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LA EDUCACIÓN EN LA ENCRUCIJADAfrancisco lópez rupÉrez

El legado educativo de Eugenio Nasarre

Como sucede con los hombres que dejan tras de sí una huella indeleble, ese vacío puede ser ocupado, aunque solo en parte, por su legado: una prescripción de recomendaciones, centrada en este caso en la mejora de la educación española, que merece la pena explorar

Actualizada 06:43

El pasado 27 de enero Eugenio Nasarre, quien fuera entre otras muchas cosas inspirador y alma mater de este espacio de opinión de El Debate, nos dejó súbitamente sin tiempo para prepararnos ante tan sensible pérdida. Sin embargo, como sucede con los hombres que dejan tras de sí una huella indeleble, ese vacío puede ser ocupado, aunque solo en parte, por su legado: una prescripción de recomendaciones, centrada en este caso en la mejora de la educación española, que merece la pena explorar.

Tuve el privilegio de tratar a Eugenio, de una forma continuada, durante cerca de tres décadas y una de las cosas que, en el plano de las ideas políticas, me atraía de él era la capacidad para conciliar su alma democristiana con sus convicciones liberales. Y creo que esa conciliación de principios está en la base misma de su ideario en materia de política educativa.

Sin perjuicio de su interés por la escuela confesional, siempre prestó una atención singular a la educación pública dentro de un marco respetuoso con la libertad de enseñanza. Consideraba el principio de igualdad de oportunidades como eje esencial de los sistemas educativos modernos; pero un eje que fuera más allá de los aspectos meramente formales –lo que para algunos se sustancia, de hecho, en el simple aseguramiento de la escolarización– y aspirara a su eficacia, a la hora de conseguir el mayor aprovechamiento posible de las capacidades individuales de todos los alumnos. Para ello, fue construyendo un corpus de políticas educativas que vamos a reseñar aquí.

El jueves 25 de enero, invitamos a Eugenio Nasarre y al exministro portugués de Educación Nuno Crato, a dictar sendas clases magistrales en la UCJC. Eugenio centró su intervención en un análisis sobre el declive de España –cuyo inicio situó en 2008 sobre la base de la evolución de diferentes indicadores internacionales– para centrarse, a continuación, en el factor educativo. Al hilo de sus consideraciones finales, formuló ese legado para la educación española. Se trata de un conjunto de propuestas de políticas modernizadoras que, una a una, presentaré de forma sintética a continuación.

Como cuestión preliminar abogó por la elaboración de un Libro Blanco –basado en la evaluación– sobre la situación de la educación en España que ofrezca una imagen diagnóstica fidedigna y completa sobre todos los factores y todos los actores del mundo educativo, y sirva para abrir un gran debate nacional. «Lo más urgente es conocer mejor lo que nos está pasando».

En el capítulo de las reformas prioritarias, enumeró las siguientes:

  • Profesorado. Una reforma del acceso a la función docente, inspirada en el MIR sanitario, que actualice el anticuado modelo actual y revierta su flagrante deterioro. Y el establecimiento de una carrera profesional, basada en el mérito y la capacidad.

  • Reestructuración de las enseñanzas de carácter general, con la ampliación de la enseñanza obligatoria hasta los 18 años, tal y como ha hecho Portugal, «que permita acabar con el abandono educativo temprano y abra vías de acceso al empleo con suficiente formación».

  • Formación Profesional. Un nuevo modelo, coherente con la reforma anterior, que contemple una decidida apuesta por la «formación dual».

  • Replanteamiento del actual currículo, con un enfoque centrado en los conocimientos. «Si no modificamos sustancialmente el enfoque por competencias vamos caminando hacia el desastre. Es un modelo equivocado porque ha transformado el conocimiento en algo instrumental (…), devaluado en función de las competencias».

  • Establecimiento de un sistema de evaluaciones. De carácter censal, externo y de ámbito nacional, porque «sin evaluaciones no conoceremos la realidad».

  • Un nuevo modelo de función directiva, enmarcado en la carrera profesional.

  • Revisión de la autonomía de los centros, potenciándola con rendición de cuentas. «Soy partidario de una amplia autonomía, (…) pero si un centro va mal hay que intervenir».

  • Establecimiento de mecanismos de compensación educativa, de tratamiento personalizado, de apoyo y de refuerzo a los alumnos en desventaja, con la finalidad de combatir eficazmente las desigualdades educativas y promover la cohesión social; «porque las desigualdades educativas han aumentado (…); es otra de las desgracias de este declive nacional».

  • Adopción de la jornada escolar partida (mañana y tarde) con carácter general. «Aquí también nos equivocamos (…). Ahora la mayoría de los centros públicos son de jornada continuada, cuando todos los estudios indican que ese modelo influye negativamente».

Junto con su visión clara sobre las políticas que la educación española necesita para remontar el declive, su experiencia política y sus propias convicciones personales le llevaban a apostillar que «un programa de reformas, como el aquí esbozado, no puede llevarse a cabo sin un amplio acuerdo, con respaldo parlamentario, como el realizado en los Pactos de la Moncloa».

Y cerró su discurso con este último mensaje:

«Hay que trasladar a la sociedad española y a las fuerzas políticas que estamos ante un momento de declive nacional, y que para corregirlo hay que adoptar medidas y reformas».

Según los expertos, el legado, en el ámbito jurídico, se produce cuando existe una voluntad explícita por parte del testador. Y Eugenio Nasarre, en su última intervención pública producida a menos de 48 horas de su fallecimiento, explicitó tal voluntad. Al menos, esa es la interpretación de los que le admiramos y le quisimos y que, en esta hora triste, deseamos preservar.

  • Francisco López Rupérez es director de la Cátedra de Políticas Educativas de la UCJC y expresidente del Consejo Escolar del Estado
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