Nuestro sistema educativo merece una profunda reflexión
Un 26 % de jóvenes españoles no continúa sus estudios hacia etapas post obligatorias –Bachillerato o Formación Profesional– frente al 12 % de la Unión Europea
Hace escasas fechas la OCDE publicaba, como viene siendo habitual, su particular análisis relativo al estado de los sistemas educativos de aquellos países pertenecientes a dicho organismo tanto en lo referente a indicadores propios como a la comparativa con el resto de los miembros de dicho organismo. España, como país perteneciente a dicho organismo, no permanece ajeno a este análisis. Pues bien, sin duda alguna, Educación at a Glance o «Panorama de la Educación. Indicadores de la OCDE 2024» en lo que afecta a nuestro país arroja unos datos ciertamente preocupantes.
España nuevamente viene a liderar en la Unión Europea el porcentaje de jóvenes que no siguen estudiando después de finalizada la Educación Secundaria Obligatoria; un 26 % de jóvenes españoles no continúa sus estudios hacia etapas post obligatorias –Bachillerato o Formación Profesional– frente al 14 % de la media de aquellos países pertenecientes a la OCDE y el 12 % de la Unión Europea. En España, el número de los llamados «ninis» jóvenes que ni estudian ni trabajan representan el 18 % frente al 13 % de la media de los países pertenecientes a la Unión Europea.
Datos ciertamente relevantes por cuento si consideramos, en primer lugar que un título de los que denominaríamos segunda etapa de Secundaria, viene siendo con frecuencia la cualificación mínima necesaria para tener éxito laboral y en segundo lugar, la perfecta relación claramente evidenciada entre formación y empleo- a mayor formación menor índice de paro- y formación- salarios, a menor formación menor salario, no es extraño que España cerrase el pasado año 2023 con la tasa de paro juvenil más alto de toda la Unión Europea, un 28,13 % ostentando con ello el dudoso honor de encabezar el ranking de los países de nuestro entorno.
Aun no siendo esta la primera vez que dicha cuestión se aborda en esta secuencia de artículos, quizá porque parece que la sociedad se ha acostumbrado a estos datos de manera incomprensible o porque las consecuencias a medio y largo plazo pueden ser terribles no sólo para los directamente afectados sino para el conjunto del país, parece necesario volver a encender la señal de alarma frente a lo que comienza a ser recurrente en todos los indicadores económicos que nos muestran los sucesivos informes internacionales.
La realidad es que en España, el sistema educativo no consigue retener a los jóvenes más allá de las etapas obligatorias y es ahí donde se produce un profundo salto entre los que quedan rezagados y aquellos que optan por cursar estudios superiores ya sean estos universitarios, en este caso nuestro país supera con un 52 % de la población entre 25 y 34 años a la media de la OCDE (47,4 %) y de la Unión Europea (44,2 %) o Formación Profesional donde se ha hecho un importante esfuerzo incrementando el número de alumnos que optan por esta vía formativa.
Dicho de otra manera, en nuestro país no es posible soportar el número de jóvenes que no disponen de una formación mínima y por tanto tienen muy difícil su acceso al mercado laboral, frente a aquellos que con una formación superior más allá, en la mayoría, de los casos del título de grado, tienen que ocupar aquellos empleos destinados a los titulados medios debido a la ausencia precisamente de un número de jóvenes suficientes en esta etapa formativa. No se esconde, por tanto, la frustración de un importante sector de la juventud, que altamente cualificada ve como sus expectativas quedan limitadas ocupando empleos para los que están sobre cualificados.
Este es uno, pero no el único de los problemas que un mal planteamiento de nuestro sistema educativo viene arrastrando desde hace décadas ignorando las evidencias empíricas que desde diferentes investigaciones particulares y organismos internacionales vienen señalando como relevantes para la mejora de cualquier sistema.
Sería injusto ignorar el esfuerzo que se ha realizado en algunas cuestiones, como es el caso de la escolarización temprana, de hecho, nuestro país dispone de la tasa de escolarización más alta de toda la OCDE y la UE en el primer ciclo de Educación Infantil, una cifra que ha aumentado casi diez puntos desde el año 2013 y que permite abordar en toda su amplitud no solo la llamada conciliación sino lo que es más importante, el principio de equidad, combatiendo las desigualdades en origen desde las etapas más tempranas.
Es después, en etapas posteriores, donde se instalan fallos muy relevantes: la falta absoluta de detección de problemas y necesidades específicas de cada alumno que viene siendo sustituida por un nivel de repetición extraordinariamente alto -España triplica la tasa de la OCDE con relación al número de repetidores en los primeros cursos de la ESO, el 7,8 % frente al 2,2 % sin que dicha situación asegure al alumno el éxito posterior.
La rigidez de un sistema que no se ajusta a los intereses y aptitudes de los alumnos sino que rebaja sus exigencias esperando que de esa forma los datos mejoren, la experiencia señala exactamente lo contrario. La falta de evaluación y transparencia en el mismo que impide detectar los necesarios refuerzos y transformaciones que precisa no solo el conjunto del sistema sino todos y cada uno de los centros. La ausencia de políticas efectivas destinadas al profesorado: para cuando un cambio en la formación inicial, en el acceso a la profesión docente, en la carrera profesional…La nueva ordenación de la educación secundaria obligatoria y post obligatoria.
España necesita mirar hacia los países de nuestro entorno, Portugal es un ejemplo, que han sabido trasformar sus sistemas dando al Bachillerato y la Formación Profesional la importancia que se merece apostando por su obligatoriedad y gratuidad…
Es muy difícil que el sistema educativo español pueda enfrentar los nuevos retos: la aplicación en el mismo de la inteligencia artificial, la formación en materias STEAM, la conjunción entre el humanismo y las nuevas tecnologías etc… si no es capaz de realizar cualquier transformación sobre cimientos sólidos. España y Europa en su conjunto se enfrentan a importantes desafíos que solo unos individuos libres perfectamente formados podrán abordar. Merece la pena la reflexión.
- Sandra Moneo es presidenta de la comisión de universidades e investigación del Congreso de los Diputados