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El bilingüismo ha sido durante años uno de los deseos más preciados de los padres para sus hijosPaula Andrade

20 años de enseñanza bilingüe en España: ¿éxito o fracaso?

Madrid, pionera en la implantación de este modelo, da ahora una ligera marcha atrás al retirar la asignatura de Geografía e Historia del programa

Fue una de las medidas estrella en materia de educación del Ejecutivo de Esperanza Aguirre (2003-2012). En abril de 2004, cinco meses después de asumir el cargo de presidenta de la Comunidad de Madrid, la mandataria y su consejero del ramo, Luis Peral, anunciaron la implementación de un programa piloto de enseñanza bilingüe, pionero en España y que posteriormente reprodujeron otras autonomías, en 26 colegios públicos de la región.

La bandera de la doble lengua, español e inglés (esta última en un mínimo del 30 % del horario lectivo), fue todo un gancho para multitud de familias, que no dudaron en inscribir a sus hijos para que su aprendizaje del idioma de Shakespeare fuese mucho más rápido, transversal y absorbente. A lo largo de los años, el programa se fue ampliando, tanto en etapas educativas (de Primaria a Secundaria, en 2010; a Bachillerato, en 2014; y al segundo ciclo de Infantil, en 2017) como en número de centros en los que se impartía. Sin embargo, el pasado 20 de diciembre, el Gobierno de Isabel Díaz Ayuso dio marcha atrás: a partir del curso 2024/25, está previsto que la asignatura de Geografía e Historia deje de enseñarse en inglés y se haga únicamente en español. ¿Qué ha ocurrido?

«Hemos analizado que a la hora de estudiar Historia en inglés se produce un detrimento o un descenso tanto en Historia como en Inglés», explicó el consejero de Educación de Ayuso, Emilio Viciana, al realizar el anuncio.

Eso es, exactamente, lo que vienen señalando desde hace años diversas voces dentro de la comunidad educativa. No en esa asignatura, concretamente, sino en el modelo bilingüe tal y como está diseñado.

Una de esas voces disconformes corresponde a Acción Educativa, un movimiento de renovación pedagógica radicado en Madrid que lleva más de un lustro reiterando la ineficacia del PBCM (Programa Bilingüe de la Comunidad de Madrid).

«Llamarlo enseñanza bilingüe es algo propagandístico. Hubo unos planteamientos más políticos que técnicos al poner en marcha estos programas porque vendían y calaban en una sociedad española con afán de aprender inglés», expone por teléfono a El Debate Miguel Martínez, miembro de Acción Educativa. «Se trata de enseñanzas donde se usa el inglés como medio de instrucción a alumnado que no lo conoce, por lo que los resultados suelen ser igual de malos en todos los sitios donde se realiza».

Fallas

Martínez explica que, de acuerdo a los datos recabados, solo la mitad, o menos, del alumnado que comienza el programa en Primaria logra continuarlo en Secundaria. Además, dice, genera dificultades de aprendizaje al alumnado con necesidades especiales, ya de por sí lastrados.

De su mano, Acción Educativa ha realizado dos informes: uno de 2017, sobre modelos de otros países y fundamentos científicos respecto a la mejor edad para comenzar a enseñar una lengua extranjera; y otro de 2023, publicado semanas antes de la decisión del Gobierno regional, sobre la opinión del profesorado. «Se trata de una muestra limitada de 1.700 participantes, pero en él se recogen las preocupaciones sobre que no se profundizan los contenidos y de que al alumnado con necesidades se le dice que ese programa no es para él».

Para él, en definitiva, el enfoque correcto sería, al igual que ya hacen otros países, empezar a enseñar inglés como lengua extranjera y, poco a poco, introducirlo también para la enseñanza de contenidos. Se trata del llamado AICLE (Aprendizaje Integrado de Contenidos y Lenguas Extranjeras), un modelo que apuesta por una introducción gradual hasta la impartición de asignaturas completas en inglés, pero solo a mitad de Secundaria. Es, de hecho, como ya lo hacen algunos centros con secciones lingüísticas de francés y alemán en Madrid. «O tomamos decisiones de política educativa basada en fundamentaciones o seguiremos dedicando dinero de una manera poco eficaz. Dedicar mucho dinero los primeros años parece que no es rentable, cuando si empezaras más tarde conseguirías mucho más», zanja.

Partidarios

El modelo madrileño, por el contrario, también cuenta con sus defensores. Víctor Pavón, profesor del Departamento de Filología Inglesa y Alemana de la Universidad de Córdoba, es uno de ellos.

«En mi opinión, se pueden encontrar varios elementos positivos de este modelo. Por ejemplo, la exigencia de que el profesorado mostrara un nivel C1 [y no B2, como se limitan a exigir otras comunidades] de acuerdo con el MCERL (Marco Común Europeo de Referencia para las Lenguas), los incentivos de los que disponía el profesorado, al menos en sus inicios, la preocupación por efectuar evaluaciones de rendimiento lingüístico y también se podría catalogar como una apuesta adecuada que coexistiesen dos formas de aplicación en lo concerniente al número de asignaturas en la enseñanza secundaria», señala.

Aún así, también aprecia defectos en su estructura. «Se trataba de un modelo de enseñanza bilingüe que propugnaba una separación demasiado rígida entre la lengua de instrucción, el inglés, y la lengua materna del alumnado, olvidando los beneficios de las transferencias lingüísticas entre las lenguas y los beneficios del procesamiento cognitivo y la construcción de funciones lingüísticas y estrategias discursivas de forma paralela en ambas lenguas, que es lo que se produce realmente en la mente de un hablante bilingüe. Aún con sus carencias, desde luego era un modelo mucho mejor que el que se quiere implantar ahora».

El modelo de enseñanza bilingüe y de inmersión parcial que tenemos en Europa y en España no es malo ni produce efectos negativos por sí mismoVíctor PavónProfesor de la Universidad de Córdoba

Y, ¿por qué es peor este cambio? Según Pavón, dejar fuera del modelo la asignatura de Geografía e Historia «se trata de un error, puesto que se va a privar al alumnado de un tipo de enseñanza que, no olvidemos, no solo tiene un efecto beneficioso en el desarrollo de la lengua extranjera (y de la materna, si se hace bien), sino que lleva aparejado un modelo metodológico que contribuye a mejorar sustancialmente el aprendizaje de los contenidos». «Esto último –continúa– es un hecho avalado científicamente que contradice los juicios basados en intuiciones o experiencias personales que, en muchas ocasiones, son también interesadas. Además, con este cambio se echa por tierra el trabajo realizado por muchos centros y su profesorado para sacar adelante un tipo de enseñanza en unas condiciones que en ocasiones no son las ideales, con un alumnado que puede no llegar a poseer el conocimiento básico necesario y que, sin embargo, han logrado resultados óptimos en muchísimos casos».

Tampoco se han ponderado, a su juicio, los documentos adecuados ni se alude, de la misma forma, a los que cimentan la decisión. «En primer lugar, este cambio de rumbo debería estar basado en investigaciones con rigor científico y contrastado con las evidencias científicas que sí que avalan este tipo de enseñanza, pero no se identifica a estos estudios que supuestamente denuncian una situación que no es positiva. Por otro lado, para que las conclusiones de los estudios que supuestamente se esgrimen para defender su postura sean representativos de una realidad debe haber, como decía antes, más rigor científico, y me temo que hay un alto grado de injusticia en la valoración de los resultados que se ha hecho».

Para mejorar los resultados del modelo existente, Pavón dice que «debería haber una atención al programa más homogénea y global, con más medios y más formación». «De forma resumida, lo que hace falta es que se forme al profesorado mejor lingüística y metodológicamente, que se apoye el desarrollo de la lengua extranjera para acceder a los contenidos de mejor manera mediante la colaboración de los especialistas de lengua y de contenido en los centros, y que se articulen estrategias para suplementar las posibles deficiencias lingüísticas de algunos de los alumnos con el objeto de no crear grupos favorecidos y desfavorecidos».

«El modelo de enseñanza bilingüe y de inmersión parcial que tenemos en Europa y en España no es malo ni produce efectos negativos por sí mismo, lo que debe preocuparnos es que se implemente y se desarrolle de forma correcta», concluye.