Entrevista al director adjunto del Colegio Mayor San Pablo
José Manuel Varela: «El pueblo español ha repulsado a los mejores, y eso es la causa del fracaso»
El autor analiza en su libro la etapa de la fundación del Colegio Mayor Universitario San Pablo: «La finalidad fue la de crear hombres íntegros que constituyan minorías selectas con agudo sentido de la justicia social y del bien común»
José Manuel Varela Olea ha analizado la historia del que por muchos ha sido conocido como 'el colegio de la Transición'.
No en vano, el Colegio Mayor Universitario de San Pablo, cuya fundación es objeto de análisis en esta obra, 'La formación de minorías universitarias', que edita la Fundación Universitaria San Pablo CEU, fue capaz de seleccionar y formar a unas minorías que acabaron generando profesionales y actores de primer orden en el devenir de nuestro país.
El San Pablo, y sus estudiantes, que se sumergirán en eso que se conoce como «espíritu paulino», serán la casa de conocidas personalidades que jugarán un papel trascendental en la historia de España, como escritores, artistas, profesores universitarios, altos funcionarios y por supuesto, políticos.
–¿Por qué este título de la formación de minorías universitarias?
–Fundamentalmente, el título responde a un espíritu, al espíritu de la época y al espíritu también de la madre de la asociación que crea esta institución, que forma parte del título, que es la formación de minorías universitarias, el Colegio Mayor de San Pablo.
De la época porque en los años 40 y 50 no existía la masificación. Llegará más tarde, con los años 60. Y respecto al espíritu de la ACdP, porque está hecha para minorías, cuando hace ya 100 años, como sabe todo el mundo, en 1908, el padre Ayala reúne a un grupo, es un grupo reducido de estudiantes brillantes, con formación religiosa y además con inquietudes sociales. Es, por lo tanto, para una minoría también. En consecuencia, responde un poco al afán de la propia asociación y dentro del afán de la asociación a unas obras muy concretas que son las pedagógicas, en este caso la del Colegio Mayor San Pablo.
–Si pregunto por el concepto de minoría selecta, me gustaría analizar el porqué hoy parece que es un término áspero para la sociedad
–Cierto, es lógico. Tiene connotaciones peyorativas a la fuerza porque si analizamos la sociedad en la que vivimos, es una sociedad que tiende a al individualismo y además a un exacerbado igualitarismo. Por lo tanto, todo lo que suene a minorías, a grupos reducidos, a élites, a los mejores, pues obviamente resulta repelente. Esto ya lo venía anunciando desde hace mucho tiempo Ortega y Gasset, cuando habla precisamente de una tendencia del pueblo español por tener repulsa a los mejores. Esa repulsa a los mejores, según Ortega, es precisamente la causa del desastre hispánico o del fracaso hispánico.
Además, en los tiempos modernos esas élites se asocian normalmente a lo económico. Entonces, las élites económicas suelen provocar el rechazo de la masa. Pues tiene razón Ortega y he ahí parte del quid por el que no resulta un término agradable, sino más bien un término áspero.
–Y que parece que ha quedado muy insertado en nuestra propia sociedad también, y en nuestra forma de ver las cosas
–Efectivamente, pero sobre todo por ese afán reduccionista y que lo reduce exclusivamente a lo económico, en la medida en que son élites económicas. Y eso es lo más alejado que hay precisamente a esta institución sobre la que versa el libro. Porque para evitarlo, lo que hace esta institución es becar y becar abundantemente. ¿Por qué? Porque una de las cosas que tienen claro sus fundadores es que no se puede perder ninguna inteligencia precisamente por no tener medios económicos. Precisamente por eso se estudia que haya muchas becas y no se pierda ninguna de ellas para esta institución.
El reto de los colegios mayores es el de la permanencia, pero tenemos la suerte de que aquí se logra
–Esta institución es el Colegio Mayor de San Pablo. ¿ Con qué finalidad exacta nació cuando sus fundadores decidieron crearla?
–Para referirme a la finalidad, tengo de referirme a su fundador, que es una persona creo que bastante desconocida para lo importante que fue, Fernando Martín-Sánchez Juliá. Citando a José María Sánchez Ventura, el primer ministro de Justicia de la Transición y notario Mayor del Reino, hablaba precisamente de que Fernando Martín-Sánchez Juliá es un número uno en todo. En la carrera, en la oposición que saca y también en el dolor, porque es un hombre ceñido a una silla de ruedas. Eso no le impide absolutamente nada, gracias a una enorme voluntad y a un gran espíritu. Muere al pie del cañón, viaja por todo el mundo, no le impide nada esa invalidez. Y lo más importante, no le impide sonreír. Es un hombre de sonrisa perenne. Entonces es la alegría de ese espíritu con una gran fuerza de voluntad y una inteligencia que Dios le ha dado. Y eso se va a plasmar en una obra. Esa es la importancia de Fernando. La finalidad la deja clara en un discurso de inauguración. De hecho, ese discurso se plasma en la fachada del edificio. Está en el frontispicio, en una lápida de mármol. Y la finalidad es la de crear hombres íntegros que constituyan minorías selectas con agudo sentido de la justicia social y del bien común. Para eso se creó el San Pablo.
–Y aparte de la finalidad, ¿con qué espíritu nació el Colegio Mayor San Pablo. O dicho con otras palabras, ¿con qué filosofía y principios nació?
–Vuelvo al fundador. Fernando Martín-Sánchez tiene muy claro que tiene que recrear una institución frente a algo, que es la Institución Libre de Enseñanza, una institución que para algunos hizo un gran daño en el mundo pedagógico. Ya sé que la consecuencia es la idealizada Residencia de Estudiantes. Lo estudia Fernando y de esa manera queda explicado el aspecto filosófico. El espíritu, para quienes conocemos esa casa, lo llamamos el espíritu paulino, que se resume en una frase de San Pablo, el lema que preside todos los actos: «veritatem facientes in caritate». Pues la defensa de la verdad con el amor, que van unidas. Al hablar del espíritu me tengo acordar de otro gran prohombre del Colegio Mayor, Isidoro Martín, un hombre brillante y que se entrega plenamente desde sus inicios. Una vez se tuvo el edificio, Isidoro Martín y los propagandistas lo quieren llenar de espíritu, que sea el de San Pablo.
Nuestra sociedad tiende al individualismo y al igualitarismo, y eso casa mal con el concepto de minoría selecta
–¿Cómo y por qué se pudo producir esa simbiosis en toda la gente que entraba a estudiar y que acabó aportando un gran número de personas cualificadas y a nivel político, tantos hombres importantes de la Transición?
–Sabemos que no somos el único colegio mayor que aporta hombres y grandes nombres a la política. Y en un momento concreto, histórico. No, no somos los únicos, lo sabemos. Sabemos, no obstante, que lo aportamos y abundantemente. Quiero citar, por ejemplo, a otro de nuestros paulinos ilustres, a otro ministro, Salvador Sánchez-Terán, ministro de Transportes en la Transición y orgulloso paulino, y él nos decía abiertamente que el Colegio Mayor San Pablo era 'el colegio de la Transición'. Va a producir hombres para un momento histórico muy concreto. Y eso se debe a una cuestión técnica, fundamentalmente por dos pilares, uno, la selección. Tiene que haber una buena selección. Una cuidada selección, saber lo que se quiere y el medio para conseguirlo. Eso se logra. Y luego, en segundo lugar, una buena formación, para lo cual tiene que producirse algo que es en estos tiempos modernos más difícil, y es que la gente permanezca en ese colegio mayor. Hay que hacerlo lo suficientemente atractivo como para que permanezca un tiempo en el que se les pueda formar. Muchas personalidades de primer orden pasan por ese colegio mayor.
–¿En qué medida se vio reflejado ese espíritu paulino en la forma de hacer la Transición, en esa concordia que hubo?
–Desde el momento en el que se recibe una formación religiosa, hay concordia. Nadie mejor para entender la concordia en quien ha asumido y vive unos principios cristianos. Y todos ellos lo recibieron porque lo encontraban, porque es uno de los pilares fundamentales de esta institución. Pero no es solo el pasado. En la última década y media podemos decir que varios colegiales, orgullosos paulinos, han recibido premios por sus iniciativas empresariales. Notarios, registradores, han salido abogados del Estado. En la política actual hay dos jóvenes políticos haciendo alarde de ello. Y en esta última década y media han salido dos sacerdotes, algo que llevamos muy a gala. Y todos ellos, se dediquen a lo que se dediquen, orgullosos de ser paulinos. Esa es nuestra mejor marca.
–No quería acabar la entrevista sin que mirásemos hacia el futuro. ¿Qué retos afronta la institución en estos tiempos inciertos?
–Hay dos retos, uno interno, que es el que tiene la institución y es la permanencia de sus colegiales en el mismo. El problema que tienen ahora mismo los colegios mayores, que la gente que va a esos colegios permanece uno o dos años y se va, y así no se forma a la gente. Nosotros tenemos la enorme suerte de que nuestros colegiales se queden mucho más tiempo, normalmente el doble de lo habitual. Nuestro reto es que permanezcan para poderlos formar.
Y luego, la peculiar situación en la que está España y la sociedad y sus principios, que no parecen ir por el mismo camino con el que vamos nosotros. Nosotros tenemos muy claros nuestros principios y nuestro espíritu, y queremos que sea el mismo que el de los años 50. Que hay un amor a la fe, por supuesto. Un amor a la nación, pues no vamos a renunciar a ella. ¿Que nos quedamos solos? Bendito sea Dios, pero nos mantendremos, en el mismo cerro en el que está el colegio, defendiendo nuestros principios y preservando el espíritu como lo querían los fundadores y de ahí recientemente siguen saliendo hombres que lo defienden sin ningún complejo. Esa es la idea.