El ascenso imparable de los biocombustibles 2G
Cepsa ha iniciado, junto a Bio-Oils, la construcción de la mayor planta de biocombustibles 2G del sur de Europa con una inversión de 1.200 millones. Echará a andar en 2026 y duplicará la capacidad de producción actual de la joint venture.
EN COLABORACIÓN CON CEPSA
Los biocombustibles de segunda generación son una solución actual y disponible que permite acelerar la descarbonización del transporte y la industria , que actualmente supone el 15 % de las emisiones globales de CO2. Producidos a partir de desechos agrícolas o aceites usados de cocina, los biocombustibles 2G se postulan ya como una solución energética basada en la economía circular, que permite descarbonizar el transporte por tierra, mar y aire, de manera inmediata, sin necesidad de cambiar los motores actuales.
La principal característica que lo diferencia de los combustibles tradicionales es que sus niveles de emisiones netas de CO2 en todo su ciclo de vida pueden ser hasta un 90 % inferior a los de las alternativas fósiles en función de la materia prima escogida en su producción.
Producción a gran escala
Pero, para que los biocombustibles 2G impulsen la descarbonización es necesario que su producción se desarrolle a gran escala. Solo así su coste podrá ser competitivo y su uso se extenderá. Y este es el objetivo de Cepsa, ir escalando su producción, dando pasos que contribuyan a materializar la transición energética. Así, la compañía ha anunciado recientemente, junto a Bio - Oils, el inicio de la construcción de la que será la mayor planta de biocombustibles 2G del sur de Europa.
Ubicada en Palos de la Frontera (Huelva), junto al Parque Energético La Rábida, la instalación producirá de manera flexible 500.000 toneladas de combustible sostenible de aviación (SAF) y diésel renovable (HVO) al año, lo que permitirá a la alianza entre ambas compañías duplicar su capacidad de producción de biocombustibles actual. Su puesta en marcha está prevista para 2026. Con una inversión de 1.200 millones de euros, 2.000 empleos directos e indirectos, supone un paso de gigante en la lucha contra el cambio climático.
Un 75 % menos de CO2
Además hablamos de una instalación que tendrá un mínimo impacto ambiental al utilizar la última tecnología. Gracias al consumo de hidrógeno renovable, electricidad 100 % renovable y a diferentes sistemas de recuperación de calor y eficiencia energética, la nueva planta emitirá un 75 % menos de CO2 que una planta de biocombustibles tradicional y, además, está diseñada para lograr las cero emisiones netas en el medio plazo.
Por otro lado, se trata de una instalación que no consumirá agua dulce, sino que solo utilizará aguas recuperadas, y sus emisiones hídricas tendrán un mínimo impacto en el ecosistema, gracias a la potente planta de tratamiento de aguas de la que dispondrá. Además, la instalación será nativa digital e incorporará los últimos avances para la industria en inteligencia artificial, internet de las cosas (IoT) y análisis de datos.