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En primera líneaEugenio Nasarre

El Holocausto en la escuela

Europa se enfrenta en nuestros días a desafíos formidables, en los que están en juego los valores sobre lo que se cimentó el proyecto de integración europea

En el año 2000 se celebró el Foro Internacional de Estocolmo con el fin de promover un compromiso de las naciones participantes en él para rememorar el Holocausto y honrar a sus víctimas. Al inaugurarlo, el primer ministro sueco Göran Persson dijo: «Pasó una vez. No debería haber pasado nunca, pero pasó. No debe suceder de nuevo, pero podría. Por este motivo, la educación sobre el Holocausto es fundamental».

Los cuarenta países participantes, entre ellos España, suscribieron una Declaración, uno de cuyos puntos afirmaba: «Debemos fortalecer el compromiso moral de nuestros pueblos y el compromiso político de nuestros gobiernos para asegurar que las generaciones futuras puedan comprender las causas del Holocausto y reflexionar sobre sus consecuencias». En 2005 las Naciones Unidas acordaron establecer el Día Internacional Anual del Recuerdo del Holocausto, que fijaron en el 27 de enero, aniversario de la liberación en 1945 del campo de concentración de Auschwitz.

La Unión Europea se ha comprometido a participar en esta conmemoración. Este mismo año la Presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, manifestaba en el Día del Recuerdo: «El antisemitismo causó el Holocausto, pero no se acabó a la vez que éste. Una vez más, el antisemitismo está en alza en Europa, como también están la negación, la distorsión y la trivialización del Holocausto, que alimentan el antisemitismo y tienen efectos corrosivos en la memoria y la cohesión colectiva europeas».

La sociedad occidental, de raíces judeo-cristianas, se suicidaría a sí misma si en su conciencia no estuviera presente la memoria del Holocausto, porque es un acontecimiento histórico decisivo para la humanidad. Muestra en grado sumo hasta dónde puede llegar la violencia del Estado, hasta dónde puede llegar el odio en una sociedad civilizada. El exterminio de un pueblo, del pueblo judío, se convirtió en una voluntad política implacable y para su ejecución se utilizaron los más crueles y despiadados métodos, una espantosa mezcla de barbarie y técnica, diseñados por un poder al servicio del mal.

Todo esto nos enseña la terrible experiencia histórica del Holocausto. Pero nos enseña mucho más, porque no puede entenderse que aquel programa siniestro pudiera llevarse a cabo, con tantas complicidades activas o pasivas, si no se hubiera alimentado previamente un clima de odio y aversión contra el pueblo judío. El antisemitismo viene de lejos para la desgracia de nuestra civilización. El Holocausto debe ser enseñado con exactitud y precisión. Deben relatarse los hechos tal y como sucedieron. Deben abordarse los aspectos morales y religiosos. Debe tratarse el gran problema del uso y el abuso del poder. Porque un poder sin límites ni controles puede acabar siendo una peligrosa banda de delincuentes.

En España conmemoramos desde hace años el Día del Recuerdo del Holocausto en las Cortes Generales, ya en el Congreso, ya en el Senado, con una digna ceremonia, en la que la comunidad judía tiene un papel protagonista. Las bellas preces del salterio, invocando la paz y otros valores superiores, elevan los espíritus en la sede de nuestra soberanía nacional.

Desde la ley de 2002 la enseñanza del Holocausto forma parte de los programas de historia en nuestro sistema educativo. Pero nos debemos interrogar cómo se enseña y qué cabida tiene en el plan de formación de los escolares. ¿Es un mero epígrafe de los currículos, que se pasa por él sin pena ni gloria? ¿No deberíamos darle un espacio propio, que permita -como exhorta la Declaración de Estocolmo- que los estudiantes puedan comprender las causas del Holocausto y reflexionar sobre sus consecuencias? ¿Por qué no conmemorar en todos los institutos y centros educativos de España el Día del Recuerdo del Holocausto cada 27 de enero con el fin de que los alumnos asuman como vivencia y reflexión personal aquel decisivo acontecimiento histórico, que debe ser imborrable?

Europa se enfrenta en nuestros días a desafíos formidables, en los que están en juego los valores sobre lo que se cimentó el proyecto de integración europea. La voluntad de desterrar el antisemitismo fue una de las ideas fuerza de los «padres fundadores». Europa no puede consentir que el antisemitismo, agresivo, explícito o larvado, esté presente en nuestras sociedades. Lo que sí debe estar presente en nuestras aulas es la enseñanza del Holocausto.

  • Eugenio Nasarre, fue presidente de la Comisión de Educación del Congreso de los Diputados.