Asociación Nacional de Centros de Educación Especial
«Ni siquiera se ha escuchado a las familias, hay un ataque gratuito contra la educación especial»
Carlos Valiente: «Si no queremos dejar a nadie descolgado, hay que trabajar para que cada alumno tenga el mayor grado de autonomía y pueda desarrollar sus capacidades, y esto se lo ofrece la educación especial»
La (rápida) sentencia del Tribunal Constitucional, que ha rechazado el recurso propuesto por Vox contra la LOMLOE, ha caído como un jarro de agua fría entre los profesionales de la educación concertada y especial.
El Pleno del TC, a través de su mayoría progresista, ha validado la conocida popularmente como ley Celaá, que ataca desde su misma base estos modelos educativos, sentenciando que «no todos ellos» han de recibir ayudas públicas.
La Asociación Nacional de Centros de Educación Especial (ANCEE) es el organismo de educación especial con más trayectoria de España. Desde ella, entienden que la LOMLOE «pone en peligro el derecho fundamental de los padres a elegir la educación de sus hijos», que viene garantizado en el artículo 27 de la Constitución Española.
Creen que la supervivencia de los centros de Educación Especial está en peligro al relegarlos a la escolarización de alumnos que solo «requieran una atención muy especializada», abogando porque el resto acuda al modelo ordinario, algo que puede acabar provocando una fuente de tensión y conflictos en su seno.
De todo ello hablamos con Carlos Valiente, doctor en Psicología y Neurociencias, investigador y profesor universitario, que ejerce además de presidente de ANCEE.
–¿Cómo han encajado la sentencia del TC?
–Como no puede ser menos, respetamos los dictámenes judiciales. Pero dicho esto, está la apreciación que podemos hacer en base a nuestra experiencia. Nosotros tenemos claro que aquí no están primando criterios académicos, científicos o técnicos, ni siquiera la escucha a las familias. Aquí lo que están entrando en juego son otro tipo de parámetros, que fuerzan que algo que está funcionando tenga que ser trastocado.
Hay un ataque gratuito contra el modelo especial sin fundamento que lo justifique
Vemos que en España están conviviendo el modelo especial, ordinario y combinado, cuyos resultados vemos a nivel académico y empírico, y se coordinan de modo compatible. El modelo especial es el idóneo para cierto tipo de alumnado. Es decir, si queremos trabajar en la igualdad de oportunidades para no dejar a nadie descolgado, hay que hacer que en un futuro cada alumno tenga el mayor grado de autonomía y pueda desarrollar su potencial dentro de sus capacidades.
Hay un ataque gratuito contra el modelo especial sin fundamento que lo justifique y nosotros solo pedimos que se nos deje trabajar como hasta ahora.
No es que el alumnado con discapacidad esté masivamente incluido en la especial sino que es al revés, porque ese alumnado, del cual forma parte el que presenta algún tipo de discapacidad, está ya mayoritariamente en la ordinaria y solo representa el 18 % en la especial. Se estima que hay un porcentaje significativo que si está en la especial es por algo y esto está basado en criterios técnicos, pero por asuntos ideológicos parece que ahora sobra, lo que afecta a su normal funcionamiento.
Cohabitación sin ningún criterio
–¿Les preocupa que esa transición de este tipo de alumnado en la única dirección de la educación ordinaria trastoque también este tipo de modelo?
–Yo tengo la fortuna de haber trabajado en todos los ámbitos. Lo hice en la ordinaria varios lustros y conozco lo que hay. Los mayores afectados son los docentes que si bien ya tienen alumnos con necesidades, ahora sufrirán una carga añadida.
Hacer ahora que ambos alumnados cohabiten sin ningún tipo de criterio, aumentará los hándicaps de los docentes que ya de por sí sufren la falta de medios y de dotación. Se hace una ley sin un acompañamiento presupuestario que fundamente lo que está escrito. Pero aunque eso sucediera, el hábitat también importa: un aumento de ceros no lograría necesariamente el ambiente de convivencia del que disfrutan los alumnos de educación especial en sus centros específicos.
Sabemos de sobra que no por inyectar más dinero, se consiguen mejores resultados, porque hay un techo. Hay alumnos que al entrar en un hábitat como la especial es cuando se encuentran con sus iguales y viven la amistad de tú a tú y no se sienten los marginados y los que siempre se quedan atrás. En los centros de discapacidad intelectual moderada y leve, por ejemplo, suelen venir casi todos de la ordinaria antes. Es el fracaso de la ordinaria para con ellos, no solo académicamente hablando, lo que hace que ahora estén en la especial.
–¿Qué le transmiten los padres de alumnos con necesidades?
–El mayor temor que expresan es que se acaben cerrando los colegios de la especial tras haber descubierto su eficacia; en algunos casos, por la comparativa realizada entre ambos modelos cuando hablamos de una discapacidad leve o moderada; y en otros, porque no acaban de ubicar que sus hijos estén en un centro de la ordinaria –como en los que sufren discapacidad severa–. Además, sienten que se socava su libertad para buscar el bien para sus hijos. Ir a la especial no es un capricho parental, porque entran en juego una serie de criterios técnicos –siempre y cuando no sean sesgados ni condicionados– que son los que resuelven su inclusión en estos centros.
Mayor presupuesto para la ordinaria no lograría necesariamente el ambiente de convivencia del que disfrutan los alumnos de educación especial en sus centros
–Como especialista, tal y como salió aprobada la LOMLOE, ¿qué futuro le auguras a estos centros?
–Si tuviéramos que fijarnos en lo que promulga esta ley, vamos hacia un vaciado de estos centros que acabarán convertidos en lugares de recursos que simplemente sirvan de apoyo a la escuela ordinaria.
Eso no es operativo y a nivel de logística no tiene sentido. Y por encima de todo, lo que hay de fondo es el vaciado de los centros en su parte más importante: el alumnado. Hay países donde se intentó hacer algo parecido y ya han dado marcha atrás.
Y sostiene así su afirmación: «Por encima de todo está la libertad de los padres para decidir lo que es mejor para su hijo menor». «No existe ningún padre o madre en el mundo que no quiera llevar a sus hijos a la ordinaria siempre y cuando esto sea posible, pero cuando no, hay que tener la posibilidad de recurrir a ella».
La comunicadora descarta también «el estigma» que en ocasiones se ha realizado sobre estos centros, «son tan inclusivos como cualquier otro», dice.