículos diarios. Las particularidades de la Red de Carreteras de Canarias, sumadas a la apremiante necesidad por recuperar la conexión en la isla, llevaron al Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana (MITMA), en colaboración con otros organismos locales públicos, a decretar y licitar el proyecto como obra de emergencia.
Trazar una ruta sobre el fuego
De los 3,9 kilómetros de longitud de la infraestructura, 2,3 km discurren sobre coladas de lava. Por eso la mayor preocupación, desde el principio, fue la seguridad. «Estábamos en un entorno con unas temperaturas muy altas, en algunas zonas, de hasta 400ºC o 500ºC en las fases iniciales y teníamos que meter a gente a trabajar ahí. A día de hoy, todavía hay una zona de exclusión que es Puerto Naos, en la que hay gases y esos gases impiden que la gente pueda vivir allí. Eso también pasaba en la carretera y no sabíamos cómo nos podía afectar», subraya José Luis Rodríguez.
Las difíciles condiciones exigían medidas excepcionales. Además de dotar de una capacitación especializada a los equipos, para poder realizar los trabajos de forma segura, se realizó una termografía de toda la colada y diversas campañas de reconocimiento geofísico y geotectónico, puesto que uno de los principales riesgos lo representaban los tubos o cavidades lávicas. «Se producen porque la parte superficial de la colada se enfría rápidamente, pero la lava sigue fluyendo por la parte inferior y se forma un tubo que puede tener una longitud desde centímetros hasta metros», explica el delegado de la filial de ACS en Canarias.
Los trabajos se realizaban directamente sobre el rastro de colada de lava dejada por el volcán, que se había solidificado en su corteza exterior al enfriarse, pero la lava continuaba fluyendo por su interior creando así estas cavidades que constituían uno de los principales desafíos para Dragados, que tenía que introducir maquinaria pesada (50, 60 ó 70 toneladas) sobre un terreno frágil que se podía hundir.
Un hito sostenible y sin precedentes
Como no podía ser de otra manera, una de las prioridades de Dragados para este proyecto fue cuidar al máximo del medio ambiente. «Uno de los primeros puntos era analizar qué es lo podíamos hacer y dónde podía haber recursos para hacerlo. Desde el primer momento, se planteó reutilizar todo el material que íbamos excavando, de manera que tuviéramos que traer lo mínimo posible de otras partes de la isla u otras islas. Todo procede de nuestra traza, con lo cual reutilizas y buscas que la sostenibilidad de la obra sea la mayor posible, no incrementar la huella de carbono con los transportes y no seguir afectando a otras zonas de la isla para obtener los materiales», desgrana Pilar Segura, jefa de Materiales de Dragados.
Se reutilizaron, así, los materiales pétreos provenientes de la erupción para obtener el hormigón, levantar terraplenes o realizar rellenos. «El reto no era tanto el empleo de material volcánico de reciente constitución como las condiciones de contornos: las temperaturas, a menos de un metro de profundidad, superaban los 100ºC grados, acercándose a los 350ºC o 400ºC. Había que bajar a trabajar en esas condiciones…», puntualiza la jefa de Materiales de Dragados.
La nueva carretera de la isla de La Palma discurre por un paraje que estará protegido por su valor ambiental. Dragados ha desarrollado sus trabajos con sumo cuidado para no destruir el ecosistema, minimizar el impacto y promover la recuperación del entorno natural. Uno que, con el tiempo, logrará su esplendor de antaño gracias a una obra excepcional a todos los niveles.
«Todos los que hemos participado en el proyecto nos hemos implicado profesional y emocionalmente, porque ha habido gente que ha perdido su vivienda y su modo de vida. Son vecinos, amigos o familiares. Con este proyecto, de alguna forma, ayudamos a restaurar parte de lo que se ha llevado el volcán. Esta es una obra en la que se construye para mejorar la vida de las personas», celebra José Luis Rodríguez.