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La renta y la experiencia laboral de los padres condiciona la decisión de los hijosPaula Andrade

Educación

Así es cómo la formación y la riqueza de tus padres condicionan lo que eliges estudiar

Los estudiantes cuyos padres tienen una ocupación y nivel formativo alto suelen cursar carreras de ingeniería y ciencias de la salud, mientras que los hijos de familias más humildes se decantan por las humanidades y las ciencias sociales

Elegir una carrera universitaria puede ser un momento clave en la vida de muchos jóvenes, ya que de su decisión dependerá buena parte de su futuro académico y profesional. No obstante, diversos estudios señalan que la vocación no es el único factor determinante a la hora de inclinarse por una opción u otra. La situación económica y profesional de los padres también condiciona en buena medida la elección de los alumnos.

La estadística del Ministerio de Universidades sobre el alumnado matriculado durante el curso 2019-20 demuestra que los estudiantes que proceden de familias donde los progenitores han realizado estudios superiores tienen una presencia mayoritaria en las carreras de las ramas de la ingeniería y la arquitectura (43 %) y de las ciencias de la salud (41 %).

Por el contrario, los universitarios cuyos padres tienen un nivel formativo medio o bajo son más numerosos en los grados del ámbito de las ciencias sociales (41 %), las humanidades y las artes (40 %).

La misma tendencia se repite al observar el puesto de trabajo que ejercen los progenitores del estudiantado. La mitad de los alumnos de las carreras de ciencias de la salud e ingeniería tienen al menos un progenitor desempeñando ocupaciones altas, mientras que esta cifra no pasa del 41 % para los matriculados en grados de humanidades y artes.

La familia, principal fuente de ingresos

Unos precios de los créditos más altos, una mayor duración y un mayor riesgo de repetición estarían detrás de este desequilibrio, según el informe Vía Universitaria (2020-22). Ser estudiante universitario hoy de la Red Vives de Universidades. El estudio defiende que la clase social predominante hoy día en las facultades es la clase alta, cuyos integrantes coparían el 58 % de las plazas de los grados y el 60 % de las vacantes de los másteres.

Así, en el curso 2019-20 había una diferencia de 5,44 euros en el precio del crédito de la primera matrícula entre las carreras de ingeniería y arquitectura y las de ciencias sociales y jurídicas. El precio medio en las primeras alcanza los 21,94 euros y en las segundas se limita a 16,50 euros. El coste medio del crédito en los estudios de ciencias de la salud y ciencias también está por encima de la media (19,12 euros).

No es una cantidad baladí en un grado de 240 créditos, y menos teniendo en cuenta que el 53,8 % de los ingresos con los que los universitarios costean su carrera son facilitados por sus progenitores, tal como señala el trabajo de la red de universidades de Cataluña, la Comunidad Valenciana y Baleares. Por el contrario, las becas (17,2 %) y el trabajo durante el curso (16,9 %) tendrían un peso mucho menor en la financiación de los estudios.

De este modo, en las carreras de ciencias y en las titulaciones mixtas «se produce una concentración de personas de nivel socioeconómico alto, con finanzas familiares más capaces de asumir un porcentaje más alto del coste de la trayectoria académica del estudiante».

Para Ismael Sanz, investigador en economía de la educación por la Universidad Rey Juan Carlos, estas diferencias «ponen en jaque la igualdad de oportunidades», ya que estos grados «dan mayor acceso a empleos de mayor calidad, más estables y de mejor salario». También cree que puede haber un problema de falta de información sobre la realidad de estas titulaciones, que lleva a los jóvenes a pensar que «son carreras que no se pueden superar».

A falta de conocer el impacto de la Ley Celáa en el acceso a los estudios superiores, Sanz apunta que «flexibilizar el aprendizaje puede hacer que personas con un nivel socioeconómico medio-bajo accedan a estudios a los que de otra manera no hubieran llegado, pero puede generar problemas a otros alumnos por carecer de conocimientos sólidos cuando al llegar a la universidad».

Diferencias por sexos

Por otro lado, la última edición del informe Education at Glance de la OCDE también detecta diferencias entre sexos en los países miembros de la organización, que pueden tener que ver con «valores culturales a los que se asocian determinados campos de educación» y a las «percepciones tradicionales de los roles e identidades de género».

El trabajo destaca que las mujeres son mucho más propensas a estudiar «materias relacionadas con los negocios, la administración y el derecho, así como con la salud y el bienestar», mientras que los hombres se decantan más por «las ingenierías, la industria manufacturera y la construcción o las tecnologías de la información y la comunicación (TIC)».