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Montserrat Gomendio fue secretaria de Estado de EducaciónCedida

Entrevista

Montserrat Gomendio: «Cuando tratas a todos los alumnos por igual, lo que consigues son resultados mediocres»

Exsecretaria de Estado de Educación bajo el primer Gobierno de Mariano Rajoy: «La falta de exigencia y de estándares comunes promueve una inflación de notas tremenda»

Montserrat Gomendio (Madrid, 1960) fue secretaria de Estado de Educación, Formación Profesional y Universidades entre enero de 2012 y mayo de 2015, bajo el Gobierno de Mariano Rajoy.

Bajo su etapa en el Ministerio del ramo, se puso en marcha el desarrollo de la Ley Orgánica para la Mejora de la Calidad Educativa (LOMCE), conocida popularmente como 'ley Wert', que afirmaba tener como principales objetivos «reducir la tasa de abandono temprano», considerada la peor lacra de España, «mejorar los resultados educativos de acuerdo a los criterios internacionales» y «mejorar la empleabilidad de los alumnos».

La nueva ley educativa actualmente vigente, la LOMLOE, supuso su derogación. En esta entrevista con El Debate, Gomendio critica los aspectos más controvertidos de la ahora conocida como 'ley Celaá', y recuerda que la LOMCE ya apostó por un modelo como el de la FP del que ahora ha sacado pecho el Ejecutivo de Pedro Sánchez.

–¿Cuáles son los aspectos más negativos de la LOMLOE?

–Elimina las evaluaciones que introdujo la LOMCE en primaria, ya que las planificadas para secundaria y bachillerato no se llegaron a implementar. La LOMLOE apuesta por un modelo laxista que bajo la excusa de conseguir la equidad de los alumnos, baja los estándares para todos, como aquellos que eran comunes al final de cada etapa con lo cual, lo mucho o poco que aprenda un alumno en ese momento de finalizarla es algo que queda a juicio del centro o de un profesor porque no hay un patrón común. Además, deja sin solucionar un problema endémico del sistema educativo español como la repetición de curso porque se prohíbe, una forma de superar esta situación con un parche ridículo que no evita que muchos estudiantes vayan con retrasos importantes. Por último, a pesar de la falta de exigencia y de los estándares comunes, se promueve una inflación de notas tremendas, donde los alumnos consiguen tanto en la EBAU como en el bachillerato unas calificaciones jamás vistas antes que no están relacionadas con la mejora del aprendizaje.

La LOMCE modernizó la FP como vía para luchar contra el abandono temprano

–¿Cómo abordar esos males endémicos?

–La lacra mayor es la alta tasa de abandono y de ahí aparecen otros problemas asociados, como la alta tasa de repetición. Los alumnos que ya empiezan a repetir curso a causa de sus retrasos en el aprendizaje son los que luego acaban abandonando sus estudios y eventualmente se convierten en ‘ni-nis’, lo que repercute en la economía. La reforma que llevamos nosotros a cabo (LOMCE, primer Gobierno de Mariano Rajoy) desarrolló una solución que entendimos eficaz en la lucha contra el abandono temprano educativo: la modernización de la FP, que en ese momento se contemplaba como una alternativa de muy bajo prestigio que se diseñaba con la intención de que esos alumnos fueran a la Universidad.

Lo que se consiguió fue que los alumnos que no estaban interesados en seguir por la vía académica bien porque habían tenido problemas, bien porque deseaban incorporarse al mercado laboral más rápidamente, pudieran acceder a otra trayectoria más práctica que tampoco estaba dirigida únicamente a puestos de trabajo de baja cualificación.

En ese momento la FP estaba muy anticuada e introducimos nuevos módulos y la hicimos más flexible y los datos demuestran que en los años siguientes se ha multiplicado el núcleo de estudiantes matriculados en Formación Profesional, y en paralelo ha disminuido la tasa de abandono educativo, que sigue siendo inaceptablemente elevada.

Yo seguiría trabajando en esa línea en lugar de desarrollar otro tipo de ‘soluciones’ que aparentemente lo son pero que solo son maquillaje como permitir que gente que va muy retrasada, titule con suspensos. Por tanto, creo que no solo hay problemas con la LOMLOE, sino también con la nueva ley de la Formación Profesional porque se limita en la parte educativa al 35 % el tiempo que se puede dedicar a las prácticas en las empresas, cuando nosotros en la FP dual ese porcentaje era el mínimo. En todos los países que la han desarrollado se ha demostrado que el índice de empleabilidad es más alta cuanto más alto sea el tiempo que pasan los alumnos haciendo prácticas, por lo que no entiendo que hayan sido limitadas.

La universidad española sufre un problema de gobernanza, de incentivos y de atracción del talento

España no es Finlandia

–¿A qué se debe la fascinación de España por el modelo finlandés?

–En España existe la idea de que los países nórdicos son más equitativos que nosotros a nivel económico y social y que eso se ha logrado un sistema educativo que trata a todos los estudiantes por igual. Pero si se sigue la trayectoria de Finlandia, es un país que en lectura y solo en lectura, porque en Matemáticas y Ciencia nunca ha sido uno de los mejores, brilló, y a partir de ahí se general una leyenda que le presenta como uno de los mejores países educativo. No es cierto. Los resultados han ido empeorando incluso en lectura. Pero ha habido una corriente empeñada en presentar a Finlandia como un país que triunfa tratando a todos los alumnos por igual, lo que se conoce como sistemas educativos inclusivos. Aquí se pensó que esas políticas inclusivas podrían trasladarse, cuando España no es tan equitativo porque tiene una diversidad del alumnado mucho mayor. La LOGSE, aprobada en 1990, pretendía abrazar esa alternativa inclusiva se supone que a imitación de los países nórdicos pero en realidad más radical, donde todos los alumnos están en la misma clase y no se separan por niveles. Como nuestra población estudiantil es mucho más diversa, si tratas a todos por igual, consigues unos resultados mediocres que es lo que tiene España en todas las comparativas internaciones, además de no aportar el tratamiento diferencial que necesitan los extremos.

–¿Apostaría por una selectividad única?

–La prueba de acceso, si lo es para cualquier universidad de España, debe ser uniforme y homogénea porque si no, no tiene sentido hacer un examen con nivel de exigencia diferente para luego optar a entrar en un centro que trata esas pruebas como idénticas. Nosotros en su momento planteamos lo que hacen en otros sistemas educativos de éxito: una prueba al final del bachillerato para todos los alumnos. El estado se erige en el garante en que todos aquellos que tienen el título es porque han alcanzado un determinado nivel de conocimientos. Con él, ya no es necesario otro examen para entrar a la Universidad, que sí puede imponer el filtro que considere necesario para un determinado grado que necesiten criterios mucho más exigentes, por las razones que sea.

La situación de la universidad

–¿Cómo es la situación de la Universidad española, la cual tiene su propia ley reciente, la LOSU?

–No lo creo. Los problemas de la universidad se resumen en tres ejes: un problema de gobernanza, donde la elección del rector solo se hace a través de gente de dentro de la universidad, por lo tanto, se debe a las personas que le han votado; incentivos, sobre todo en la financiación, que va relacionada con el número de alumnos, que lleva a aceptar muchos estudiantes en grados pocos costosos que no son necesariamente los que necesita el mercado laboral; y atracción de talento, que provoca endogamia muy elevada y docentes funcionarios que obtienen el título de doctor en el mismo lugar donde obtuvieron su plaza, lo que destierra la posibilidad de internacionalización.

Las universidades prefieren atraer a una gran cantidad de alumnos hacia grados de bajo coste, pero con pocas salidas

Por tanto, nos encontramos a universidades que saben que cuantos más alumnos tengan mejor, en grados de bajo coste y durante cuanto más tiempo mejor, porque ya no se penaliza la repetición, lleva a un sistema universitario ineficiente, lo que provoca ausencia de nuestros centros en las mejores universidades del mundo.

Además, ante la falta de información, los estudiantes eligen grados de baja empleabilidad, y con falta de calidad en la formación, y nuestras publicaciones científicas tienen un impacto discreto. Las reglas de juego son equivocadas y perversas.

–¿Hay ideología en la educación española?

–Un sistema educativo siempre debe tener el único objetivo de conseguir que los alumnos aprendan. La ideología no debe tener cabida en la educación desde el punto de vista del adoctrinamiento. La LOMLOE por ejemplo reduce al mínimo los contenidos curriculares y los rellena de contenidos ideológicos en todas las materias, como hemos visto en las Matemáticas. Eso está fuera de lugar y va en contra del interés de los alumnos